Para facilitar la entrada y salida de sus gatos, una señora de Texas instaló una gatera en la ventana trasera de su casa. Pero no había pensado en las posibles consecuencias. Todo cambió una noche, cuando oyó un alboroto en el salón y bajó a comprobarlo. Entre los juguetes de sus gatos y el rascador, había ocho ojos mirándola fijamente. Sus gatos no aparecían por ninguna parte, pero allí, justo en medio de su salón, había cuatro mapaches.