El turismo rural comunitario como oportunidad de desarrollo
Es posible plantear un turismo gestionado por los propios miembros de las comunidades que favorezca, en gran medida, la generación de ingresos complementarios y unas mejores condiciones de vida. Se trata del turismo de base comunitaria, un modelo de gestión turística fundado en la propiedad y la autogestión de los recursos naturales y culturales de los pueblos indígenas originarios, bajo un enfoque de compromiso social, respeto al medio ambiente y distribución equitativa de beneficios.
En los últimos años, en América Latina se ha observado un incremento del turismo convencional; un turismo que no daba necesariamente acceso a las comunidades locales a los beneficios que generaba. Esta situación se repetía en los países andinos y estaba acompañada por la llegada de una nueva tendencia en el mercado: turistas buscando experiencias, conocer lugares y culturas lejanas y escondidas, tierras y lugares que consideraban perdidos.
Se trata de un segmento del mercado turístico que llegaba a los países andinos interesado en visitar ruinas arqueológicas poco frecuentadas, acercarse a tradiciones y conversaciones desconocidas, gozar de la gastronomía local y adquirir artesanía y arte textil típicos de las comunidades indígenas locales.
En países en desarrollo, el turismo puede ser un catalizador de progreso y crecimiento, siempre que la actividad se lleve a cabo bajo un enfoque que respete a la población local y a su entorno.
Así, es posible plantear un turismo gestionado por los propios miembros de las comunidades que favorezca, en gran medida, la generación de ingresos complementarios y unas mejores condiciones de vida. Se trata del turismo de base comunitaria, entendido como un modelo de gestión turística fundado en la propiedad y la autogestión de los recursos naturales y culturales de los pueblos indígenas originarios, bajo un enfoque de compromiso social, respeto al medio ambiente y distribución equitativa de beneficios.
Desde CODESPA llevamos años impulsando este tipo de turismo comunitario como un modelo que permite el acercamiento intercultural de primera mano entre los turistas y la población indígena. Se trata de proporcionar a las comunidades indígenas una oportunidad para acceder a un trabajo sin tener que recurrir a la migración, para mantener sus tradiciones y costumbres y para optar por unas mejores condiciones en cuanto a infraestructuras y saneamiento.
Para ello, es fundamental, la formación y asistencia técnica a microempresarios (dueños de posadas, guías turísticos, productores de artesanías, etc.) para fomentar el desarrollo de pequeños negocios relacionados con el turismo. A su vez, es importante impulsar enlaces comerciales para vincular a pequeños empresarios turísticos con la demanda y los potenciales visitantes.
Jorge Mendoza, presidente de la Red Apthapi y dueño del restaurante "La Orilla", en Bolivia, lo cuenta así: "Me capacitaron para mejorar los servicios de mi emprendimiento y recibí capacitaciones de gastronomía y hotelería, y mi esposa capacitaciones en artesanía. Conocí otros emprendimientos para intercambiar experiencias, para copiar y brindar mejor los servicios, y me sirvieron las tarjetas de evaluación para medir la calidad de los servicios. Aprendimos a valorar los productos andinos como la quinua, tunta, etc. para la preparación del desayuno andino. Ahora la guarnición tiene productos de nuestra comunidad. Ahora utilizo la tierra, la paja y la madera para la construcción de mi restaurante. Mejoró la alimentación en los niños porque lo que se prepara para el restaurante también lo consumimos nosotros mismos. Y también podemos comprar ropa para nuestros hijos. Lo que más me ha gustado es la capacitación en gastronomía".
La oportunidad de vivir una experiencia única
Para el turista se convierte en un viaje único y diferente. A través de este turismo rural comunitario, puede conocer de primera mano a las comunidades indígenas: cómo viven, sus historias, su cultura, sus leyendas. Los turistas se alojan en las casas de estas comunidades, comen sus platos típicos, disfrutan de sus bailes, de sus artesanías. Un turismo vivencial que deja en el turista una sensación única e irrepetible ya que además se sensibiliza sobre las necesidades que tienen los más vulnerables.
Para que la gente conozca este tipo de turismo, hemos puesto en marcha un sorteo solidario de un viaje para dos personas de diez días al Machu Picchu, una de las siete maravillas del mundo. Es un viaje valorado en más de 4.000 euros al que se puede optar por solo 2 euros. Si quieres participar, pincha aquí.