¿Se puede echar a un país del FMI?
Argentina y el organismo de crédito arrastran una relación tirante desde hace décadas. Cristine Lagarde, directora del FMI, utilizó una metáfora de fútbol para que el mensaje a la Argentina le quedara bien claro: "Ya tiene tarjeta amarilla. Ahora tiene que elegir si quiere la roja".
La última expulsión de un miembro fue hace 60 años. El organismo analiza aplicar la misma sanción a Argentina. Zimbawe está en la cuerda floja desde 2001 pero sigue ahí. ¿Tiene margen político para hacerlo?
Argentina y el organismo de crédito arrastran una relación tirante desde hace décadas. A pesar de que no hay deuda pendiente ya que Argentina canceló todas sus obligaciones, sin ningún tipo de quita, en enero de 2006, el FMI exige ahora más transparencia en las estadísticas oficiales. Aplica el artículo IV del convenio constitutivo de la entidad que obliga a todos sus miembros a una evaluación anual de la macroeconomía, a lo que el Gobierno argentino se niega.
Cristine Lagarde, directora del FMI, utilizó una metáfora de fútbol para que el mensaje a la Argentina le quedara bien claro: "Ya tiene tarjeta amarilla. Ahora tiene que elegir si quiere la roja". Le dio plazo hasta el 17 de diciembre para que haya una apertura sobre cómo el Gobierno calcula el Índice de Precios al Consumir y el PIB, los dos indicadores más cuestionados que elabora el Indec.
La presidenta Cristina Fernández, al día siguiente, respondió sin ambages en un estrado calificado. "Argentina no es un equipo de fútbol ni está disputando un partido de fútbol, es una nación soberana", dijo en su discurso ante la asamblea general de la ONU.
¿Puede realmente el FMI echar a la Argentina?
"El FMI es un animal político y siempre te deja una segunda oportunidad", escribió en su Twitter Miguel Kiguel, ex secretario de Finanzas de la Argentina, que también fue protagonista de las duras negociaciones en los 90 entre el país y el organismo internacional.
La última vez que el FMI expulsó a un país miembro fue en 1954. La medida tuvo un fuerte componente político. La antigua Checoslovaquia, aliada de la Unión de Repúblicas Soviéticas, se negó a brindar una información económica que pedía el organismo, históricamente dominado por los EE UU, principal accionista y aportador de fondos.
Unos años antes, en 1950, Polonia -también alineada con la URSS- se retiró por razones políticas pero volvió en 1986. Cuba, en pleno apogeo de la revolución castrista, se fue en 1964. Pero ninguno fue expulsado.
Hoy, en la mira también está Zimbawe. El FMI analiza desde 2003 expulsar al país africano como miembro porque no paga su deuda estimada en 300 millones de dólares estadounidenses. Todavía no lo hizo. Sin embargo, las autoridades gubernamentales aceptan las revisiones macroeconómicas del fondo previstas en el artículo IV.
El procedimiento de expulsión no es simple. Antes hay que realizar pasos previos como la degradación como socio, se le quita el acceso al crédito o se puede suspender el derecho a voto. Luego se inicia el proceso que lleva al menos 6 meses. La decisión final la toma el directorio en su conjunto que tiene que convocar a una reunión para tal fin. En el entretanto se abre la negociación hacia dentro del organismo ya sea con la línea técnica y en paralelo, siempre está el camino de la alta política, que termina teniendo la decisión final en temas de comunidad internacional como este.
El FMI, por su parte, no está en la mejor posición global como para sancionar a alguien. Sus recetas económicas no están dando resultados en la crisis europea, EE UU está distraído en plena campaña electoral, Alemania no encuentra respiro en su batalla para sostener la eurozona y China, otro miembro con alta cuota de peso en el organismo de crédito, es socio comercial clave de Argentina.
El mismo día que Lagarde amenazó con la tarjeta roja al país donde nacieron estrellas de la redonda como Maradona y Messi, otros voceros del FMI bajaron el tono. "Lo que quiso decir la directora es que, si no hay progresos, habrá moción de censura", explicaron. En consecuencia, la discusión tendrá poco que ver con el fútbol y más con el ajedrez.
Este artículo podrá leerse en el blog del autor La revancha de Keynes.