Desde hace tiempo, cada nuevo episodio del caso Bárcenas tiene un insoportable aire de cosa ya vivida. Con machacona insistencia, la historia se repite: alguien, muchas veces el propio extesorero del PP, destapa algún detalle siniestro; las evidencias se convierten en vehementes; los portavoces del PP responden como el protagonista de ese sketch de Faemino y Cansado, que se cuela con descaro en la taquilla de un cine, y cuando los demás se lo afean responde con un "ya, ya; vamos a ver, vamos a ver".