El 'efecto Sánchez' pacifica el convulso PSM
Antonio Carmona concurrirá a las primarias y ya tiene programa para intentar la reconquista de Madrid, una plaza de la que el PSOE salió hace más de 20 años y nunca más recuperó. Bajar el IBI, eliminar la tasa de basura, reducir un 50 por ciento los puestos de libre designación, hacer de la cultura el motor de crecimiento económico, un plan de empleo sobre la rehabilitación de edificios y hasta la peatonalización de buena parte del centro de Madrid son algunas de sus propuestas electorales.
¿Una ciudad? Berlín. ¿Un alcalde? El berlinés, Klaus Wowereit ¿Un barrio? Malasaña ¿Una canción? "La chica de ayer". Claro, él es la "Movida" que, 30 años después, quiere cambiar la capital. Pongamos que hablo de Madrid, donde Sabina cantó que se cruzan los caminos pero el mar no se puede concebir. Tiempo al tiempo porque si Antonio Miguel Carmona es capaz de salir ileso de algunas de las tertulias televisivas que frecuenta, defender con mucho arte lo indefendible y sobreponerse a las embestidas que recibe de algunos voceros de la derecha más cavernaria, capaz es de convertir en océano el Manzanares.
De momento, ya tiene programa para intentar la reconquista de Madrid, una plaza de la que el PSOE salió hace más de 20 años y nunca más recuperó. Bajar el IBI, eliminar la tasa de basura, reducir un 50 por ciento los puestos de libre designación, hacer de la cultura el motor de crecimiento económico, un plan de empleo sobre la rehabilitación de edificios y hasta la peatonalización de buena parte del centro de Madrid son algunas de sus propuestas electorales para una ciudad que acumula 7.500 millones de deuda y está prácticamente intervenida por el Ministerio de Hacienda. Casi nada.
Atentos, porque la batalla por Madrid está a punto de comenzar y un día cualquiera, sin saber qué hora es -como decía Nacha Pop en tiempos de Tierno-, este economista, alférez del Ejército del Aire, republicano y heredero de Eduard Bernstein dará el salto. A punto está de anunciar lo que hace más de un año todo el mundo espera: su candidatura a las primarias del PSOE para la ciudad de Madrid. Aunque oficialmente se reserva opinión hasta que se convoque la consulta en la primera cita del Comité Federal después del verano, hace tiempo que tiene equipo y proyecto. Desde ahora, dicen que cuenta también con el aval del nuevo secretario general que, a diferencia de su antecesor, no es partidario de que Jaime Lissavetzky repita como candidato al principal ayuntamiento de España.
A Carmona le da igual que el que fuera secretario de Estado para el Deporte con Zapatero e íntimo amigo de Rubalcaba se presente o no a las primarias que se celebrarán en otoño. Él concursará en todo caso. Y a aquellos que barruntan y le han sugerido que desplace a Tomás Gómez como candidato a la Comunidad de Madrid les dice "NO" y "NUNCA". Lo llama lealtad, un verbo que conjugará sea cual sea el futuro inmediato del secretario general del PSM, cuya entrada en la Ejecutiva Federal dio pábulo a todo tipo de especulaciones, incluida la de su retirada de la política madrileña, después de anotar en su marcador una derrota histórica en las elecciones europeas al dejar la marca PSOE por debajo del 19 por ciento de los votos. En ninguna región como en Madrid fue tan clamorosa la irrupción de Podemos, que cosechó un 11,28 por ciento, beneficiándose en gran medida del descontento con el PSM. Lejos de plantearse la renuncia por los resultados, como hicieron tanto Rubalcaba como Pere Navarro o Patxi López, entre otros, Gómez sigue inasequible al desaliento.
Tanto que, haya o no primarias con más de un candidato, en el PSM se da por hecho que Carmona será el cartel del Ayuntamiento y Gómez repetirá en el de la Comunidad. Es el precio que el secretario general del PSOE paga por el apoyo que le prestó la federación madrileña en su batalla por el liderazgo federal. Claro que la capacidad de adaptación de Gómez a cualquier escenario político es infinita, ya que si hace dos años vetó la lista de Madrid al Congreso porque llevaba el nombre de Pedro Sánchez, hoy se ha convertido en uno de los principales promotores del sucesor de Rubalcaba. Todo sea por la supervivencia. Un maridaje de conveniencia que perpetúa, sin duda, el inmovilismo y la resignación en la oxidada federación madrileña. Pero el caso es que el efecto Sánchez ha logrado pacificar la convulsa federación de Madrid y aglutinar a tomasistas, cepedistas y simanquistas en torno a las candidaturas de Carmona y Gómez para el Ayuntamiento y la Comunidad.
De ahí que, aunque haga ya dos años que Carmona patea los 179 municipios de la Comunidad y los 21 distritos de Madrid, en agosto haya decidido redoblar su agenda. Es probable que sea el único político del panorama nacional, regional o local que no vaya a tomar un sólo día de descanso. Si el día 1 visitaba por la mañana el polideportivo municipal de la Casa de Campo y por la tarde se reunía con el gerente y los comerciantes del Mercado de Maravillas, por la noche se rodeaba de representantes del mundo de la cultura para valorar los recursos del centro cultural Matadero. Un día después, visitaba una asociación de inmigrantes de Gambia en Carabanchel; al siguiente, escuchaba las ideas del arquitecto norteamericano Adam Bresnick para la reforma del antiguo hospicio de San Fernando y al otro se acercó a la mezquita Al-Ihsan para atender las demandas de los colectivos musulmanes de Madrid...
"No sé cuántos Antonio Carmona hay para hacer lo que estás haciendo, pero te aseguro que ninguno de los candidatos a alcalde de Madrid que he conocido han hecho, a un año de las elecciones, lo que estás haciendo tú. Y además, con inteligencia", le ha escrito estos días Jesús Espelosín, concejal de Urbanismo del primer Gobierno municipal de Tierno Galván. Ex concejales, ex consejeros, militantes de base, representantes de la cultura, directivos de compañías tecnológicas, escritores, arquitectos, investigadores colaboran desde hace meses en el proyecto que Antonio Miguel Carmona tiene para "dar la vuelta a Madrid" y hacer de ella una "ciudad inteligente", además de capital de la cultura europea.
PP y PSOE se la juegan en las municipales y autonómicas de mayo. Y si hay una plaza de alto significado político, esa es Madrid, tanto el Ayuntamiento como la Comunidad. En el primero, gobierna la derecha desde 1989. En la segunda, desde 1995. Pero todas las encuestas apuntan el final de más de 20 años de hegemonía popular. A ese futuro incierto para el PP que dibujan todos los sondeos se une además la incógnita de quiénes serán los cabezas de cartel del partido de Mariano Rajoy. Ni Ana Botella ni Ignacio González, que heredaron los cargos de alcaldesa y presidente regional sin pasar por las urnas, son valores seguros para preservar la mayoría absoluta. En Génova hacen cábalas sobre si el presidente del Gobierno se atreverá a reemplazar a la esposa de José María Aznar. Y si no lo hace con ella, es muy improbable que saque del cartel para la Puerta del Sol al sucesor de Esperanza Aguirre. Si el PP pierde la mayoría absoluta, IU se mantiene y Podemos crece, aunque sea en detrimento del PSM, los socialistas ven una ocasión para un gobierno de progreso en Madrid. En eso andan.