Los becarios indolentes del PP
Decenas de miles de estudiantes van a tener que dejar la universidad por culpa de las nuevas condiciones para obtener beca. Estudiantes que se esforzaban, que aprobaban, y que ven sus vidas truncadas sólo por carecer de medios propios para continuar los estudios. Y la culpa no la tiene la crisis, sino un gobierno que habla de excelencia para ocultar una ideología que siempre ha visto en la igualdad de oportunidades un objetivo a batir.
Desde el primer momento, el gobierno del PP ha repetido la misma táctica cada vez que ha querido entrar a saco en un sector. El esquema es sencillo: con la crisis como coartada general, se comienza denostando a aquellos que acabarán sufriendo los efectos de las medidas. La situación económica, nos vienen a decir, hace inevitable la intervención, pero es que, además, se trata de acabar con males endémicos. De esta forma, los médicos y los profesores, por supuesto de la sanidad y la enseñanza públicas, sufrieron durísimas campañas de desprestigio que pretendían preparar el terreno para los recortes y las privatizaciones que estaban en marcha. Conscientes de que la declaración sincera de los verdaderos motivos ideológicos de sus políticas causaría un abierto rechazo, los responsables del PP han recurrido a un amplio arsenal de infundios y mentiras.
Los últimos en sufrir este odioso método han sido los becarios. Para justificar unos recortes que van a expulsar de la universidad a decenas de miles de estudiantes, se ha elaborado un argumentario de combate basado en dos ideas: que a los becarios no se les exige un determinado rendimiento académico, y que, por tanto, el sistema de becas no hacía sino favorecer a un grupo de indolentes. De nuevo, el PP recurre a una premisa falsa para justificar lo que pretende ser una medida de regeneración moral. Porque, como saben todos los estudiantes, siempre han existido mínimos académicos para la concesión de becas, que se unían a los requisitos económicos. Y, como demuestran los datos objetivos, las notas de los estudiantes con beca son sensiblemente mejores que las de sus compañeros.
Por supuesto, la campaña de desinformación del gobierno no incluye un hecho muy importante: en España, los estudiantes de las universidades públicas sólo pagan una parte del coste de sus estudios, porque el Estado asume entre el 75% y el 85% del coste real. Es decir, TODOS los estudiantes se benefician de ayuda pública; algo que es absolutamente habitual en los países de nuestro entorno y que se basa en la certeza de que la formación de los ciudadanos es la mejor inversión que puede hacer una sociedad. Conviene tener esto presente al analizar las consecuencias del endurecimiento de las condiciones para obtener beca que ha impuesto el gobierno. Porque a partir de ahora los estudiantes con nota media de 6,4 pero sin recursos económicos se verán obligados a dejar la universidad, mientras que los que sí tengan medios podrán continuar tranquilamente, financiados por sus familias y por el Estado, con independencia de su rendimiento académico. Podría decirse que la asignatura del esfuerzo sólo deben aprobarla los alumnos sin dinero, porque los que sí tienen la traen convalidada de casa.
Comienza un curso en el que decenas de miles de estudiantes (80.000 según los cálculos de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas) van a tener que dejar la universidad por culpa de las nuevas condiciones para obtener beca. Estudiantes que se esforzaban, que aprobaban, y que ven sus vidas truncadas sólo por carecer de medios propios para continuar los estudios. Y la culpa no la tiene la crisis, sino un gobierno que habla de excelencia para ocultar una ideología que siempre ha visto en la igualdad de oportunidades un objetivo a batir. Poco les importa que con ello estén lastrando el futuro de toda la sociedad, y poniendo trabas al desarrollo de un nuevo modelo económico que sólo puede basarse en el conocimiento. Esta es la verdad, la verdad que hay que oponer a tanta torpeza y tanta mentira.