¿Es Palestina un estado que podamos reconocer?
El Gobierno de nuestro país, con el ministro de Exteriores Margallo a la cabeza de la negociación, se ha postulado como adalid de un desconcertante paso adelante, proponiendo un texto alternativo al planteado por el PSOE que, si bien recoge a priori el espíritu de la solución de dos estados, se precipita sorpresivamente hacia un paso final del "o sí o sí lo reconocemos". Sin condiciones.
Siempre me ha resultado difícil de entender esa especie de desequilibrio cognitivo-emocional que muestra Europa acerca del conflicto judío-árabe. Por un lado, no puede negar la trascendencia de Israel como única democracia avanzada de Oriente Medio, ni la enorme relevancia del estado israelí desde el punto de vista económico, comercial y de innovación tecnológica y científica. Pero, por otro, se siente débil, insegura y perdida cuando la ciudadanía le exige acción y respuestas sobre las víctimas civiles de los territorios ocupados, la pobreza persistente, los bombardeos, la devastación desoladora que nos avergüenza a todos.
Hace unos días, Suecia reconoció unilateralmente a Palestina como estado. Y este martes, en el Pleno del Congreso, el Grupo Socialista llevará a debate una proposición no de ley que pretende que España reconozca, de forma también unilateral, lo que viene a denominarse "estado palestino".
Para reconocer un estado, primero tiene que existir, en términos geográficos y políticos. Es decir: ha de tener un territorio definido, con unas fronteras que hayan sido internacionalmente aceptadas, y un gobierno que de manera efectiva gobierne ese territorio. Pero esto no ocurre en el caso de Palestina, donde la realidad hablamos de dos gobiernos y dos territorios: Fatah en la Margen Occidental y Hamas en Gaza.
Ambos comparten muchas cosas, como la profunda corrupción que azota por igual a la población árabe de ambos territorios. Miles de millones de ayuda internacional, destinados a construir estructuras nacionales que siguen sin existir, han permitido a sus líderes enriquecerse. Pero estos dos "gobiernos" tienen además características propias que merece la pena recordar para hacer una valoración precisa de la cuestión de la que hablamos:
- El gobierno de Fatah no ha realizado elecciones desde 2006, se ha mostrado incapaz de controlar a sus propias facciones armadas y permite que se vulneren a diario derechos básicos y libertades civiles. Desde escuelas y medios de comunicación incita a la violencia contra Israel y alaba a los terroristas. Y promueve la limpieza étnica, anunciando que no permitirá que ciudadanos judíos permanezcan en cualquier estado palestino que se cree (si bien el 20% de la población de Israel es árabe).
- El gobierno de Hamas llegó al poder tras un golpe de estado sangriento (con cientos de miembros de Fatah masacrados en la franja). Es un grupo terrorista, según denominación de la Unión Europea. De ideología muy cercana al yihadismo del IS-Estado Islámico (dentro de la cual se inscribe como parte esencial el objetivo de acabar con los judíos), su sangrienta trayectoria contra objetivos civiles es conocida, así como la utilización de la vida de sus ciudadanos para lograr sus propios fines.
¿Podemos, por tanto, hablar de un "estado palestino" susceptible de ser reconocido? ¿O se trata más bien de un artificio destinado a convertirse en un nuevo estado fallido, precisamente donde ya hay demasiados? ¿Otro estado donde las ideologías mas extremistas contarían con recursos y legitimación? ¿Otro destino para enviar soldados en misiones internacionales?
El Gobierno español, con el ministro de Exteriores Margallo dirigiendo la negociación, ha propuesto un texto alternativo al planteado por el PSOE que, si bien recoge en sus primeros puntos el espíritu de la solución de dos estados, acaba por precipitarse en el último hacia un "o sí o sí lo vamos a reconocer". Sin condiciones.
Nuevamente, apliquemos el análisis: ¿es favorable a los intereses de nuestro país una acción de este tipo? ¿Qué razones puede aducir el gobierno español para impulsar una resolución como ésta dentro de la UE, que implica romper la tradicional postura española de equidistancia y respeto a los acuerdos y la alineacion con la ONU? Y aún más: ¿no supone una irresponsabilidad que un país débil y con gravísimos problemas de ordenación territorial interna abandere iniciativas de reconocimiento de soberanía y estatalidad a no-estados que no cumplen los mínimos requisitos exigibles?
No me cabe la menor duda de que la resolución pacífica de este conflicto es una de las prioridades máximas en el escenario internacional. Europa ha de ser implacable a la hora de intervenir y exigir a ambas partes que cumplan con los compromisos requeridos. Pero no acabo de ver en qué ayuda el reconocimiento unilateral de Palestina como estado en la situación actual descrita. Ni se garantiza la seguridad de Israel, ni se estabiliza un escenario convulso, ni se prima la exigencia imprescindible de gobiernos democráticos, no violentos y respetuosos con los derechos humanos y la convivencia entre árabes y judíos en la zona.
Desde mi punto de vista, lo anterior significaría dar validez a los métodos de Fatah y Hamas, que priman el ejercicio de la violencia, además de permitir la externalización de la resolución del conflicto, invalidando así los Acuerdos de Oslo de promover negociaciones bilaterales y la solución de dos estados. La solución, no olvidemos, exigida y mantenida por la Unión Europea. Una solución que es nuestra responsabilidad hacer posible y viable.