Un corto homenajea a Mohamed Wassim, el último pediatra de Alepo, muerto en un bombardeo
'Tabib', de Carlo D’Ursi, colabora en la campaña de Cruz Roja contra los ataques a hospitales y está nominado a los Premios Forqué.
"En ninguna circunstancia podrán ser objeto de ataques los hospitales civiles organizados para prestar asistencia a los heridos, a los enfermos, a los inválidos y a las parturientas; deberán ser siempre respetados y protegidos por las partes en conflicto". Eso afirma el IV Convenio de Ginebra relativo a la protección de civiles en tiempo de guerra, alumbrado tras la devastadora Segunda Guerra Mundial. El 27 de abril de 2016 ese artículo 18 que debería ser inviolable se convirtió en un borrón, una línea roja cruzada, nada.
Ese día, un ataque aéreo alcanzó el hospital Al Quds de Alepo (Siria), un centro asistido por Médicos Sin Fronteras que fue la tumba de 27 personas. Pacientes, familiares, médicos y enfermeros que creían que estaban a salvo porque un hospital siempre ha de preservarse, ha de ser un refugio. A los aviones del régimen de Damasco, en su persecución de los rebeldes que entonces aún mantenían el control de buena parte de la ciudad, les dio igual. Dispararon y mataron.
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Mohammed Wassim Maaz fue uno de los inocentes que perdieron entonces la vida. Era doctor, pediatra, el último de la ciudad según contaron en las redes sociales sus amigos y allegados, viralizando su historia, la de un hombre que decidió quedarse a ayudar, que murió dando vida a niños heridos, mientras anhelaba el día en que pudiera reunirse en Turquía con su familia, refugiada.
Su historia, que se repite porque la guerra de Siria no acaba, que se repite porque los centros médicos siguen en la diana (en suelo sirio y en Afganistán o Yemen), conmocionó al director de cine Carlo D'Ursi, que ha convertido en cortometraje aquel horror, bajo el título de Tabib. Ha sido nominado para los Premios Forqué en la categoría de mejor cortometraje y viene de hacerse con el Festival de Zaragoza y el premio Unicef del Zinebi.
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Una historia de guerra entre mil historias de guerra. ¿Por qué esta? "En cine -explica su director- se habla mucho de cómo hacer de lo local algo universal. Alepo, en lo específico Alepo este, ha representado el arquetipo del ser humano que ha resistido con un único objetivo: sobrevivir. Eso es algo tragicamente universal que ocurre desgraciadamente en muchos sitios: África Central, Yemen, Centroamérica... Todos los días hay ataques a personal médico desplazados en zonas de conflicto".
Tabib -que es una de las formas de decir doctor o sanador en árabe, una de las que más aprecio muestran- es un corto muy sobrio, contenido, lleno de elipsis y fundidos a negro, de gestos. Nada sangriento ni escandaloso. Ya bastante lo es el ataque a inocentes. Pese a ello, su autor confiesa que su concepción nació "desde las lagrimas, desde un llanto incontrolable e irracional que brotó cuando oí la noticia". "Concretamente el 29 de abril de 2016, hubo un titular que me impactó y me dejó despierto hasta el amanecer: 'Muere el último pediatra de Aleppo'. En mi cabeza resonó y resonó toda la noche como si fuera 'Muere la última esperanza para el pueblo de Alepo'. Ante ello, decidí contar una historia que denunciara esta dramática situación, pero que también ahondara en el lado humano del hombre detrás del héroe", abunda.
Carlo D'Ursi llevaba 15 años siendo actor y productor (Potenza Producciones) pero con la historia de doctor Wassim sintió una "necesidad tan visceral" que decidió estrenarse como director. "Creo que la historia habla por sí sola, no necesitaba florituras visuales ni incidir sobre la sangre y la tragedia. En un mundo donde todo el mundo grita para defender lo indefendible, una historia como Tabib se merece sobriedad. Y también humanidad, porque el ser humano es capaz de sobreponerse incluso gracias a una canción, como la Macarena, de por sí universal", cuenta.
Se refiere a una escena muy tierna en la que el pediatra, solo en el quirófano porque su equipo se ha ido a refugiar tras el primer impacto, sigue cosiendo la herida de un niño al que ha extraído metralla de su costado. Su familia llama, preocupada, y suena su móvil. En mitad del desastre, un baile. Justo así dicen que era Wassim.
Pese a ese guiño, Tabib es definido por D'Ursi como "un corto de terror cotidiano: el que viven día a día los civiles que se ven envueltos en conflictos armados". "Pero se trata de un terror no provocado, es real -matiza-. Porque cuando una madre no puede dar a luz en un hospital, cuando un niño muere por falta de medicamentos básicos, ya no se está librando una guerra, se están cometiendo crímenes de lesa humanidad. Y eso es el terror más profundo".
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HÉROE POR SÍ MISMO Y POR CONTRASTE
El corto muestra el antes -los pasillos del hospital, el doctor vivo-, el durante -la resistencia, los cascotes- y el final -el silencio-. Ocho minutos que, según su creador, hablan "de valentía, de perseverancia y de entrega desinteresada". "Habla de un médico que, como otros millones de trabajadores humanitarios, dedica su vida a los demás y encarna la esencia de la vocación médica, de curar y aliviar el sufrimiento humano", resalta. Su figura destaca por sí misma y por contraste. "En un mundo en el que el terrorismo más radical ha secuestrado y violado el concepto de héroe para confundirlo con el de asesino y ante la falta de referentes morales e ideológicos, el doctor Wassim es, sin duda alguna, un excelente ejemplo de entrega desinteresada al prójimo perdiendo incluso su vida en ello", abunda.
En un mundo lleno de fakenews, y más en un conflicto como el sirio, donde no hay observadores ni prensa internacional, el primer reto era "comprobar la veracidad de la noticia" -"Hay que ser muy críticos con lo que se oye y se lee"-. Luego vino la reconstrucción de la biografía del médico, con un cruce de correos con el director general del Hospital Al Quds "antes que dejara de responder, por una razón tan dramática que no merece la pena subrayar". Y más contactos con personal médico español que ha sido desplazado en zonas de conflicto.
Gracias al director general de Naciones Unidas en España, Javier Sanabria, el cineasta de origen italiano dio un paso más y descubrió que nuestro país "ha librado un papel crucial en la lucha contra ataques a personal médico, promoviendo la resolución 2286 en el seno de la ONU", el último gran llamamiento al cumplimiento de las leyes de la guerra. Así, Tabib se ha convertido en algo más que un filme, formando parte de la campaña #NoSonUnObjetivo, con la que Cruz Roja -patrocinadora del corto- o MSF pretenden concienciar a la ciudadanía y los gobiernos y actuar para que ataques como el del Al Quds no se repitan. "Queremos llevar este problema y los efectos devastadores que derivan desde el punto de vista humanitario en conocimiento del mayor número de personas posibles", dice el director.
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Cine con sentido, con propósito. "Cuando hace más de 100 años se proyectó una de las primeras películas, los espectadores huyeron despavoridos del cine creyendo que la locomotora que se acercaba les iba a arrollar. No soy tan arrogante como para pretender alcanzar este efecto, pero el buen cine tiene una capacidad hipnótica, verlo en una sala en silencio -y sin móviles-, compartiendo la experiencia con otros seres humanos es única y permite un espacio de reflexión que la vida diaria frenética del primer mundo nos ha arrebatado por completo. El aluvión de premios para el corto, y lo más importante, la nominación a los Premios Forqué, ha jugado un papel clave para que Tabib adquiera peso mediático y, finalmente, consiga su objetivo: decir alto y claro que no son un objetivo", concluye D'Ursi.