La eliminación del papel moneda, ¿la solución a nuestras penas?
La medida no sería sino una culminación lógica de lo que Italia está ya poniendo en marcha, y ¿quién sabe?, a lo mejor se lograría no solamente acabar con chanchullos varios sino con la trampa de liquidez que atenaza a toda la economía europea.
En su muy recomendable blog al que ya he hecho referencia en ocasiones anteriores Paul Krugman recuerda de tanto en cuando que la crisis actual presenta todos los síntomas de lo que Keynes denominó la trampa de la liquidez. Krugman escribe posts recurrentes sobre el tema ya que asume que es uno de los peajes necesarios para lograr que sus ideas calen.
Hay dos ceros que podríamos denominar como ceros keynesianos que nos permiten entender la extraordinaria persistencia de esta crisis. Como ya he mencionado en posts anteriores la crisis es el resultado de un choque asimétrico en el norte y sur de Europa y la imposibilidad de una devaluación competitiva en España por el euro y por el primero de los ceros keynesianos: la rigidez de los salarios a la baja; éste es un cero puramente empírico, es decir, en teoría nada impide que mañana todos los agentes sociales de España acepten un recorte de sueldo del 10% como insisten desde la Comisión Europea, pero la rigidez de los salarios a la baja es muy real y en la práctica es difícil que se produzca, por lo que una Comisión Europea digna de su nombre propondría un ajuste por la vía de la inflación en Alemania en vez de tantas sandeces.
El segundo cero keynesiano al que hacía antes referencia es el límite inferior de los tipos de interés, que es muy real en la teoría y en la práctica y que nos lleva de nuevo al concepto de la trampa de liquidez. Para los no lectores del blog de Krugman cabe recordar que la trampa de la liquidez es aquella situación en la que en una economía deprimida y con los tipos de interés próximos a cero la política monetaria deja de ser efectiva, ya que apenas existe margen para bajadas de tipos adicionales. Si se emitieran eurobonos (otra gran idea a la que los alemanes son hostiles) la situación sería muy propicia para reactivar la economía vía gasto, ya que el endeudamiento adicional se financiaría con tipos de interés muy bajos.
Parece que todas las políticas razonables anteriormente descritas (inflación en el norte, eurobonos y políticas expansivas) son a día de hoy políticamente inviables y se pretende convencernos de que la única política realista para abordar la crisis es una sin pies ni cabeza: la austeridad. Sigo creyendo que no hay por qué resignarse al peor de los escenarios imaginables y en la medida de mis posibilidades seguiré diciendo, a riesgo de repetirme como Krugman, que las cosas podrían hacerse de manera diferente.
Si aceptamos sin embargo que las soluciones razonables a esta crisis ya descritas no son posibles podemos intentar encontrar soluciones de esas que los americanos denominan out of the box, es decir, fuera de los caminos trillados. Hace un tiempo el bloguero americano Matt Yglesias proponía una que cuestionaría, por lo menos en teoría, lo que arriba he llamado el segundo cero keynesiano, es decir, tipos de interés menores que cero o negativos.
¿Cómo podrían lograrse tipos negativos? Hoy no es posible planteárselo puesto que si el dinero que uno deposita en el banco perdiera valor con el tiempo los clientes del banco lo sacarían para guardarlo en efectivo debajo del colchón. Yglesias se hace eco de una propuesta del profesor de economía de Berkeley Brad DeLong, que en este sentido proponía una especie de lotería negativa que eliminaría del curso legal ciertas series de billetes para evitar que la gente acumule efectivo, pero dicha política sería muy probablemente impensable desde el punto de vista de la ventana Overton tal y como escribí recientemente.
Yglesias considera mucho más elegante y factible otra solución, consistente en prohibir directamente el efectivo e imponer una tasa sobre las cuentas corrientes si hubiera un escenario de trampa de liquidez. Pensémoslo bien: técnicamente es perfectamente viable, sobretodo si se vulgariza el pago con el móvil como sugiere Yglesias o se incrementa el uso de otras tecnologías ya existentes como por ejemplo la radiofrecuencia usada en los peajes.
Leí recientemente en Le Figaro que cada habitante de la zona euro tiene, de media, 2.750 euros en efectivo, una cifra que ha aumentado en un 34% desde el inicio de la crisis. Parece que el aumento se debe en gran parte a un incremento del uso de billetes de 50 en relación a otros menores (como el de 10 o 20 euros), pero puesto que al igual que muchos lectores no dispongo en efectivo de una suma ni por asomo cercana a 2.750 euros intuyo que individuos como Gao Ping contribuyen a elevar sustancialmente la media.
La prohibición del efectivo, que duda cabe, le pondría a Gao Ping y a sus clientes las cosas más complicadas. Rubalcaba proponía no hace mucho la supresión de los billetes de 500, e Italia prohíbe pagos en efectivo de más de 1.000 euros desde hace un par de años y la obligatoriedad de conservar una factura para todo pago hecho en efectivo como los que hayan viajado a Italia recientemente habrán comprobado.
La medida propuesta por Yglesias no es sino una culminación lógica de lo que Italia está ya poniendo en marcha, y ¿quién sabe?, a lo mejor se lograría no solamente acabar con chanchullos varios sino con la trampa de liquidez que atenaza a toda la economía europea.