¿Por Qué Insisten En Decir Que La Educación Gratuita Es Regresiva?
Los estudiantes chilenos, como los mexicanos y canadienses, no solo quieren mejorar la educación que reciben, quieren que la educación sirva para cambiar a sus sociedades para hacerlas más justas e integradoras.
El 21 de mayo, en el día que el presidente de la República da cuenta a los chilenos del estado y avance de la nación, Sebastián Piñera señaló:
"Sabemos que algunos proponen educación gratuita para todos y no solo a los más vulnerables y la clase media necesitada. Francamente, en un país con tantas carencias y desigualdades como el nuestro, no es justo ni conveniente que el Estado, con los recursos de todos los chilenos, financie la educación de los más favorecidos."
Luego de este nuevo portazo en la cara a las demandas de un movimiento social que posee una altísima legitimidad entre la ciudadanía, la derecha ha iniciado una ofensiva comunicacional en tratar de hacer valer su posición, según la cual, la educación gratuita es injusta. Lo que subyace a esta afirmación es la nula voluntad del Gobierno de avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.
En Chile, las desigualdades solo han aumentado las últimas cuatro décadas. Los estudiantes chilenos desde hace muchos años hemos sido conscientes de las horrorosas desigualdades que afectan al país y, a su vez, hemos denunciado que nuestro sistema educacional reproduce y profundiza dichas desigualdades.
La propuesta por una educación pública, gratuita y de calidad se enmarca en un proyecto global preocupado de cómo superar las desigualdades que azotan a nuestra sociedad. Esa propuesta global es el eje central de las demandas sociales en Chile que han remecido a todo el país y que hicieron eco y han servido como insumo de una serie de movimientos estudiantiles que florecen en más ciudades y países del mundo. Los estudiantes chilenos, como los mexicanos y canadienses, no solo quieren mejorar la educación que reciben; quieren que la educación sirva para cambiar a sus sociedades, para hacerlas más justas e integradoras.
Por eso, cuando la derecha en Chile señala que no está disponible para avanzar hacia la gratuidad debido a la desigualdad intrínseca de nuestro país, y remata diciendo que la gratuidad es un despropósito porque a la universidad van los más ricos, lo que subyace es una postura que busca mantener el statu quo, afirmando que la educación gratuita nunca será una posibilidad y el Estado no debe garantizarla porque sería injusto darle más plata a los más ricos, están diciendo que si dependiera de ellos, a la universidad seguirán asistiendo los más ricos.
Esto es una demostración de que no están disponibles a realizar cambios estructurales que impliquen mayor igualdad y equidad en la sociedad chilena. Prueba de ello además, es que anuncia con bombos y platillos una gran reforma tributaria que, sin embargo, un amplio espectro de analistas la califica como un mero ajuste tributario que no soluciona en nada el problema de la desigualdad en Chile.
El ministro de Educación, Harald Beyer, utiliza sus conocimientos técnicos para desacreditar las propuestas del movimiento estudiantil. Nos llama a revisar información que demuestra que la educación gratuita es regresiva, manteniendo la esencia del discurso de los anteriores ministros de educación (que no lograron durar mucho en la cartera) que pretende instalar la falsa idea que estamos ante un Gobierno justo que defiende a los pobres y ante un movimiento social por la educación injusto, que propone políticas públicas regresivas y que benefician solo a los ricos. Lo bueno es que solo ellos creen sus mentiras.
Sabemos que no basta con entender la educación como un derecho y, por tanto gratuita, para construir la sociedad más justa que anhelamos. Por esa razón es que en las propuestas del movimiento estudiantil no se encuentra solo la gratuidad de la educación y la reforma tributaria. Junto con ellas planteamos reformas al acceso a las entidades de educación superior para captar estudiantes de todos los sectores socioeconómicos; la democratización de las entidades educativas para guiar su accionar hacia los intereses de las grandes mayorías; aportes basales a las universidades que permitan desarrollar con fuerza la investigación y la extensión universitaria para acabar con la universidad-empresa que solo desarrolla la docencia, de manera mecánica, sin formación crítica y con dudosa calidad; que el Estado recupere su rol en la educación técnica; y que, por cierto, la gratuidad no solo sea en la educación superior sino en todos los niveles del sistema educativo.
Y, a su vez, como estudiantes somos conscientes que no basta con hacer transformaciones estructurales al sistema educativo, sino que abarcar otras áreas que se encuentran secuestradas en nuestra sociedad: reforma al sistema binominal y asamblea constituyente para oxigenar nuestro sistema político; recuperación de nuestro recursos naturales, construir una matriz energética sustentable, avanzar hacia una efectiva descentralización, son demandas que empiezan a aflorar en el conjunto del pueblo de Chile.
Las propuestas del movimiento estudiantil aspiran a realizar un cambio estructural del sistema educativo y convergen con otras demandas del mundo social. Es majadero por parte del Gobierno referirse solo a partes cercenadas de la totalidad de nuestras propuestas, para hacerlas ver retrogradas e injustas. Pero al hacer eso no hacen más que reflejar la esencia de sus políticas y no las nuestras.
El movimiento estudiantil chileno sigue activo en el desafío de cómo conseguir las demandas planteadas, actúa con la convicción de saber que sus planteamientos son respaldados por el conjunto de la sociedad y que es debido a un Gobierno retrogrado y una institucionalidad antidemocrática heredada de la dictadura, que aun no ha habido el éxito que el movimiento estudiantil reclama.
La lucha del movimiento estudiantil no es una mera pelea gremial, es la conciencia de las nuevas generaciones que la consigna de que en Chile "mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas" aun no se hace realidad, pero que con la unidad del pueblo, estaremos muy próximos de dar ese trascendental paso.