7 cosas que he aprendido después de un año sin beber alcohol

7 cosas que he aprendido después de un año sin beber alcohol

Acabar con un mal hábito como el abuso del alcohol puede conllevar una buena carga de culpa, vergüenza y arrepentimiento. Mentiría si dijera que no he sentido todo lo anterior. Sin embargo, me doy cuenta de que sentir todas las emociones que durante años he intentado bloquear es bueno.

¡Guau! No puedo creer que esté escribiendo esto... Pero, si lo estás leyendo, es porque lo he conseguido. He conseguido estar un año completo sin beber alcohol. El 6 de mayo de 2013, tomé la última gota. Nunca lo olvidaré. Me encontraba mal y estaba cansada y harta de estar así. Estaba cansada de ser la típica fiestera y de sentirme como una mierda, harta de decepcionar y avergonzar a mis amigos y seres queridos. Decidí que necesitaba un gran cambio. Estaba demostrado que intentar beber con moderación no era lo mío. Nunca funcionaba. Ya era suficiente. Así que probé algo nuevo: dejar el alcohol por completo.

Cuando empecé esta etapa de sobriedad, no estaba segura de cuánto duraría, y ahora no me puedo imaginar volviendo a mi antigua vida. Todo ha sido positivo en este viaje.

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Sobriedad: Antes y después. A la izquierda, en mi época de bebedora. A la derecha, hace unas semanas, después de casi un año sin beber alcohol.

Esto es lo que he aprendido tras un año sin probar el alcohol:

1. Mis sentidos están al cien por cien

Percibo todo con una sensibilidad muchísimo mayor. Esto incluye las emociones, el dolor muscular, el olfato, el oído, el gusto. Ahora lo huelo todo. SIEMPRE estoy diciendo: "Aquí huele a ___" o "¡Qué olor TAN fuerte!" Mis emociones se han vuelto locas, creo que es como estar embarazada. Lloro a la mínima, me siento ofendida con facilidad y a veces estoy tan feliz que creo que voy a explotar. La verdad es que me preocupa lo que la gente piense de mí. Sé que los que me conocéis os estaréis preguntando ahora quién soy yo y qué he hecho con Kelly. Estos sentimientos potenciados a veces me sobrepasan, pero nunca había sentido algo tan sorprendente.

2. Estoy empezando a entender quién soy en realidad

Me he dado cuenta de que hay cosas que creía que me gustaban y que de hecho no me gustan, y cosas que sí me gustan y antes no lo sabía. Estoy aprendiendo a socializar y a ser yo misma con mis amigos y mi familia sin ayuda del alcohol. He aprendido que levantarme los fines de semana sin resaca, tomar una taza de café y salir a correr es exactamente lo que quiero hacer. Estoy aprendiendo que la persona que ha estado en los últimos años bajo la nube de borracheras constantes no era yo. Yo no soy todas esas cosas estúpidas y bochornosas que hacía; soy una persona real que no congenia bien con el alcohol.

3. Ya no me divertía con el alcohol

Durante años, estuve intentando (sin éxito) controlarme al beber. Solo voy a beber dos copas (bueno, tres), y solo los fines de semana. Lo cierto es que nunca me funcionó y al final descubrí el porqué: soy una persona que no tolera el alcohol. Todo empezó hace unos años, como algo divertido y social, pero el año pasado me di cuenta de que ya no me divertía. De hecho, ya solo era una fuente de problemas. Todo lo malo me ocurría cuando bebía y debería haber parado antes de lo que lo hice.

4. Mi vida es llevadera

Cuando bebía, mi vida era un desastre, un caos, pero yo estaba cómoda con ella. Los primeros días y meses sin beber fueron horribles, pero ahora siento que estar sobria es lo normal. Y estoy muy contenta por ello. Cuando antes me ocurría algo malo, pensaba que era el fin del mundo y que beber era la respuesta a todo. Ahora siento que estoy más preparada: si sucede algo malo, soy capaz de manejarlo bien. Además, ya no me pasan tantas cosas malas como antes, pues el alcohol era la causa de muchos de mis problemas. Ahora soy más consciente y activa, y estoy agradecida por cada nuevo día.

5. Merezco que me quieran

Reconozco que durante mucho tiempo he estado saboteando mis relaciones amorosas. ¿Por qué? Quizás pasará un tiempo hasta que llegue a entenderlo, pero sé que el alcohol también contribuyó. El alcohol se encargó de respaldar, alentar y justificar todas mis malas decisiones, sobre todo las referentes a los hombres. De lo que no me había dado cuenta hasta que dejé de beber es de que soy capaz de tener una relación normal y de que merezco ser amada. Antes pensaba que como yo estaba jodida, también me merecía una relación jodida. Ahora sé que esto es ridículo. Me siento afortunada por tener una relación amorosa sana con un hombre increíble que me ha ayudado a comprender que me merezco todo el amor del mundo. Al final estoy empezando a creerle.

6. La gente tóxica es como los hábitos tóxicos

Para mí, este es un gran principio. Obviamente, cuando dejas de beber o de tomar drogas, es probable que necesites cambiar de amigos. Yo tuve que hacerlo, y me di cuenta de lo poco que tenía en común con algunas personas. También descubrí que tenía amigos que eran completamente distintos a mí, con otros objetivos y otras perspectivas en la vida. Todo era demasiado falso. Cuando tomas una decisión tan importante como admitir que tienes un problema con el alcohol y decides dejar de beber, realmente descubres quienes son tus amigos de verdad. Hay unas personas que te querrán de forma incondicional, otras que sentirán indiferencia cuando dejes el alcohol y otras que te seguirán ofreciendo copas sabiendo que ya no bebes. Me he topado con todas ellas. Abandonar a mis amigos tóxicos junto con mis hábitos tóxicos tiene mucho sentido, y estoy aprendiendo a no sentirme mal por ello.

7. No soy perfecta, pero bueno

Acabar con un mal hábito como el abuso del alcohol puede conllevar una buena carga de culpa, vergüenza y arrepentimiento. Mentiría si dijera que no he sentido todo lo anterior. Sin embargo, me doy cuenta de que sentir todas las emociones que durante años he intentado bloquear es algo bueno. No solo estoy aprendiendo a sentirlas, sino que estoy aprendiendo a manejarlas y a vivir una vida saludable con éxito. Es verdad que he cometido errores en el camino y que nunca seré perfecta. Todos los días tengo que tomar la decisión consciente de no martirizarme. Estoy progresando y ya he recorrido un LARGO camino. Tengo días buenos y días malos. A veces, siento que la vida no es justa y que me encantaría poder beber alcohol de formal normal como todo el mundo. En gran parte, he aceptado que mi vida es así, que es como si tuviera que aprender a vivir con cinco operaciones de rodilla. Para mí, dejar el alcohol ha sido una historia más de perseverancia.

Nunca pensé que la sobriedad sería mi modo de vida favorito, pero ahora no me puedo imaginar de vuelta a mis días de fiesta. Nunca imaginé que me sentiría TAN feliz, tan plena y tan sana con una vida sin drogas ni alcohol. Siempre fui esa chica que necesitaba el alcohol para pasárselo bien, y ahora soy la prueba fehaciente de que no lo necesitas para divertirte. Todos los días me despierto aliviada al ver que no hay rastro de resaca y que no tiene por qué haberlo. Espero que al compartir mi historia, otras chicas (y chicos) como yo tengan la suficiente valentía para dejar el alcohol y vivir la vida con la que siempre han soñado. Lo mejor está por venir.

Este post apareció por primera vez en The Adventures of a Sober Senorita.

Traducción de Marina Velasco Serrano