Tras la muerte de mi padre, esta es mi lista de cosas por hacer
Te has quedado sin padre antes de cumplir los 30. De todas las cosas que pensabas hacer con 29 años, esta no era una de ellas. Ni siquiera después de tener en cuenta su mala salud. Ni siquiera después de su diagnóstico. Lo más importante ahora es esto.
1. Sal a correr. Durante mucho rato. Pero no pises fuerte. No sometas a tus rodillas a ese huracán de emociones que sientes. Céntrate. Mantén la respiración. Un pie detrás de otro. Izquierda, derecha y vuelve hasta donde empezaste.
2. Utiliza un saco de boxeo. Utilízalo mucho. Pero sé inteligente. No pierdas las formas. No dejes que las emociones influyan en cómo das un puñetazo. Hasta los mejores luchadores pierden cuando se dejan llevar por sus emociones. Si te dejas llevar por lo que estás pensando, te sangrarán los nudillos, dejarás manchas en el saco de boxeo y no conseguirás nada bueno.
3. Levántate cuando te toque. Cuando suene la alarma o a las dos de la mañana. No te resistas. Sal de la cama. Envuélvete en una manta si es necesario. Si te levantas antes de que salga el sol, mira el amanecer. Si te levantas mucho antes del amanecer, mira las estrellas. Hazte un café. Date una vuelta con el coche a media noche si el hecho de despertarte hubiera supuesto volver a dormirte inmediatamente.
4. Aprovéchate de los momentos en los que tienes una actitud positiva, esos en los que piensas "basta ya" y te pones a limpiar la casa, ordenar las cartas y hacer recados. Hazlo sin ningún remordimiento, sin sentir que deberías dejar de hacer esas cosas, porque no durará mucho.
5. Sube el volumen de la música. Canta. Baila. Sumérgete en una canción, en sus ondas acústicas y en sus vibraciones. Concéntrate en la letra que significa tanto para ti. Abstráete en las melodías que parecen cada vez más fuertes. Vuelve a repetir todo el proceso.
6. Contradícete. Duda mucho. Convive con tus sentimientos y observa cómo cambian dentro de ti. No intentes ordenarlos, es muy pronto. Hay cosas que, durante un tiempo, no tendrán sentido.
7. Aprovecha tus sentimientos de autocompasión de vez en cuando. De la misma manera que no puedes suprimir las lágrimas, hay veces en las que tienes que montar una fiesta de autocompasión a lo grande. Regodéate, enfurrúñate y asume el papel de víctima sin remordimientos.
Siéntete triste. Muy triste. Tan triste que te preguntas si tu corazón (tu corazón de verdad, el que late) puede sobrevivir a esto.
Después da por finalizada esa fiesta de autocompasión. Barre el confeti, tira las serpentinas a la basura y sigue con tu vida.
8. Ríete. Por lo que más quieras. Encuentra humor donde hay humor. Saca humor de donde no hay. La vida es demasiado corta y trágica como para no hacerlo. Ríete con un buen monólogo. Vuelve a ver en bucle ese vídeo absurdo de Vine. Ríete tanto que parezca que estás llorando. Difumina la fina línea que hay entre reír y llorar.
Ríete. Ríete muy alto. Ríete como un loco. La risa significa que todavía hay esperanza para ti. Significa que tienes una oportunidad de salir entero de esta.
9. No te preguntes cuándo volverán a ser normales las cosas. Para ser sinceros: nunca. Y no me refiero sólo a esto, me refiero a todos los aspectos.
"Normal" es un concepto algo difuso. Cada día, cada momento, se vuelve a definir lo que es "normal". A grandes rasgos y a pequeños rasgos. Básicamente, somos lo que hay antes y después de una experiencia. Cada una de ellas dará forma a nuestra vida, algunas la mejorarán y otras la empeorarán. Pase lo que pase, la vida cambiará después de cada experiencia.
10. Lo más importante es que no olvides cuánto amor hay en tu vida. Incluso con el apoyo de los que te rodean, a veces las cosas pueden ser muy duras y es muy fácil sentirse solo. Hay momentos en los que estás en tu fiesta de autocompasión y te das cuenta de que se te ha olvidado invitar a más personas.
Te has quedado sin padre antes de cumplir los 30. De todas las cosas que pensabas hacer con 29 años, esta no era una de ellas. Ni siquiera después de tener en cuenta su mala salud constante. Ni siquiera después de su diagnóstico. Pero existen varios grupos que consideras como familia: familia de sangre, familia política y almas gemelas. En la vida hay amor, belleza y alegría, pero no van a hacer que el dolor desaparezca. Pero no anhelamos el amor para que actúe como antídoto del dolor. Queremos amor porque es la propia definición de la vida. Porque, sin él, no merece la pena vivir, no importa lo larga o corta que sea.
"Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida" es una de mis citas favoritas. La primera es: "En dos palabras puedo resumir cuánto he aprendido acerca de la vida: sigue adelante".
De hecho, tienes que seguir haciendo el número 10 de la lista hasta mucho después de que todo se calme y lo hayas superado. Es parte de una lista, tienes que hacerlo. Tienes que hacerlo cada vez que redefinas el concepto "normal", cada vez que pase un día. Empieza con el número 10 y sigue con la lista.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros