A las niñas se les enseña la misma lección represiva en todo el mundo
Da igual que hayas crecido en la India o en EEUU. En la infancia prevalece un estereotipo universal: las chicas son débiles y los chicos, fuertes.
Da igual que hayas crecido en la India, en China o en Estados Unidos. En cuanto a la infancia y al aprendizaje prevalece un estereotipo universal: las chicas son débiles y los chicos son fuertes.
Esta es la desesperanzadora conclusión a la que han llegado los autores de un estudio sobre padres e hijos de todo el mundo que publicaron el pasado 20 de septiembre la Organización Mundial de la Salud y la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg.
Los niños aprenden esta verdad sobre los distintos sexos gracias a sus padres, amigos y profesores a una edad muy temprana, según han podido comprobar los investigadores, que han analizado a niños de entre 10 y 14 años.
"En todas partes, a las chicas se les transmite el mensaje de que son débiles y vulnerables. Que su cuerpo es un objetivo", explica Robert Blum, director del estudio y del Departamento de población, familia y salud reproductiva de la Escuela Johns Hopkins. "Se les dice que se vistan de forma discreta y que se alejen de los chicos. Y cuando no lo hacen, reciben sanciones bastante severas", añade.
Lo que quizá sea aún más perjudicial para las niñas es que desde el momento en el que entran en la pubertad, aprenden que su cuerpo es su bien más valioso y que deben mantenerlo a salvo. También aprenden que la culpa es suya si no consiguen mantenerlo a salvo.
Desde una edad muy temprana, se enseña a las niñas a tener cuidado con su forma de vestir y a cubrirse el cuerpo para mantenerse a salvo de los abusos sexuales, explica Blum.
Esto se manifiesta de diferentes maneras a lo largo y ancho del mundo. En Estados Unidos, en el colegio, mandan a las niñas a casa si llevan la falda muy corta. "A ningún chico le mandan a casa por su aspecto físico", apunta Blum.
Por lo tanto, no es de extrañar que las chicas que participaron en el estudio fueran más propensas a distanciarse de su comunidad y del mundo exterior para protegerse.
Los niños y las niñas también se distancian mucho entre ellos cuando entran en la pubertad y se les enseña que el cuerpo femenino es un objeto sexual. Las relaciones de amistad y el tiempo de juego entre niños y niñas disminuye significativamente entre los 10 y los 14 años en todos los países que participaron en el estudio.
"No se te permite tener relaciones normales y sanas con las niñas si eres un niño y viceversa", explica Blum. "Si eres una niña, tienes que estar alerta. Si eres un niño, aprendes que eres el agresor. Es como una profecía autorrealizada".
Más adelante, estos niños crecen y se convierten en hombres y en mujeres con ciertos roles establecidos: los hombres tienen libertad y las mujeres tienen restricciones. Y esto se manifiesta en muchos ámbitos. En el sistema de justicia, por ejemplo, sale a relucir cuando a una mujer que denuncia un abuso sexual le preguntan por la ropa que llevaba en el momento de la agresión, como si le estuvieran echando la culpa a ella de la violación. En el ámbito empresarial y en política, se concibe a las mujeres ambiciosas con escepticismo, en vez de elogiar y recompensar sus esfuerzos.
Para esta investigación, titulada Estudio global de la preadolescencia, los expertos realizaron en 2011 entrevistas exhaustivas a niños, a niñas y a padres de 15 países diferentes (entre los que se incluyen Estados Unidos, Bélgica, China, Egipto, India, Kenia y Nigeria).
Con el objetivo de conocer la opinión de los niños con respecto a lo que suponía crecer en su comunidad, se les hicieron preguntas como: "¿Recuerdas alguna situación en la que te dieras cuenta de que ya no eras un niño?" o "¿Puedes hablarme de algún momento en el que hayas hecho algo o hayas hablado de algo con tus amigos que no habrías hecho cuando eras más pequeño?". A los padres se les planteaban cuestiones similares: "¿Puedes hablarme de algún momento en el que te dieras cuenta de que tu hijo ya había dado el salto a la adolescencia?".
Aunque hay diferencias culturales entre países, y algunas naciones occidentales tienen perspectivas más progresistas con respecto al género, los investigadores llegaron a la conclusión de que en todos los países analizados prevalecía este mito hegemónico: las chicas son vulnerables y débiles y los chicos son fuertes e independientes.
Las consecuencias de estos estereotipos son notables. A medida que van creciendo, los niños tienen más probabilidades de involucrarse en actividades peligrosas y de adoptar conductas potencialmente letales, como la conducción temeraria y el consumo de drogas y de tabaco.
"Los chicos son partícipes y reciben mucha más violencia física que las chicas", asegura Blum. "Mueren con mayor frecuencia a causa de lesiones accidentales, son más propensos al abuso de sustancias y al suicidio. Además, en la madurez, su esperanza de vida es menor que la de las mujeres. Estas diferencias no vienen determinadas biológicamente, sino por la sociedad".
Aun así, podría decirse que las chicas son las que salen peor paradas por culpa de estos mitos. Tienen el doble de probabilidades de padecer depresión a los 16 años. Tienen muchas más probabilidades de casarse a una edad temprana. Y la tasa de afectados de VIH es más alta en el caso de las mujeres que en el de los hombres.
"Las chicas pagan un precio muy alto", reconoce Blum.
Los autores del estudio descubrieron con sorpresa lo arraigadas que estaban estas ideas con respecto al género entre los niños pequeños. Tienen previsto continuar con una segunda fase del estudio para dar con maneras de acabar con los estereotipos dañinos que perduran en todo el mundo.
Aunque hay quienes insisten en que esas diferencias vienen determinadas por la genética, los investigadores discrepan. "Es cuestión de normas sociales", afirma Blum.
Por último, estos estereotipos dañinos alejan a las mujeres de la vida pública; hay muchas menos mujeres en puestos de poder tanto en el ámbito empresarial como en política. Y las que hay sufren discriminación por actuar sin seguir los estereotipos. Porque, evidentemente, un líder tiene que ser fuerte e independiente.
Blum recuerda una de las entrevistas más emotivas que hizo a un niño de 11 años que vivía en Hanoi (Vietnam): "¿Por qué ya no puedo jugar con mi mejor amiga?", se quejaba el pequeño. "No es justo".
Según Blum, otra de las respuestas más desgarradoras fue la de una niña de Asiut (Egipto): "Ahora me miro en el espejo y pienso: 'Sí, he crecido. Ya no puedo salir más".