'Brexit' digital: de la crisis a la oportunidad
Por casi una década, desde que comenzó la gran recesión de 2008, la Unión Europea se muestra para muchos como un instrumento insuficiente. La principal expresión del descontento es la ola de extremismos nacionalistas que asola Europa, cuya máxima expresión hasta la fecha fue el triunfo del brexit en Reino Unido. Es la lógica de abandonar el hogar común con dificultades en lugar colaborar en su reparación.
El modelo de negociación del brexit impuesto por la Unión Europea parte de una interpretación estricta de los Tratados comunitarios. Siguiendo la letra de lo establecido en el artículo 50, se está procediendo a negociar primera y únicamente la salida de Reino Unido del proyecto europeo. Han resultado inútiles los esfuerzos británicos de abrir los debates sobre la futura relación entre las partes. La intensa labor desarrollada por los departamentos ministeriales de la Gran Bretaña en los meses de verano cayeron en el vacío.
Las propuestas de diverso calado sobre un acuerdo comercial entre los bloques, la colaboración en el área científica, el 'partenariado' en seguridad y justicia, la continuidad del intercambio de productos y servicios, .... fueron recibidos con comentarios superficiales de los portavoces comunitarios, donde lo que más se subrayaba era que no estábamos en el momento de las propuestas de futuro.
A pesar de la importancia de la economía digital para el Reino Unido, el gobierno británico no ha desarrollado una propuesta holística sobre la relación futura de su sector tecnológico con el Mercado Único Digital. No obstante, retazos del marco de cooperación digital entre el Reino Unido y la Unión Europea que desean los primeros van perfilándose. La confianza es el principal factor para impulsar la adopción de los servicios sobre Internet, quizás por ello, el número 10 de Downing Street haya comenzado por tratar de asentar los pilares digitales en el ámbito de los datos personales y la ciberseguridad.
El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) será una de las últimas regulaciones de la Unión que entrarán en vigencia en el Reino Unido. Será por breve tiempo, menos de un año. Aunque su aplicabilidad obligatoria terminará el día brexit, existe un compromiso con la continuidad de su aplicación en por parte del gobierno británico. Para ser concretos, el proyecto de ley de protección de datos de Gran Bretaña en tramitación embebe el RGPD completo y las empresas del Reino Unido están tomando en serio su cumplimiento contratando personas para cumplir con su articulado.
De acuerdo con la situación expuesta, la propuesta del Reino Unido para la relación futura con la UE en el campo de los datos personales es la continuidad como si no fuera a existir brexit. Ciertamente, existe una sólida justificación para ello. No tiene sentido otra opción que la publicación inmediata de una decisión de adecuación de la Comisión Europea para la transferencia de datos el mismo día que el brexit sea una realidad. Sin embargo, resulta extraña la propuesta británica de dar continuidad a la presencia del ICO (agencia de protección de datos británica) en el grupo de autoridades europeas, y al mismo tiempo ser soberanos para evolucionar su regulación.
Resulta también coherente apostar por una estrecha relación futura de Reino Unido y la Unión Europea en el ámbito de la ciberseguridad. Los incidentes de ciberseguridad son una amenaza global y es bueno disponer de socios adecuados para combatirlos. El hasta ahora Estado miembro, es una potencia mundial en éste área (4º potencia europea y 14ª mundial de acuerdo con el ITU Global Cybersecurity Index 2017) y ha jugado hasta ahora un importante papel de puente entre Europa y Estados Unidos para estas materias. La continuidad de la relación en la ciberseguridad es recogida en la propuesta británica de relación futura entre Gran Bretaña y la Unión en materia de política y defensa exterior. Pero una vez más, choca encontrarse con el anhelo anglosajón de continuar presente en los organismos de cooperación comunitarios definidos en la Directiva de Seguridad de Red e Información, una pertenencia limitada a los Estados miembros.
Al poco tiempo de tomar posesión, la primera ministra británica manifestó su compromiso con el resultado del referéndum con la ya histórica frase "Brexit significa brexit", apostillando que no habría intento de quedarse dentro de la Unión Europea. No parece que vayan en ese sentido las posturas en el ámbito digital, donde todos los posicionamientos británicos apuntan en sentido contrario. Es algo que parece lógico, ya hace tiempo exprese mis dudas sobre la viabilidad de un brexit digital. A pesar de la materia binaria que componen los servicios digitales, el camino puede ser evitar la necesidad de elegir entre tan solo las opciones de dentro o fuera del Mercado Único Digital para la búsqueda de un espacio superador.
Las relaciones comerciales se basan de modo creciente en el intercambio de datos, que constituyen la materia prima de la economía y sociedad digital en que vivimos. Entre 2008 y 2012, el tráfico mundial de datos aumentó en un 49%, mientras que el comercio de bienes y servicios aumentó sólo un 2,4%. Sin flujo de datos son ya impensables las relaciones económicas, y para que el flujo de datos exista se necesita la confianza.
El brexit abre la ocasión de la creación de un escenario global de consensos digitales sobre ciberseguridad y protección de datos, el nacimiento de un espacio de confianza que comenzando por la Unión Europea y Gran Bretaña, se unan otros actores, como Estados Unido o Japón. De la escasa viabilidad de un brexit digital, podría surgir la oportunidad de establecer los cimientos para un auténtico mercado digital global sobre las cenizas del Mercado Único Digital europeo.