Verónica Echegui: "El sexismo en el cine es tremendo y todos somos cómplices"
La actriz protagoniza junto a Daniel Pérez Prada 'El amante' en el Teatro Kamikaze, y en esta entrevista se mojan para hablar de temas amorosos y no tanto.
Sólo son amantes en la ficción, pero la afinidad entre estos dos actores se hace patente también entre bambalinas. Daniel Pérez Prada y Verónica Echegui —o viceversa— son los protagonistas de El amante, una obra que dirige Nacho Aldeguer y se representa hasta el 8 de octubre en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid, que justo acaba de recibir el Premio Nacional de Teatro 2017.
Pese a que el texto fuera escrito por Harold Pinter en 1958, El amante trata temas universales que siguen siendo conflictivos en la actualidad. (In)fidelidad, dependencia en la pareja, falta de comunicación, represión sexual... quizá os suenen.
En esta entrevista con El HuffPost, los actores se sueltan, y del tema del amor pasan a hablar de machismo, y hasta de lo que estarían o no dispuestos a perdonar a su pareja.
En algún momento habéis comentado que con esta obra habéis aprendido mucho sobre vuestras relaciones de pareja en la vida real. ¿Qué es lo que os ha enseñado?
Verónica Echegui: Algo muy positivo: que es muy buen compañero de trabajo [en referencia a Álex García, director creativo de El amante]. Lo he admirado más, si cabe.
Daniel Pérez Prada: Yo siempre que oigo a Nacho Aldeguer y a Álex García hablar sobre la obra, sobre las posibilidades y los melones que abre en el mundo de la pareja, de fantasías, etcétera, me planteo cuestiones. La obra ataca a cositas claras. Y creo que la conclusión es que hay que conocerse.
V. E.: Lo que más te hace pensar es que tienes que revisar tu relación: en qué punto estás, en qué punto estáis. La obra habla de dos personas que tienen una relación que está muriéndose, y que han conseguido mantenerla con parches. Pero al final la pareja se estaba rompiendo. El amante habla de cómo no estar solo cuando estás en pareja. Tienes que saber quién eres y qué quieres para que el otro te pueda conocer. Ellos, con tal de estar juntos, intentan adaptarse al otro o imponer ciertas cosas que no hablan de lo que hay en el fondo.
D. P. P.: Las parejas a veces preferimos la incomunicación, en plan: 'No hablemos de eso, no vaya a ser que vayamos a discutir'.
V. E.: No vaya a ser que abramos la caja de Pandora... En vez de afrontar los problemas, preferimos la nada, a riesgo de que eso luego reviente. Ojalá sirva como terapia.
Verónica, ¿cómo llevas lo de ser guardia civil de día (en la película La niebla y la doncella) y amante en el teatro de noche?
Si fueran dos obras de teatro, sería un descoloque. Pero me hace gracia, porque siento que ahora (durante la promoción) es la época de recoger frutos. Me veo como una jornalera. También en Netflix internacional está Apaches. Y me gusta recoger los frutos para aprender.
Precisamente en el estreno de La niebla y la doncella llevabas una camiseta con la famosa frase de Chimamanda Ngozi "We should all be feminist" ("todos deberíamos ser feministas", en español). ¿Alguna vez habéis notado actitudes sexistas en esta profesión?
V. E.: En esta y en todas.
D. P. P.: Yo mismo estoy intentando acudir a la escuela de feminismo a ver cómo deberían ser las cosas. Porque el mundo en el que habitamos es evidentemente sexista. Pero además esta profesión, que tanto tiene que ver con la imagen, es quizá más machista que el resto del mundo, que también lo es.
V. E.: Justo ayer estaba en una cena con gente mucho mayor que yo, de mi familia, y estaban discutiendo de cómo había envejecido una actriz española: "¡Qué mal ha envejecido!", "No, pero es que no se ha operado", "Ya, pero es que está muy arrugada". Y yo decía: "¿Podemos por favor hablar de cómo ha envejecido, yo qué sé, Jose Coronado? ¿Por qué no hablamos de cómo envejecen los tíos?". Por cierto, qué bien ha envejecido Jose Coronado. Pero es un tema que está ahí, constantemente, y todo focalizado en objetualizar el cuerpo de la mujer; todo sobre qué hacemos las mujeres para cumplir con este canon o con otro. Es tremendo y todos somos cómplices.
D. P. P.: En el mercado de carne que acaba siendo esto muchas veces, con las mujeres siempre es mucho más cruel.
V. E.: Encima en el caso de una mujer que no se ha operado, que se está dejando envejecer de forma natural, en una profesión con tanta exposición donde todo el mundo opina cómo estás: gorda, flaca, alta, baja, ojeras, ARGH... Encima os parecerá mal que no se haya operado... ¿De qué estamos hablando? Habría que aplaudirle, ponerle una alfombra.
¿También es más difícil a cierta edad para las actrices encontrar trabajo?
V. E.: Por lo que tenemos entendido, sí. Por los testimonios de actrices más mayores, sí. Hay épocas donde la cosa se pone dura. Sobre todo tiene que ver con las historias que se escriben. Parece que los conflictos de las mujeres de 50 o 60 años no son interesantes, cuando para mí tienen una riqueza enorme. Pero, bueno, yo veo el vaso medio lleno siempre.
D. P. P.: En ese sentido, yo también quiero pensar que cada vez se cuentan más historias, que la ficción televisiva está ayudando mucho. Es que si no lo vemos medio lleno... no queda otra.
Volviendo a la obra, y teniendo en cuenta que Harold Pinter la escribió en 1958, ¿cómo puede seguir vigente después de 60 años? ¿Tan poco ha cambiado la sociedad?
D. P. P.: Si te lees la obra quizá piensas que está encorsetada en una época y en un contexto. Pero, como comentaba antes, los melones que abre siguen siendo los mismos. Nos hubiera encantado saber qué habría hecho Pinter con este texto a día de hoy. Pienso que le habría dado muchísimo juego, ahora que estamos tan expuestos con las redes sociales. Ahora que estamos, en teoría, más libres de prejuicios o de miramientos sociales con respecto a los que se podían tener en las altas esferas...
Y en cuanto a la represión sexual, ¿hemos cambiado?
V. E.: Diría que es una cuestión más bien educativa. Que si realmente no existen políticas que promuevan el crecimiento personal o la educación emocional, esa represión va a existir siempre. Ahora parece que hay más apertura, pero hasta que uno no haga lo que realmente debe, hasta que no toque ciertos temas o no abras ciertas puertas, vivirá atrapado en esa realidad. Creo que ese conflicto no ha caducado porque sólo depende de uno mismo.
¿Vosotros seríais capaces de perdonar una infidelidad?
V. E.: Para mí el tema grande no es fidelidad o infidelidad, porque hay parejas que se combinan y se ponen de acuerdo. Creo que lo importante es el cuidado. Tú puedes ser muy fiel (en el sentido de no acostarte con nadie más) pero ser tremendamente infiel y traidor con tu pareja, muy desleal. La infidelidad que más duele no es la sexual, sino la de la mentira, la del engaño, la del maltrato, la del no tener en cuenta, no respetar. Creo que eso es lo que más duele.
D. P. P.: Es verdad, la infidelidad no es, ni de lejos, lo peor que le puedes hacer a tu pareja. Nos lo han vendido como algo éticamente o moralmente muy grave, imperdonable. Y no es así ni de lejos.