Romney y el 47%
La campaña electoral en EE UU ha entrado en una nueva fase y parecen pintar bastos para Romney. Las malas noticias siguen acumulándose para su campaña, que lleva una racha de lo más negativo a causa de los errores que se está infligiendo a sí misma.
La campaña electoral en EE UU ha entrado en una nueva fase y parecen pintar bastos para Romney. Las malas noticias siguen acumulándose para su campaña, que lleva una racha de lo más negativo a causa de los errores que se está infligiendo a sí misma. Desde el fiasco del discurso incoherente de Clint Eastwood durante la Convención Republicana han encadenado error tras error. La respuesta de Romney a la muerte del embajador de EE UU en Libia fue muy mal recibida (antepuso la crítica al presidente a las condolencias por la muerte); también se han publicado vídeos en los que admitía que la paz en Oriente Medio no era posible y que tampoco es factible crear un estado palestino; y estos errores han sido seguidos por noticias sobre distensión en el seno de su campaña, una muestra más de que ven las cosas mal.
El último error puede ser el más grave y el que más consecuencias puede tener. El lunes se publicó en la web de la revista liberal Mother Jones un vídeo de una reunión de Romney con donantes Republicanos en Florida el pasado mes de mayo en el cual se escucha al candidato Republicano criticando al 47% los norteamericanos que no pagan impuestos y que dependen del Gobierno. Romney piensa que no van a votar por él: "Un 47% de la gente votará por el presidente en cualquier caso... mi trabajo es no preocuparme por esa gente", y añade que esta gente "son dependientes del Gobierno; que creen que son víctimas; que creen que el Gobierno tiene la responsabilidad de cuidarlos; que creen que tienen derecho al seguro sanitario, a alimentos, a vivienda, y a otras cosas".
Estos comentarios han causado una gran tormenta política y está siendo muy criticada tanto por muchos Republicanos como por los Demócratas. Obama la ha aprovechado para enfatizar la desconexión entre el millonario Romney y las clases medias acusándole de dar por perdida a una proporción importante del país; y para resaltar las diferencias con su contrincante en relación al papel del estado. Los Demócratas también lo están usando como munición para resaltar las diferencias entre los dos candidatos.
Además muchos líderes Republicanos también lo han criticado por insultante y desconsiderada hacia millones de sus propios votantes (como los ancianos o familias de bajos ingresos que no pagan impuestos pero que son solidos votantes Republicanos). Varios candidatos Republicanos al congreso y al senado en elecciones muy cerradas también se han separado de esos comentarios y los han criticado muy duramente. Romney ha tratado de minimizar el impacto negativo reconociendo que el comentario ha sido "poco elegante" pero enfatizando, para tratar de retomar la iniciativa, que no es diferente de su posición pública en contra del papel del Estado, y aprovechando para criticar las políticas socialistas redistributivas del presidente Obama.
Este tema está en el corazón del debate sobre la "cultura de dependencia" y sobre las políticas de redistribución, que son dos de los temas que más separan a los dos partidos. Los Republicanos defienden que esta cultura y las políticas redistributivas son dos de las razones de los problemas del país, y critican las políticas que lo han hecho posible. Paradójicamente han sido los sectores más radicales del partido, que hasta ahora han sido los más críticos y escépticos hacia su candidatura por dudar de sus credenciales conservadoras, los que han respondido favorablemente a estas declaraciones. Los moderados, preocupados por las encuestas, han respondido negativamente porque les preocupa el impacto que puede tener sobre los votantes independientes que pueden decidir esta elección.
El daño puede ser significativo porque hay millones de republicanos que dependen del Gobierno y de programas públicos como Medicare (el programa público de salud para los pensionistas), Medicaid (para los pobres), y Seguridad Social. De acuerdo con un estudio del Tax Foundation la mayoría de los estados donde se concentran los contribuyentes que no pagan impuestos sobre la renta son los que han votado republicano en las últimas elecciones. Además, presentar al 47% de los contribuyentes como "dependientes" y "víctimas" es una simplificación que no solo es injusta, sino que no es cierta. Tal y como mostraba el Financial Times, aunque es verdad que hay un 46,4% de los contribuyentes que no pagan impuestos sobre la renta, los datos desagregados revelan mucho más sobre la "dependencia". De este 46,4%, un 10,3% son ancianos, un 6,9% tienen rentas inferiores a los $20.000; y un 28,3% pagan impuestos en sus nóminas (que son los impuestos que sirven para financiar la Seguridad Social y Medicare). Estas cifras revelan que presentar al 47% como ejemplos de dinero público malgastado, o gente que abusa el sistema, es injustificado. En realidad tan sólo un 17% de los contribuyentes no pagan ni impuestos sobre la renta ni sobre sus nominas, y la mayoría de ellos son pensionistas.
Estos comentarios han reabierto la "guerra de clases", tan típica en otros países pero que no ha sido central al discurso político económico en EE UU. Con ellos Romney ha podido querer movilizar a las clases más pudientes resentidas por las políticas de Obama y los programas sociales que dan apoyo a los más desfavorecidos. Además de descalificar injustamente a millones de contribuyentes, este comentario obvia uno de los grandes escándalos en este país: el problema no es sólo el de los pobres que no pagan impuestos sino el de los ricos (como el mismo Romney) que se aprovechan de todos los agujeros de los códigos de impuestos para pagar lo menos posible, y que terminan pagando porcentualmente menos que las clases medias. Romney ha reconocido que sólo paga entre el 13 y el 15% de sus ingresos, mucho menos proporcionalmente que una familia de clase media.
Además con estas acusaciones Romney trata de darle la vuelta al problema fiscal del país, que afronta déficits records, y acusa a los pobres de no contribuir lo justo y abusar el sistema, obviando que él (y muchos otros ricos) hacen exactamente lo mismo. Si hay alguien que se haya beneficiado de la crisis no han sido precisamente los pobres (la pobreza y las desigualdades han aumentado) sino Wall Street que ha recibido billones de dólares en rescate de fondos públicos, mientras que muchos de los responsables del desastre se han retirado placenteramente a sus casas con millones de dólares de compensación.
Desafortunadamente para su campaña la publicación del vídeo les está haciendo mucho daño. Y el problema no es sólo el vídeo en sí, sino el cúmulo de errores continuados que están plagando su campaña. Cada vez queda menos tiempo para las elecciones, y cada error les fuerza a ponerse a la defensiva, perder la iniciativa, y a desviarse de su mensaje sobre el fracaso de las políticas económicas de Obama. En una elección tan cerrada cada día cuenta y cada error significa perder días preciosos en tratar de ganar sobre los cada vez menos indecisos.