La opinión de un tío sobre 'Girls'
Los hombres que aparecen son los mayores inútiles que he visto jamás. Sé que esta lamentable representación es justa venganza por el interminable desfile de mujeres tontas en 'El séquito'.
No suelo ver mucha televisión, pero curiosamente he visto la mayoría de los episodios de la nueva serie de HBO Girls. Claro que es una serie producida por Judd Apatow, el hombre que me dio mi primer trabajo serio como actor interpretando a un friqui en la serie Freaks and Geeks, y mi primer gran papel cómico, el personaje de Saul Silver en Pineapple Express, pero esa no es la razón por la que la veo. Al principio me interesó porque parecía ser un retrato de mi mundo, ese mundo habitado por personas creativas que malviven en Nueva York. No digo que yo lo pase mal para pagar el alquiler como el personaje que encarna Lena Dunham, Hannah, pero hubo una época, justo antes de que Judd me contratara para Freaks and Geeks, en la que mis padres dejaron de darme dinero porque no estaban de acuerdo con que fuera a la escuela de arte dramático en vez de UCLA. Trabajé en McDonalds, y la primera sugerencia que le haría a Hannah es esta: búscate un puñetero trabajo. Si de verdad quieres tener experiencias sobre las que luego puedas escribir, ponte a trabajar; y si de verdad quieres ser artista, sé responsable de ti misma y sirve unas cuantas mesas. Tal vez en el proceso madures un poco.
Eso me lleva a la otra cosa que me une a estas jóvenes que acaban de terminar la carrera: he pasado los últimos cinco o seis años en clase con gente como ellas. No voy a juzgar a mis antiguos colegas -estoy seguro de que ellos tienen mucho que decir sobre el hecho de que un actor invadiera su burbuja del máster en bellas artes--, pero sí diré que muchas de las películas que hacían dentro del programa contaban historias que no habrían desentonado nada en Girls.
Sin embargo, Lena Dunham tiene una ventaja que esos estudiantes de posgrado no tienen. Hannah puede ser todo lo fracasada que quiera Lena porque, a la hora de la verdad, Lena es todo lo contrario: es una actriz, escritora y directora que encabeza una serie en HBO. Por más estupideces que Hannah suelte a desconocidos, por bochornosas que resulten sus escenas de sexo, por más patosa que sea cuando está con adultos o por muy poco que escriba, Lena seguirá brillando a través de ella, porque es la admirable fuerza creadora responsable de todo eso que aparece en la pantalla de televisión (o, en mi caso, de ordenador). El personaje creado por Lena nunca tendrá que escribir su libro porque la serie es su libro.
Una joven que lo hace todo en una serie de la que todo el mundo habla: me parece extraordinario. No obstante, sé que no todo el mundo está encantado, que muchas personas --sobre todo mujeres de otras razas-- han dicho que se sienten infrarrepresentadas en la serie, cuyas protagonistas son blancas. Es un tema candente, sobre el que me gusta preguntar a mis amigas en Nueva York. En el mundillo de los posgrados, la respuesta que suelen darme es que se trata de una polémica hueca: la gente necesita algo sobre lo que escribir en internet. Estoy de acuerdo en que, de un tiempo a esta parte, los debates vacíos de contenido proliferan en exceso en internet, pero también pienso que es legítimo preguntar qué dicen las series de televisión de nosotros como sociedad. Los partidarios de la serie dicen que su falta de diversidad refleja la segregación social de nuestro país, y tienen algo de razón. Cuando iba al instituto en Palo Alto, las camarillas se formaban, sin la menor duda, en función de los grupos raciales. Pero el argumento es más difícil de tragar cuando estamos hablando de unas veinteañeras con carreras universitarias que viven en Nueva York. Puede que mi perspectiva sea limitada, pero tengo un montón de amigos y colaboradores y entre ellos hay una amplia variedad de razas y nacionalidades. Supongo que lo que quiero decir es que, dado que la televisión es un medio tan popular, HBO tiene cierta responsabilidad de representar sus temas de forma veraz, en especial cuando la cadena está vendiendo una imagen del joven de Nueva York. No hay ninguna obligación de ser caleidoscópicos, pero no es lo mismo escribir un relato breve o un ensayo sobre un grupo de blancos que solo va a leer un puñado de gente que crear una serie de televisión sobre blancos que van a ver millones de espectadores, especialmente cuando se decide situar esa serie en una de las ciudades con más mezcla cultural del mundo. (HBO asegura que no dice a sus creadores lo que tienen que hacer con sus series, y Dunham ha escrito por lo menos un personaje afroamericano para la temporada 2, interpretado por el actor de la serie Community Donald Glover.)
He leído comentarios sobre Girls que venían a decir: "Me gusta la serie, pero no me veo representado en ella". Es lo mismo que me pasa a mí. Los hombres que aparecen son los mayores inútiles que he visto jamás. Hay un muermo al que su novia abandona porque se aburre con él; un padre que intenta ligar con su niñera; un grupo de hipsters quejicas que no son más que material para la lujuria insaciable de la chica súper guay de acento británico; y el rey de todos, el tío descamisado que habla de forma rara y mete tripa sin parar. Sé que esta lamentable representación de los hombres es justa venganza por el interminable desfile de mujeres tontas en el equivalente de la Costa Oeste a Girls, El séquito, que, a su vez, era justa venganza por los numerosos gilipollas desplegados en Sexo en Nueva York. (Por lo menos, a mí me parecían gilipollas, cada vez que estaba con mi novia de entonces y coincidía que ella se ponía a verla.)
No tengo ningún inconveniente en ver una serie sobre mujeres rodeadas de unos hombres a los que yo nunca querría parecerme. Cuando estaba en el penúltimo año de instituto vi un montón de veces Magnolias de acero, y las historias de amistad entre mujeres me ponen muchísimo. También soy consciente de que a lo mejor me considero mejor de lo que soy; quién sabe, si no hubiera sido por Judd Apatow, a lo mejor estaría como esos idiotas sin trabajo que veo en la serie. Y, desde luego, suele ser más entretenido ver historias de personas irresponsables y que cometen errores que ver a otras que tienen vidas estables. Además, Lena Dunham dota de tantos defectos a los personajes femeninos como a los masculinos. Pero la vuelta de tuerca es doble: podemos oír las conversaciones íntimas entre las chicas, así que nos ponemos de su parte y contra los hombres, y Lena, al fin y al cabo, es la creadora, así que, por más situaciones difíciles en las que coloca a las mujeres, siempre retiene el control. Al final está su nombre, donde dice "Creada por". Dicen que vivir bien es la mejor venganza, pero, a veces, escribir bien es todavía mejor.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.