Duran Adam, el hombre de pie
Mientras Erdogan buscaba a quién culpar, las protestas cobraron más importancia y la población respondió con violencia a la violencia hasta que un día, un hombre dijo: Voy a mantenerme en pie. Y con eso, se creó una nueva forma de protesta.
La reciente agitación en Turquía trajo una pizca de emoción a este escritor, ya que Turquía fue uno de mis hogares de niño, por lo menos entre las edades de siete y diez años al principio de los años sesenta. Me acuerdo de cómo, siendo yo un niño pequeño que vivía en el barrio de Kavaklidare de Ankara, me sentía como si Ankara me perteneciera. Me paseaba por la ciudad entablando conversación con todo el mundo que encontraba, y aunque estoy seguro de que mis padres tenían un ojo puesto en lo que hacía, yo nunca me percaté de ello. De lo que sí que me percaté fue de la calidez del pueblo turco. Entonces, una mañana, la familia se despertó con el sonido de violencia, el estadillo de un conflicto con aviones militares volando ante nuestras ventanas y el Palacio Presidencial en la cima de la colina de Cankaya siendo bombardeado y ametrallado. Mis padres nos llevaron a mis hermanos y a mi a toda prisa al pasillo interior de nuestro piso y nos embutieron entre colchones (estábamos tan apretados que les dijimos que preferíamos arriesgarnos con los cristales rotos). Y durante los días siguientes, estuvimos confinados en nuestro piso con solo el agua que había en la bañera, que mi madre muy sabiamente habia llenado, y la ciudad se vio envuelta en un golpe de Estado.
Estas últimas semanas han visto a Turquía otra vez envuelta en un conflicto interno. Lo que empezó con un grupo de estudiantes protestando pacíficamente en contra de la destrucción del Parque de Gezi, en la Plaza de Taksim en Estambul, para construir un aparcamiento de coches, se ha agravado y convertido en algo que va mucho mas allá de una simple protesta civil, y en gran parte la culpa se puede atribuir al extraordinario uso de la fuerza por parte de la policía de Estambul, una reacción desproporcionada que recuerda a acontecimientos en la historia de otros países (La masacre de Kent State en los EEUU, en 1970 por ejemplo). Tal y como sabemos, cuando un lado de una protesta se intensifica hasta el punto que uno no puede ignorar la aplastante represión, eso atrae la atención de ojos tanto nacionales como internacionales, e inflama la reacción por parte del otro lado de la ecuación. Y con eso, se prendió la llama de este incendio.
Aquí es donde el primer ministro Recep Tayip Erdogan (antiguo alcalde de Estambul) ha perdido su oportunidad para ser la gran figura de Estado que fue Mustafa Kamal Ataturk, y en vez de eso se ha puesto los arreos siguiendo los indignantes consejos de sus lugartenientes. Debería estar prestando atención al hecho de que unas 40.000 personas caminaron desde el lado europeo del Bósforo hasta el lado asiático para participar, pacíficamente, dando su apoyo a sus conciudadanos que estaban siendo sometidos a la brutalidad ordenada por Erdogan. Ahora se encuentra que todo lo bueno que hizo después de ser elegido con un 34 por ciento del voto popular con su Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) controlando dos tercios de la Asamblea Nacional ha sido empañado. Se ha convertido en carne de carroña para todos los programas de humor de las noches, autoretratandose como un pelele jugando a ser primer ministro. Erdogan ha permitido que su ego le pudiera a la razón.
Los diputados turcos serán los que decidan en última instancia cuándo promulgar una moción de censura contra Erdogan para sacarlo del poder. Si esperan demasiado, las fuerzas armadas turcas tienen una tendencia histórica de poner las cosas en su sitio a favor del pueblo cuando un cargo electo se transforma en un dictador innoble, un viaje del cual se acusa a menudo a Erdogan de haber iniciado hace mucho tiempo (1960 y 1981).
Y mientras Erdogan buscaba a quién culpar, las protestas cobraron más importancia y la población respondió con violencia a la violencia hasta que un día, un hombre dijo: Voy a mantenerme en pie. Y el 18 de junio, un hombre solo, Erdem Gunduz, fue a la recientemente reabierta Plaza de Taksim y se puso de pie, literalmente. Se mantuvo erguido sin moverse durante seis horas, con su bolsa delante de él. Y con eso, se creó una nueva forma de protesta, la de "Duran Adam" (Hombre de Pie en turco). A lo largo y ancho del país, madres, esposas, hermanas, hermanos, maridos y padres de Turquía, salieron de sus casas y tomaron las calles en una protesta silenciosa. Y entonces, con la velocidad de Internet, Duran Adam empezó a acumular apoyos por toda Europa con simpatía y protestas solidarias alineándose con el hombre de a pie turco teniendo lugar en Europa y mas allá.
La BBC informa sobre el Duran Adam-El hombre de pie.
Mi amiga Jade Yesim Gunver, antigua presentadora y corresponsal de TRT, que cree en el poder de la gente viviendo junta en tolerancia y paz, abraza la idea de protestar en pie por la paz. Dice que el movimiento Duran Adam-El Hombre de Pie nos unirá bajo la humanidad y ayudará a detener la violencia en Turquía y en otros lugares. El número de silenciosas y pacíficas protestas Duran Adam que están teniendo lugar en todo el mundo demuestran que no está sola en esta creencia.
La llamada a la acción para todos en EEUU para mostrar su apoyo y participar en el Duran Adam en Estados Unidos es el 1 de julio de 2013 a las 12:00 EST. Salgan de su oficina, su hogar, su automóvil, sostengan su pancarta "Duran Adam" en apoyo al pueblo de Turquía. Saquen una fotografía y cuélguenla en la red social de su elección con los hashtags #ElHombreDePie #DuranAdam.