La despedida
Bailarina de la penumbra que levantas la carpa con un salto. Vibran las cañerías, y aprietas mi corazón.
Espío tu rodilla detrás del velo, o será un hombro, o será un derrière... Mientras me hipnotiza el vaivén enérgico de tu danzar.
Te encoges, te expandes, retuerces y estiras. El escenario ya es muy pequeño, el mundo es muy pequeño para ti.
De repente, te invaden el silencio y la quietud. Como si lo supieras todo, o nada. Han pasado casi diez lunas y el espectáculo ha de mutar.
Aúllo.
El público te aclama, crece la expectativa, y tú que te atoras tras bastidores con tu grandeza. Cortan el telón de un lado, levantas la venia y te elevan. La luz baña tu piel Violeta.
Quieren escucharte; permaneces silente. Quieren ver un balance; permaneces inmóvil. Manos cuelgan, cabeza ladea, tal cual una muñeca.
Entre voces nerviosas, te llevan. Suspirando, te llevan. Mirándose cómplices, te llevan. Pero antes...
Rozan tu mejilla y la mía. Me reflejo primera en el ojo grande y redondo. Busco rápidamente la oportunidad y al oído te lo digo. Muy despacio, susurro el mantra que se añeja:
"Hola, soy mamá".
¡Yo que pensé que te despedías! Y apenas empieza la función...
Dedicado al final feliz del parto difícil...