"La Posidonia es para ricos": nuestro patrimonio natural arrasado
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"La Posidonia es para ricos": nuestro patrimonio natural arrasado

Mientras nadaba en Mallorca el sábado pasado dos bañistas pasaban a mi lado hablando de... sí, ¡de la prima de riesgo! Pocos minutos después sobrevolaban nuestras cabezas un hidroavión que cargaba agua a unos cientos de metros para apagar un incendio cercano.

Este verano está siendo diferente en casi todo.

Mientras nadaba en Mallorca el sábado pasado dos bañistas pasaban a mi lado hablando de... sí, ¡de la prima de riesgo!

Pocos minutos después sobrevolaban nuestras cabezas un hidroavión que cargaba agua a unos cientos de metros para apagar un incendio cercano. Al regresar a casa sigo oyendo el ir y venir del avión mientras veo una columna de humo en la lejanía.

Eso sí que sigue igual: como cada verano vemos como nuestro patrimonio natural es arrasado, la mayor parte de las veces por fuegos intencionados. Especulo con que quizás los bañistas que me crucé se estuviesen preguntando "¿Como va la prima de riesgo de nuestro patrimonio natural?", que como ya sabemos es jerga para referirnos a nuestra confianza en el futuro de nuestro patrimonio natural.

Este verano se alinean dos factores de riesgo: (1) las olas de calor, con alta temperatura y sequía, lo que cada vez veremos con mayor frecuencia e intensidad como resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero, y (2) la crisis económica como excusa para reducir los medios para combatir los incendios y las actuaciones de prevención. A juicio de su valoración por los ciudadanos, quizás debiéramos añadir la (¿in?)competencia del ministro del ramo, el Sr. Arias Cañete (valoración en el Barómetro del CIS de Julio 3.59), como un factor de riesgo adicional.

Lo que es menos evidente es que por debajo del espejo de agua sobre el que se posa el hidroavión del dispositivo contra incendios también arde un fuego, esta vez sin humo y sin llama, difícil por tanto de detectar, pero que también arrasa nuestro patrimonio natural. Las anclas y cadenas de las embarcaciones fondeadas labran el fondo marino y arrancan las matas de Posidonia, el gran tesoro natural del Mediterráneo.

Los navegantes ven los bosques de Posidonia* como manchas oscuras que se alternan con el color turquesa de las aguas sobre fondos desnudos, derivado de la dispersión de la luz por las blancas arenas del litoral balear, y se dividen entre los que la consideran algo positivo y aquellos que la consideran una molestia.

Los que la consideran algo positivo son aquellos que han leído o han oído hablar de su gran valor ecológico. Los que la consideran algo negativo son aquellos que ven en su protección una traba a su libre albedrío como navegantes o como empresarios, pues está prohibido realizar actividades que la afecten, como el fondeo, la pesca de arrastre o la construcción de infraestructuras como puertos, en aquéllas zonas donde está protegida, que, de acuerdo con la legislación española y la Directiva Habitat de la UE, debería de ser todo el fondo marino que ocupa, esté especialmente protegido o no.

 

Acuarela de Miquel Alcaraz representando un bosque de Posidonia oceanica (dibujo sobre una fotografía de Manu Sanfélix)..

En las Islas Baleares, los bosques de Posidonia ocupan cerca de 2.000 Kilómetros cuadrados de extensión (de unos 50.000 kilómetros cuadrados en todo el Mediterráneo), el 90% del que ocupa en todo en el Mediterráneo español, en fondos de entre 1 y 45 metros de profundidad, así que es relativamente difícil encontrar un área libre de Posidonia. De hecho muchas de las zonas "libres" de Posidonia son aquéllas donde las anclas ya han conseguido arrancarla casi por completo, como en la mayor parte de los fondeaderos más populares de las islas Baleares.

Las anclas de las embarcaciones rastrillan el fondo marino arrancando las matas de Posidonia a lo que contribuyen también sus cadenas al bornear (girar) sobre la pradera. Durante el invierno, los temporales actúan sobre esas heridas abiertas en la pradera para seguir arrancando matas de Posidonia.

En el Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera se instalaron hace tiempo unas boyas de fondeo para que las embarcaciones no tengan que dar el ancla en el Port de Cabrera.

Gracias a la financiación derivada del programa LIFE de la Unión Europea, el gobierno balear inició hace años un programa de instalación de boyas diseñadas específicamente para evitar los daños a la Posidonia para que los navegantes no tuviesen que dar el ancla. Aunque su implantación estaba limitada a algunas zonas, este programa tuvo un éxito razonable.

El año pasado ese programa no se renovó a tiempo y se suscitó una polémica importante por los destrozos por anclas sobre las praderas de Posidonia en Formentera. En la playa de S'Espalmador en Formentera, donde la pradera de Posidonia está además declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es habitual encontrar fondeados en verano yates de más de 50 metros e incluso más de 100 metros de eslora, muchos pertenecientes a famosos y personajes poderosos, de cuya presencia a bordo dan testimonio en las revistas de papel cuché los potentes teleobjetivos de los paparazzi.

 

Mis compañeros trabajando en una pradera de Posidonia en Formentera.

Este verano el gobierno balear ha puesto en marcha una serie de iniciativas que arrancaron con el anuncio de un decreto ley que prohibirá que los barcos de más de 12 metros de eslora fondeen sobre praderas de Posidonia a menos de 35 metros de profundidad y contempla la instalación de 358 boyas de fondeo en zonas protegidas que se pueden reservar por internet. El uso de las boyas en Cabrera pasará a costar entre 13 euros y 110 euros por noche, según la eslora de la embarcación.

Estos planes, que parecen razonables, han soliviantado los ánimos de muchos navegantes. Uno de ellos, que tiene su embarcación en un puertecito popular en Mallorca, se quejaba de esta medida y me decía que "la Posidonia es para ricos", expresión que da título a este post. Se trata de un navegante experimentado y enamorado del mar y que con seguridad conoce y valora las praderas de Posidonia, por lo que sus palabras me hicieron meditar y plantearme una serie de preguntas.

La animadversión contra nuestro patrimonio natural es un elemento de riesgo que se ha de evitar. Sabemos bien que cuando esta animadversión se ha focalizado sobre áreas protegidas que parte de la población percibía como una traba a sus oportunidades de desarrollo económico, el resultado han sido los incendios provocados. Afortunadamente, no es fácil incendiar una pradera submarina, de otra forma, ya habría ardido "accidentalmente" más de una que ha dado al traste con proyectos portuarios multimillonarios en nuestras costas.

Es importante pues acompañar el uso de la legislación para proteger nuestro patrimonio natural con la información y la educación para que todos sepamos valorarla, y con la búsqueda un modelo económico que distribuya de forma justa la carga de esta conservación. Estoy seguro de que la mayoría de los navegantes, incluidos los famosos y poderosos con sus yates de más de 30 metros, evitarían fondear sobre la Posidonia si supiesen que no se trata de un alga dañina, sino de una especie protegida y un organismo absolutamente único.

Si bien su hábitat submarino la ha protegido frente a los incendios, también lleva asociada su escasa visibilidad, que hace que poca gente la conozca o sepa reconocer su gran valor ecológico.

 

La nacra, Pinna nobilis, es uno de los habitantes de la pradera de Posidonia..

Pregunta 1: ¿Se nos ocurriría acaso tumbar con un vehículo 4x4 una sequoia centenaria de California simplemente porque queremos aparcar el coche?

Seguro que no. Solo se explica que sigamos dañando la Posidonia con el ancla de nuestras embarcaciones u otras actuaciones porque no seamos plenamente conscientes del daño que hacemos.

Pregunta 2: ¿Es la protección de nuestro patrimonio natural algo solo para ricos?.

En un pasado que yo aún recuerdo bien, en el que no existían parques nacionales ni áreas protegidas, la naturaleza era decididamente patrimonio exclusivo de los ricos. Estos eran los únicos que se podían permitir mantener sus fincas reservadas para la caza y otras actividades lúdicas, o que poseían caballos, vehículos todo terreno o embarcaciones para desplazarse por áreas naturales. Lean si no, Los santos inocentes de Miguel Delibes (1981) o vean La escopeta nacional de Jose Luis Berlanga (1978).

La única naturaleza de la que disfruté en mi infancia (años 60) fueron (1) el estanque del Retiro que recorrí alguna vez en barca de remos y en cuyas misteriosas profundidades es posible que se iniciase mi interés por la oceanografía; (2) los campamentos de la Organización Juvenil Española, extensión práctica de la asignatura obligatoria "Formación del Espíritu Nacional", donde nos inculcaban el espíritu nacional a base de collejas, bofetadas e himnos sobre donceles, montañas nevadas, cisnes plateados y otras pendejadas; (3) los más pacíficos picnics familiares dominicales en la Casa de Campo de Madrid o la cuneta de la carretera de Miraflores de la Sierra mientras el transistor (así se llamaba a las radios portátiles a pilas) iba cantando los goles de la jornada en la hora de más calor, y (4) las playas de las tierras de origen de mis padres en El Palo (Málaga) y Oeiras (Portugal), donde aprendí a nadar y guardar la ropa.

 

Verano de 1969. El autor (2do por la izquierda) formando para la revisión diaria frente a su tienda en un campamento de verano de la Organización Juvenil Española. A su derecha (3ro por la izquierda) su hermano mayor y protector, Alberto.

Afortunadamente, nuestro patrimonio natural es ya, mayoritariamente, un bien público, pero,

Pregunta 3: ¿Qué prioridad debe tener la conservación de nuestro patrimonio natural, incluyendo los bosques de laurisilva que han ardido en La Gomera o las praderas de Posidonia en la asignación de los menguados recursos públicos?

Ha sido el ministro de Industria, el Señor Soria, no el de Medio Ambiente, quien se ha adelantado al preguntar qué gastos se podrían ahorrar antes de desproteger nuestro patrimonio natural. Bienvenida sea esta oportuna reflexión en la que vale la pena profundizar.

Estoy seguro que el Señor Soria se ha puesto, en respuesta a su pregunta retórica, a buscar opciones junto a sus colegas de Consejo de Ministros. Que no busquen, por favor, ni en la sanidad, ni en la educación, ni en las pensiones ni en la I+D, todas ellas ya bastante machacadas.

La educación está, además, particularmente ligada a nuestra valoración y respeto por nuestro patrimonio natural. Propongo al Señor Wert que introduzca elementos de conocimiento de la relación entre bienestar humano y prosperidad social y conservación de la naturaleza en su revisión del currículum de Educación para la Ciudadanía, incluso si para ello ha de presentar nuestro patrimonio natural como la Obra de Dios ("Opus Dei"), tan próxima y querida a nuestros gobernantes actuales.

Pregunta 4: ¿Es posible financiar la protección de la naturaleza sin que estos costes generen animadversión o seleccionen a quienes pueden disfrutar de nuestra naturaleza por su poder adquisitivo?

La conservación de nuestro patrimonio social no ha de descansar exclusivamente sobre recursos públicos. De hecho muchas fundaciones y obras sociales de bancos y cajas, notablemente la Fundación FBBVA, pero también la Fundación del Santander y obras sociales de cajas de ahorro como La Caixa, CAM, Caixa Galicia entre otras, dedicaron esfuerzos importantes a financiar investigación y actuaciones para la conservación de la naturaleza. Estoy seguro de que seguirán haciéndolo.

También podemos seguir contando con los esfuerzos de las muchas ONGs que en España se empeñan en la protección de la naturaleza y el voluntariado que muchas veces se ha remangado para combatir contra tragedias naturales como incendios o vertidos tóxicos.

 

Embarcaciones fondeadas en la bahía de Santa Ponça, Mallorca.

Una vez que se reconoce el valor económico de los servicios que reportan los ecosistemas aparecen, además, nuevas y múltiples opciones para poder financiar la protección de nuestro patrimonio natural. Por ejemplo, las praderas de Posidonia secuestran cantidades importantes de CO2 de la atmósfera, pero esa capacidad de sumidero se está perdiendo a un ritmo en torno al 5% anual.

Dado que la protección de la Posidonia llevaría a una reducción de emisiones de CO2, esta protección podría financiarse de los fondos derivados de los mercados de emisiones de CO2, al igual que se benefician de estos esquemas bosques en Indonesia y otros lugares (e.g. REDD+). Es una estrategia que propuse, junto a agencias de Naciones Unidas, en 2009 ("Blue Carbon") y que ha cuajado en muchos países, pero aún no en el nuestro, a pesar de la oportunidad en torno a la capacidad única de los bosques de Posidonia como sumideros de CO2.

Es más, estoy seguro de que habría empresas nacionales o internacionales, grandes emisores de CO2, que estarían dispuestos a destinar parte de los fondos que destinan a pagar por sus emisiones a evitar la pérdida de Posidonia y, con ello, evitar pérdida de este sumidero de CO2. Estas empresas podrían, además, asociar su imagen con este ecosistema y esta buena causa.

La protección de la naturaleza no es únicamente responsabilidad del Gobierno, sino de toda la sociedad, pero es sobre el Gobierno sobre quien recae la responsabilidad legal de ejercer esta protección y de liderar, como regulador, la acción de la sociedad civil.

La búsqueda de nuevas opciones que no dependan de recursos públicos para financiar la protección de nuestro patrimonio natural debiera ocupar buena parte de los esfuerzos de nuestros gobernantes. Sin embargo, cada vez parece más evidente que las coletillas de "con la que está cayendo" y el "no hay un duro" sirven, como en muchos otros ámbitos de Gobierno, como excusa para no hacer nada, incluso si se trata de captar recursos privados en beneficio público.

Pregunta 5. ¿Aprenderé a escribir blogs cortos?.

Sigo prometiendo a Montserrat Domínguez y a Gloria Rodríguez-Pina, coordinadora de blogs de El Huffington Post, que algún día aprenderé a escribir cosas cortas... quizás me estrene en el siguiente post.

*La Posidonia (Posidonia oceánica) es una planta superior adaptada a la vida sumergida en el océano exclusiva del Mediterráneo, donde forma uno de los ecosistemas más productivos e importantes para el mantenimiento de la biodiversidad. Los bosques o praderas de Posidonia están protegidos por la Directiva Habitat de la Unión Europea y por la legislación española que los declara como en Régimen de Protección Especial, lo que implica que se prohíbe su destrucción intencionada. Las praderas de Posidonia sirven como habitat a especies también protegidas y amenazadas, como la nacra (Pinna nobilis), que con más de un metro de altura es uno de los mayores bivalvos que existen.

Se puede pensar en la Posidonia oceanica más como un árbol tumbado sobre el fondo marino que una hierba. Se trata de una de las plantas de crecimiento más lento, sus rizomas (tallos) crecen 1 centímetro al año, raramente florece, y es probablemente el organismo más longevo de la biosfera. Precisamente en Formentera encontramos un clon que podría superar los 100.000 años de edad. Sus hojas viven un año y cada uno de sus tallos llega a vivir más de 50 años. Su lento crecimiento implica que la Posidonia tarda entre 200 y 600 años en ocupar una hectárea de fondo marino.

Los bosques de Posidonia se cuentan entre los ecosistemas más productivos de la biosfera, y destacan por su capacidad para actuar como sumideros de CO2, que supera en 10 veces a la del bosque amazónico virgen. Los arrecifes que forman los bosques de Posidonia acumulan depósitos de carbono de varios metros de espesor, retienen sedimentos, disipan la energía del oleaje y alimentan las playas con carbonatos, protegiendo a las costas frente a la erosión y manteniendo la transparencia del agua. Estos bosques dan cobijo, además, a buena parte de la biodiversidad del Mediterráneo, incluyendo un buen número de especies protegidas.