El Gobierno alega que la prohibición generalizada no ha frenado el consumo de cannabis, así que ahora pretende combatir el tráfico en el mercado negro.
El Congreso aprueba, previsiblemente, hoy la regulación para su uso terapéutico, pero la marihuana sigue siendo la droga más consumida en España con fines recreativos.
No se trata de una medida que abra la puerta a las drogas, aunque muchos se empeñen en ridiculizar así un movimiento que supondría enormes beneficios para la economía, la salud y la industria.
Es muy peligroso beber y conducir y las campañas masivas de comunicación son efectivas para reducir las muertes por accidentes de circulación. Todavía no hay, sin embargo, campañas de concienciación para que las personas que conducen no fumen marihuana; es igualmente peligroso.
Después de muchos años de una terriblemente destructiva y costosa guerra contra las drogas, por fin estamos preparados para acabar con este capítulo vergonzoso de la historia de nuestro país. Pero, al mirar al frente hacia el próximo capítulo, es nuestra responsabilidad colectiva mantener a la ciencia en el primer plano del desarrollo de la legalización. Podemos aprender mucho de la larga historia en la que intentamos mitigar los daños del tabaco y el alcohol. No tenemos por qué cometer los mismos errores nocivos una vez más.