Los independentistas gobernarán pese a la victoria de Inés Arrimadas
Victoria de Puigdemont - ERC logra su mejor resultado pero queda tercera - Batacazo del PP y de la CUP - El PSC decepciona - Pinchazo de En Comú-Podem
Las elecciones catalanas más extrañas en la historia de la democracia española han arrojado unos resultados extraños. Los que ganan en votos no ganan en escaños. O dicho de otra forma: el presidente de la Generalitat no será el que ha conseguido más apoyos.
La ganadora de la noche ha sido Inés Arrimadas, con 37 escaños (12 más que en 2015); una de las perdedoras de la noche ha sido Inés Arrimadas, que gana pero no gobernará. Pierden Carles Puigdemont y los independentistas, que no logran la aspiración de ser lo más votados; ganan Puigdemont y los independentistas (JuntsxCat, ERC y la CUP), que podrán gobernar en Cataluña al reunir 70 asientos sobre una mayoría absoluta de 68.
Arrimadas, pese a subrayar que "la mayoría social catalana está a favor de la unión con el resto de España y Europa", no está sola en la decepción. Para trago amargo el del PP y su cabeza de lista, Xavier Albiol, que logra unos pírricos 3 escaños (ocho menos) hasta consolidarse como última fuerza política en el Parlament. "No hemos sido capaces", ha reconocido el exalcalde de Badalona. No, no lo han sido.
Y pierde la CUP, que se deja dos asientos en el Parlament y se queda con cuatro. Los antisistema pueden consolarse en el hecho de que serán igual de trascendentes en la formación de Gobierno que en la pasada legislatura. Sin la CUP será muy difícil que haya un Ejecutivo independentista.
Tampoco ha obtenido buen resultado el PSC de Miquel Iceta. Gana votos y un escaño respecto a las elecciones de 2015. El problema es que se esperaba un crecimiento mucho más sólido de su formación.
El 'exilio' gana a la cárcel
Ganan, de nuevo, los independentistas —aunque pierden escaños y votos—, que reeditan su mayoría absoluta de 2015 y abren un nuevo capítulo del ya eterno procés. Las urnas oxigenan vía escaños las pulsiones independentistas, cercenadas desde el gobierno central con la aplicación del 155. Resultado: Rajoy, 3; Puigdemont, 34. "La republicana catalana ha ganado a la monarquía del 155, que tomen nota y lo escuchen bien", se ha felicitado un eufórico expresident desde Bruselas.
La lucha encarnizada durante la campaña electoral entre Junts per Catalunya y ERC —uno con un líder en la capital de Bélgica y los otros con su cabeza de lista en la cárcel de Estremera— se ha dilucidado con la victoria de Puigdemont. El 'exilio' ha ganado a la cárcel: JuntsXCat se hace con 34 escaños y ERC con 32. Ambos se quedan a dos escaños de los 68 que representa la mayoría absoluta, por lo que necesitarán sí o sí alcanzar un tercer aliado para gobernar.
El resultado de las terceras elecciones autonómicas en Cataluña en los últimos cinco años deja un resultado tan endiablado que podría desembocar en unas nuevas elecciones. Y así hasta el desempate definitivo. No en vano, estas elecciones, convocadas de forma excepcional por el Gobierno central aplicando un artículo excepcional abre también un panorama excepcional en el que un presidente en el exilio no podría gobernar desde Cataluña porque en cuanto pisara suelo español sería detenido.
Las elecciones también ofrecen un mapa dividido de Cataluña. Las dos grandes zonas metropolitanas de Barcelona y Tarragona se han decantado fundamentalmente por Ciudadanos, mientras el interior, soberanista, ha optado de forma mayoritaria por la papeleta de Puigdemont.
Otra de la paradojas que arrojan los resultados es que el PP y la CUP están obligados a compartir grupo mixto al no obtener los votos suficientes para tener grupo parlamentario propio.
Y en una zona gris En Comú-Podem, que aspiraba a convertirse en llave del futuro Gobierno y cae tres escaños respecto a 2015 y se queda con 8 asientos en el Parlament.
Cambian muchas cosas en Cataluña pese a que todo se queda igual. El partido que nació hace 11 años como oposición al soberanismo logra un triunfo histórico que no impide que el soberanismo acabe gobernando. Y pierden mucho Rajoy y el PP, a los que el 155 los ha liquidado en Cataluña. Puigdemont reía mucho desde Bruselas. Estaba feliz.