La huella gallega de Picasso
Las 488 páginas de este cuidado libro acogen revelaciones sorprendentes, así como multitud de datos y documentos inéditos sobre una etapa fundamental, aunque poco explorada, en la carrera de Pablo Picasso, el artista más popular e influyente del siglo XX.
Este detallado estudio, escrito por Rubén Ventureira y Elena Pardo, desempolva gran número de documentos inéditos de los años gallegos de Pablo Ruiz (solicitudes de matrícula, boletines de notas, apuntes, primeros trabajos...) e inserta al personaje de Picasso en la convulsa época que le tocó vivir en una ciudad con un nutrido movimiento político obrero.
Pablo Ruiz Picasso comenzó a forjar su talento en la Escuela Provincial de Bellas Artes de A Coruña, donde ejercía su padre y donde él mismo tuvo como profesores artistas gallegos como Isidoro Brocos o Román Navarro.
Entre 1891 y 1895, años en los que recorrió la calle Real, el Parque de Santa Margarita, la Plaza de Pontevedra..., el artista fue consolidando su espíritu provocador desde esta ciudad atlántica. «A los doce años yo dibujaba como Rafael», sentenció Picasso en 1946. Ese genio precoz explotó en A Coruña, la ciudad en la que, como él mismo le reconoció en 1969, al actor coruñés Fernado Rey: "La Coruña es la ciudad en la que se despertaron mis sentidos, y eso es algo que ni el tiempo ni la distancia pueden borrar".
Es en Galicia donde inicia sus estudios académicos, y el lugar en el que pinta sus primeras obras maestras, como La muchacha de los pies descalzos o Retrato de Ramón Pérez Costales. El propio Picasso reivindicaba la importancia de su período coruñés, que en ocasiones llegó a valorar por encima de sus etapas azul y rosa.
Papeleta de ingreso en la asignatura de Dibujo de la Escuela de BBAA de A Coruña (año 1894-1895), que se conserva en el Archivo de la Escuela Superior de Diseño Pablo Picasso de A Coruña
En 1891 llegó a A Coruña un niño procedente de Málaga, y en abril de 1895 se marchó un artista adolescente de 13 años aclamado por la crítica, que lo comparó con Giotto y le pronosticó, de forma profética, «días de gloria y un porvenir brillante».
Pero no solo sonaron las campanas del triunfo: también tañeron por la muerte de su hermana Conchita, un hecho que marcó el resto de su vida en lo personal y en lo artístico. Cuando la niña enfermó, el joven Picasso pactó con Dios:
-«Si salvas a Conchita, dejo de pintar».
Pero la niña falleció, y Pablo se convirtió en artista por decisión divina. En este trabajo se detalla minuciosamente este episodio, que le motivó a crear uno de sus cuadros más simbólicos, Picasso Azul y Blanco.
Modelos y paisajes, retratos (de su padre, de Conchita, de vagabundos y gentes del rural...), palomares, personajes de uniforme, numerosos apuntes y bocetos, pero, sobre todo, los periódicos manuscritos Azul y Blanco, y La Coruña, dan testimonio de la evolución artística de este adolescente, que expuso, por primera vez, en la Calle Real. Aquí, también, conoció el primer amor, Ángeles, a la que regala dibujos con palomas que ella rechaza...
Este libro deja también patente cómo la huella de su estancia gallega se siente en la obra posterior pintor, y podría incluso alcanzar a una de sus piezas más renombradas, Guernica.
Cuando su marcha es ya inminente, Picasso crea sus propias postales a modo de recuerdo, escenas al óleo, sobre lienzo o sobre tabla, pintadas al aire libre con un indiscutible sabor sentimental: Marina. Playa del Orzán, La Torre de Hércules, Monte de Santa Margarita; Escena popular gallega, Aldeanos gallegos, Carro de heno...
Obras impregnadas del sonido de la lluvia y los colores del Atlántico, dos elementos que marcarían el espíritu de Picasso mucho antes de que fuese aclamado en París y el mundo se rindiera a sus pies.
Las 488 páginas de este cuidado libro acogen revelaciones sorprendentes, así como multitud de datos y documentos inéditos sobre una etapa fundamental, aunque poco explorada, en la carrera del artista más popular e influyente del siglo XX.