Los ecos del 15M
Ya han pasado muchos años desde aquel 15 de mayo de 2011, fecha ya señalada en nuestro calendario histórico. El eco de aquellos gritos de indignación que resonaron durante tiempo en la Puerta del Sol de Madrid, todavía siguen escuchándose, pero cada vez de forma más leve. La indignación se ha transformado durante estos más de cuatro años en muchas otras cosas.
Ya han pasado muchos años desde aquel 15 de mayo de 2011, fecha ya señalada en nuestro calendario histórico. El eco de aquellos gritos de indignación que resonaron durante un tiempo en la Puerta del Sol de Madrid, todavía siguen escuchándose, pero cada vez de forma más leve. La indignación se ha transformado durante estos más de cuatro años en muchas otras cosas.
El efecto inmediato que tuvo este movimiento fue la pérdida electoral, de forma clara y en todo el territorio español, del partido que en aquel momento estaba en el gobierno. El PSOE perdió las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2011 y las generales de noviembre de ese mismo año. Y paradojas de la vida, esta indignación que se manifestaba en propuestas de izquierda llevó al partido tradicional de la derecha española a ocupar los más amplios espacios de poder que había conocido en su historia.
Este efecto electoral tuvo el resultado previsible. Medidas de derechas puestas en marcha desde todas las instituciones, que encontraban la contestación de los ciudadanos en la calle, a través de las denominadas mareas que se teñían de un color, dependiendo de la causa que defendían, y que aglutinaban a las organizaciones que tradicionalmente habían defendido esas causas y a personas que a título individual se unían.
Años después y, como era esperable, surgieron partidos como setas, a la derecha, en el centro y a la izquierda; pero no todos tuvieron el mismo éxito. Los medios de comunicación, principalmente las televisiones, encumbraron a unos e ignoraron a la mayoría. Fue el tiempo en el que el cuarto poder comprobó su verdadera influencia política, haciendo subir a unos hasta la cumbre y bajándolos a la sima a su antojo.
Pasados cinco años y creados los instrumentos políticos para encauzar esa indignación ciudadana, es el momento de hacer una evaluación del resultado y de si las reivindicaciones de aquellos movimientos ha tenido el efecto deseado.
Evidentemente, las demandas programáticas de cambio no se han puesto en marcha desde el gobierno, sino todo lo contrario, algo lógico teniendo en cuenta que todavía tenemos un gobierno presidido por el señor Rajoy que es contrario a ellas. Si nos paramos a leer las medidas de gobierno propuestas por Pedro Sánchez en la sesión de investidura, comprobaremos que un amplio porcentaje están recogidas, por lo que el gobierno no progresista supone otra oportunidad perdida que esperemos que se solucione pronto.
Aún con la falta de gobierno progresista que nos permita ver si se ponen en marcha esas medidas, sí hemos podido comprobar si en el funcionamiento de los nuevos partidos aparecen las demandas que se debatían en las asambleas que se celebraron en Sol y en muchas plazas de España.
Pedían a gritos más democracia interna en los partidos, nuevas formas de elección de candidatos, rendición de cuentas de cargos públicos, lucha contra la corrupción, transparencia en las cuentas... Curiosamente si nos paramos a analizar a cada uno de los partidos con peso actualmente en el parlamento español comprobaremos que el PSOE ha hecho razonablemente bien los deberes: un código ético muy exigente que impide que haya imputados en las listas, obliga a dimitir con la apertura de juicio oral y expulsa con la condena en firme. El PSOE ha obtenido la máxima nota en la evaluación anual de Transparencia Internacional. Elige a sus candidatos a través de procesos de primarias, hace consultas entre la militancia para valorar los pactos de gobierno, ha puesto en marcha asambleas abiertas donde la única norma es la libertad del que interviene... Estas y muchas otras medidas me llevan a pensar que se han hecho los deberes de forma razonable.
Los acontecimientos internos de los últimos días en los nuevos partidos permitirán a cada uno sacar sus conclusiones sobre si han cumplido con las expectativas, sin necesidad de que yo lo diga.
Para los que suelen acusarme de falta de autocritica les daré una alegría. Reservaré un próximo artículo para hablar de las mejoras que tenemos que introducir para corregir los errores que hayamos podido cometer, que evidentemente los hay.