El chiste machista de Arturo Fernández y el silencio cómplice
De Arturo Fernández me podía esperar semejante reflexión. Pero cuánta repugnancia me produjo ese mutismo de los periodistas, del moderador. Y esas risas estúpidas que revoloteaban entre el público. Claro, chiste machista aplaudido por quienes lo comparten.
Qué avanzados somos, te dicen. Que tenemos tabletas, smartphones, coches eléctricos, imágenes del planeta Marte y Thermomix... Somos la monda. Pero es una ilusión. En cuanto algunos hablan, compruebas que aún vivimos en un pasado troglodita que huele muy mal. Que si "las mujeres son como las leyes, están para violarlas", que si hay "violencia de género estructural", que si la maternidad es lo que nos hace "auténticamente mujeres" o que existe una "violencia en el entorno familiar". Es decir, que quede en ese círculo cerrado y que no traspase. Son temas de familia. Que nadie se meta donde nadie le llama.
Y en esto, estaba pasando una estupenda noche de sábado cuando me avisan de que hay una entrevista con Arturo Fernández. Aunque ya me explayé en aquella carta que publiqué, la noche estaba siendo tan perfecta que no quería irritarme con sus comentarios. Pero al rato, mi hermana y mi amiga Fátima me dan un toque. Y se unen varios followers, afortunadamente, hombres que no se identificaron con sus palabras. Contrasto los datos al día siguiente viendo la entrevista por Internet... y me provocan una repugnancia completa. Voy al grano.
En el Gran Debate de Telecinco le hicieron una enternecedora entrevista a Arturo Fernández. Entrevista que llega a su culmen intelectual cuando se incorporan Cuca García de Vinuesa y Montse Suárez. Con esas pregunta tan trascendentales para nuestra existencia como si Arturo Fernández tiene legañas al levantarse y si va al baño o su opinión sobre la Viagra (que, por supuesto, en una alarde de hombría, él reconoce que no necesita). O, por ejemplo, Suárez le pregunta que, sin cochazos y sin lujos, qué se puede ofrecer a las mujeres.
Y aquí viene la perla de la noche. Cuando la abogada saca a relucir el tema de la infidelidad.
- Dices que los cuernos de cintura para abajo no cuentan - le recuerda a Fernández.
- Bueno, eso me suena poco elegante -matiza Cuca, entre sonrisas.
- Es lo que opina él, Cuca - continúa Suárez-. Pero, si la mujer los pone, ¿opinas igual?
- Pues... la puedo matar -manifiesta Fernández con tranquilidad, con una leve sonrisa. De fondo, se escuchan risas del público-. Además, - prosigue- ¿con quién me va a engañar?
Y es aquí cuando la indignación del mensaje comienza a apoderarse de mí. Porque sí, señoras y señores. Todo sea por la audiencia. Todo sea por el Trending Topic. Viva la sociedad de espectáculo a cualquier precio. Aunque sea la mayor burrada del mundo. De Arturo Fernández me podía esperar semejante reflexión. Pero cuánta repugnancia me produjo ese mutismo de los periodistas, del moderador. Y esas risas estúpidas que revoloteaban entre el público. Claro, chiste machista aplaudido por quienes lo comparten. Porque ese mensaje va cargado de ideología, solo por el hecho de ser mujer.
Pero, ¿esto de qué va? Ni ironía, ni sentido del humor, ni bromas. ¿Acaso se puede bromear con el drama de quienes mueren a manos de sus parejas? Porque claro, ya son tantos, que nos narcotizamos ante cada asesinato nuevo, ¿no? ¿Acaso se puede dejar caer como un comentario jocoso, como una simple travesura que los padres le ríen al hijo, sin que nadie le obligue a retractarse de ello? Y si los periodistas estaban en esa fase de peloteo absoluto al entrevistador, ¿cómo es que nadie entre el público se quejó? Porque cuando va un político al plató (que ni siquiera gobierna) bien que gritan, jalean, e insultan... llegando por momentos a dudar de si van a comenzar a tirar tomates contra él.
Pues nada, ante su ausencia de conciencia y de derechos, seguid riendo este tipo de comentarios. Seguid alimentando esta lacra. Seguid aplaudiendo este mensaje, que estáis plantando buenas semillas en la sociedad. Porque la violencia contra la mujer tiene muchas caras. Vamos a la manifestaciones para guardar un minuto de silencio por las víctimas cuando, realmente, se llega ahí porque antes habéis guardado un silencio cómplice de la violencia, física o verbal. Porque parece que no sois conscientes de que esa imagen de la mujer casta y obediente está costando mucho retirarla del pensamiento. Y, cuando se da un paso, con vuestra permisividad damos 500 pasos atrás. Parece que no hay bastante con las muertes reales. Quizás deseáis que vuelva la época del rapado y del ricino. Se ve que molestó que la mujer accediese al voto, al divorcio, al trabajo o a la educación.
Me repugna escuchar ese discurso tan rancio, patriarcal, de abuso, de dominio absoluto, como si la mujer fuese una mercancía adquirida para manejar a su antojo, de poder machista y subordinación femenina, de la idea del pecado, de la obligación como esposa, de esa prepotencia varonil. Ya está bien. Os habéis pasado con vuestro silencio en plató, chatines.
A ver si queda claro. No buscamos ni cochazos, ni lujo. Buscamos que no haya un silencio ante el maltrato. Y buscamos una cabeza libre de prejuicios y de machismo. No es mucho pedir. Que estamos en el siglo XXI.