Si me encontrara frente a frente con el familiar o allegado de alguna de las víctimas del asesinato colectivo perpetrado en los Alpes franceses el 24 de marzo pasado, solo querría darle un abrazo y regalarle mi silencio, pues cualquier palabra sobraría, cualquier otro gesto pesaría demasiado en el alma de quienes lloran la ausencia del ser querido fallecido.