Puntos limpios para que no haya puntos sucios
Antes de llevar cualquier residuo, sobre todo si hacemos un desplazamiento largo, hay que conocer los horarios de apertura y qué tipo de residuos admiten.
Hay cientos de puntos limpios en toda en España. Pero la escasa divulgación de su función y uso, y la poca conciencia de algunas personas impiden desterrar para siempre la imagen de lavadoras, colchones, baterías de coches y/o escombros de obras domésticas arrojados a calles y campos. Es cierto que la falta de unificación de criterios a la hora de admitir residuos y el desorden y vandalismo que sufren algunos puntos limpios también desorientan y desalienta a algunas personas.
Pero no hay que desfallecer. Lo último que hay que hacer es darse por vencido y entorpecer los sistemas de reciclaje o sembrar de 'bombas tóxicas' nuestro medioambiente porque no sabemos qué hacer con un fluorescente que contiene mercurio, con un frigorífico con gases clorados en su interior o con unos escombros con uralita y el cancerígeno amianto.
De entrada, conviene saber que un punto limpio —o deixalleries en Cataluña, o garbigune en Euskadi— está preparado para recibir todos aquellos residuos domésticos que no entran en la recogida selectiva mediante contenedores situados en las calles (vidrio, papel y cartón, envases, orgánica —donde la haya—, y resto). Algunos aceptan otros que tienen también sus propios sistemas de recogida, como las pilas y baterías de aparatos eléctricos, aceite de cocina usado y restos de medicamentos.
La mayoría de grandes ayuntamientos de España también tienen establecidos sistemas de recogida a domicilio, sobre todo de objetos voluminosos, como muebles y electrodomésticos. Hay que llamar al servicio correspondiente de cada consistorio para decir la fecha y hora en la que depositaremos estos objetos en la calle, al lado de nuestro portal, para que pasen a recogerlos.
No obstante, siempre queda la opción, como ocurre con la ropa, libros, discos o juguetes, de contactar con diferentes asociaciones, colectivos o centros sociales donde le pueden dar nueva vida —incluso reparar o restaurar— a sillas, microondas, espejos, ordenadores o equipos de música que creemos inservibles u obsoletos.
SEGUIR A LOS PUNTOS MÓVILES
Además, ayuntamientos como los de Zaragoza, Santander, Valladolid, Madrid y Cádiz, entre otros muchos, cuentan con puntos limpios móviles. Son normalmente pequeños camiones cuyo volquete se convierte en una plataforma con contenedores donde depositar, sobre todo, residuos no voluminosos, como radiografías, tubos o bombillas fluorescentes, aceite de cocina usado o botes con restos de pintura. Suelen tener una ruta fija marcada y accesible a través de páginas web y aplicaciones móviles.
Por último, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) deja sin excusas a aquellas personas que afirman no saber dónde hay un punto limpio en su ciudad, gracias al directorio subido a su web que actualizan siempre y cuando reciban información precisa de cada ayuntamiento. Por otro lado, es fácil buscar en los portales de Internet de algunas comunidades autónomas, como Andalucía, Asturias, Canarias, Extremadura, Castilla-La Mancha o Galicia y conocer la ubicación de este tipo de instalaciones.
Una recomendación importante: antes de llevar cualquier residuo, sobre todo si hacemos un desplazamiento largo, hay que conocer los horarios de apertura y qué tipo y qué cantidad de residuos admiten. Como se dijo al principio, este es uno de los obstáculos en el uso de los puntos limpios. Nos podemos encontrar que en una misma comunidad autónoma o ayuntamiento, distintos puntos recojan diferentes cantidades de escombros, aceites de motor, tubos fluorescentes, maderas o restos de jardinería.
Muchos de estos residuos se pueden canalizar también a través de otros circuitos: talleres, desguaces, chatarrerías, tiendas de electrodomésticos donde compramos los nuevos... Siempre hay que cerciorarse de que trabajan con gestores autorizados que van a realizar de forma adecuada la descomposición y recuperación de materiales, y que no irán hacia canales ilegales por los cuales acaban algunos de ellos de nuevo en las calles o los campos, o exportados para ser tratados en otros países en malas condiciones para la salud y el medio ambiente.