Su salud, tu salud, nuestra salud (Carta a la ministra de Sanidad)
La falta de atención sanitaria a las personas más desfavorecidas tendrá como consecuencia no sólo los injustos dramas personales que se puede usted imaginar y supongo le horrorizan, sino además, el aumento de los ingresos y la sobreutilización de las urgencias hospitalarias, el incremento de la presión asistencial y del gasto sanitario...
Señora ministra de Sanidad, señora Mato. Seguro que usted ha pasado algunos buenos ratos viendo películas de serie B y seguro que, aunque sea usted más joven, recordará como yo esas en las que una población entera sufría la invisible invasión de unos extraterrestres o de unos ultracuerpos. Esas pelis nos ofrecían el drama de una pequeña y floreciente ciudad norteamericana, de irreprochables y pulcros habitantes que, de la noche a la mañana sufría la extraña invasión. Ya se sabe que las invasiones inadvertidas son las peores, las que caen de la noche a la mañana... Poco a poco y como quien no quiere la cosa, la invasión va produciendo mutaciones que se hacen muy difíciles de contrarrestar. Nadie sospecha que bajo la serena apariencia de una parte de la población, se esconden unos peligrosos invasores que quieren el exterminio de la sociedad toda. Las vainas, los mutantes, los ultracuerpos, van, poco a poco, destruyéndolo todo.
Créame que pretendo, señora Mato, con estas líneas hacer un poco de pedagogía, un poquito de por favor como decía aquél, para refrescarle unas nociones simples que, como en las películas de serie B, puedan ayudar a defender a la población de las amenazas mutantes que, a mi entender, se ciernen sobre su salud, tu salud, nuestra salud.
Sepa, ministra, que con la excusa de que estamos sufriendo una enorme crisis económica y que el ahorro se hace imprescindible, se están tomando medidas que están afectando a un derecho básico de la ciudadanía: el Derecho a la Salud; sepa usted que muchas de las medidas que se nos venden como soluciones colocan en situación de extrema vulnerabilidad a algunos de los sectores de la población más desprotegidos, agravando el riesgo de exclusión social e incrementando las desigualdades en salud de nuestra sociedad.
Quiero advertirla que la falta de atención sanitaria a las personas más desfavorecidas tendrá como consecuencia no sólo los injustos dramas personales que se puede usted imaginar y supongo le horrorizan, sino además, el aumento de los ingresos y la sobreutilización de las urgencias hospitalarias, el incremento de la presión asistencial y del gasto sanitario... Verá que, como en las peores pesadillas de nuestros recordados filmes, la solución arbitrada se convierte en el peor castigo, pudiendo llegar incluso a generarse un serio problema de salud pública.
Un tal doctor Jaramillo, con ese nombre tan antiguo y de jarabe, responsable del Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, ha señalado que la inversión en salud, que implica apostar por la prevención, el diagnóstico precoz y la atención temprana es mucho más eficaz y económica que el tratamiento tardío, los ingresos hospitalarios y la atención de urgencia, "la inversión en salud es la más rentable". (Ese doctor es como el héroe rubio y bien peinado que acude a combatir las vainas invasoras pero debe convencer a las autoridades de su existencia y la malignidad de sus acciones).
También debo recordarle que la exclusión del sistema sanitario de las personas migrantes en situación irregular supone una violación de los derechos humanos y contraviene lo establecido en el Artículo 43 de la Constitución Española, donde se reconoce la protección a la salud. A su salud, a nuestra salud. Pero esto ya lo deber saber usted, imagino...
Los criterios en que se basa el Real Decreto Ley 16/2012, de 20 de abril, son, lo sabemos usted y yo, señora Mato, economicistas e ideológicos, en ningún caso médicos, y penalizan a los sectores más vulnerables de la población. A su salud. Y, le recuerdo, que varias Comunidades Autónomas (Asturias, Cataluña, País Vasco y Valencia) se han manifestado en contra de esta medida discriminatoria que promueve el RDL y que son muchas, pero que muchas, las voces de colectivos profesionales que van a objetar en su contra. Por nuestra salud.
La falta de atención sanitaria en el caso de enfermedades contagiosas -tuberculosis- o transmisibles -VIH y otras ITS- generará, ay!, un serio problema de salud pública incrementando el riesgo de transmisión y suponiendo un deterioro de la salud comunitaria.
¡Cómo es posible que haya desaparecido la Secretaría del Plan Nacional contra el Sida...! ¿Por qué se han eliminado de los Presupuestos Generales del Estado las partidas destinadas a las CC AA que provenían del Ministerio de Sanidad, su Ministerio, ministra, a través del Plan Nacional de Salud, dificultado la labor preventiva y de atención que se venía realizando -y muy bien- desde hace muchos muchos años...?
A día de hoy no se han convocado las subvenciones, que ya no serán específicas de VIH, -nuestra salud- sino que contemplaran otras enfermedades...
Me dice usted que España va a contribuir en la consecución de los objetivos marcados en las nuevas estrategias de ONUSIDA y la OMS para el periodo 2011/2015, priorizando el fortalecimiento de los sistemas de salud equitativos y de calidad... y me añade, así como la integración efectiva de los programas destinados a hacer frente a la pandemia del VIH... Y yo le pregunto, ministra: con esa medida que excluye a los migrantes en situación irregular y que se aplicará sí o sí a partir del 1 de septiembre, ¿cómo pretende cumplir con esos objetivos? Y le recuerdo, ministra, en el caso del VIH, que el Grupo de Estudio del SIDA de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, que agrupa a los médicos expertos que ven a más pacientes de España, calcula que son entre 2.700 y 4.600 las personas que quedarán sin cobertura sanitaria también a partir del 1 de septiembre.
Que no nos invadan de modo invisible, imparable, los ultracuerpos, como en las peores películas de la serie B, ministra. No puede permitirse. Detrás de mis palabras, señora Mato, suscribiendo esta carta hay mucha gente. Mucha gente. Personas que no se merecen la invasión de los mutantes, de los ultracuerpos, el exterminio de las vainas.
Es por su salud, tu salud, nuestra salud.