¿Tienes sed?
En la ruta hacia el éxito, la sed es el punto de arranque. ¿Quién emprende un camino tras fijarse una meta sin anhelo de alcanzarla? La sed es ese anhelo. El camino que transites, sin lugar a excepciones, siempre te azotará con tramos dificultosos. Es ahí donde todo tu aguante será puesto a prueba.
Para conseguir el éxito, la primera condición es tener sed de él. Un deseo ferviente de alcanzarlo, cuando no lleva un plan, es solo wishful thinking, fantasías, pero cuando sí lo lleva, es una condición sine qua non para triunfar.
En la ruta hacia el éxito, la sed es el punto de arranque. ¿Quién emprende un camino tras fijarse una meta sin anhelo de alcanzarla? La sed es ese anhelo. El camino que transites, sin lugar a excepciones, siempre te azotará con tramos dificultosos. Es ahí donde todo tu aguante será puesto a prueba. Y es entonces cuando tu resistencia se apoyará en tu sed. Ella es tu porqué, tus ganas, tu ilusión, tu fuerza. Pero ¿de qué se alimenta? ¿Cuál es la fuerza que la nutre?
Tu amor propio.
Ten sed de aumentar tu conocimiento, de crecer como persona, de superar tus límites, de vencer tus miedos, de ampliar tus horizontes, de vivir nuevas experiencias, de forjar relaciones, de conocer a genios, de descubrir paraísos; y hazlo, porque tu amor propio te empuja a ello y tu pundonor te lo pide a gritos, porque palpas que tu Yo del presente está a un paso de tu Yo del futuro, porque has decidido que es posible, que puedes, que lo mereces, que el triunfo te corresponde, que el esfuerzo vale la pena y tú también.
De los muchos escenarios que te puede ofrecer el futuro, hay uno en el que el éxito lleva tu nombre. Ten sed de él. Ten el amor propio que produce esa sed.