Donald Trump Jr., el primogénito que nunca quiso ser el niño de papá
Ahora está decidido a defenderse al estar por primera vez en el centro del escándalo de la trama rusa.
Donald Trump y su hijo mayor, Donald Trump Jr., son dos gotas de agua. Tuitean con la misma ferocidad, contraatacan cada vez que se sienten agredidos y, al menos en la actualidad, se defienden a capa y espada. Sí, en la actualidad, porque esto no siempre ha sido así. Aunque ahora el primogénito del presidente de EEUU haga todo lo que esté en sus manos para no meter a su padre en un lío —pese a que ya está sumergido en él—, en el pasado su relación no fue precisamente fácil.
Nacido en la Nochevieja de 1977, fruto de la primer matrimonio de su padre, con Ivana Trump, se crió en la archifamosa Torre Trump. De su infancia recuerda cómo, a pesar del dinero que tenía su familia, les educaron para luchar por lo que querían: "Cuando éramos pequeños nos marcaba los límites y había que sacar buenas notas en la escuela. Mi padre nos hacía trabajar y no nos regalaba un coche a los 16 años: si querías algo salías a trabajar y te lo comprabas con tu dinero. Nos enseñó el valor del dinero, algo sumamente importante", explicó en noviembre de 2016.
No todo son buenos recuerdos y elogios hacia su progenitor: Donny, como le llamaban cariñosamente, cuenta cómo era consciente de que su padre vivía por y para su trabajo. "Siempre ha estado ahí, pero siempre a su manera", dijo Donald Jr. a la cadena CNN en 2016. Por aquel entonces su padre tenía su despacho en la planta 26 de la Torre Trump, por la que él y sus hermanos pasaban antes de irse al colegio.
La ausencia de su padre la cubrió como pudo su abuelo materno, Milos Zelnicek, quien le enseñó dos de sus grandes pasiones: la caza y la pesca. Así fue forjando una personalidad marcada por completo por la educación que recibió: estudió, junto a su hermano Eric, en la Academia Militar de Nueva York. Que estudiaran allí fue decisión del actual presidente de EEUU: su padre había hecho lo mismo con él. Y con la universidad pasó lo mismo: como su progenitor, estudió en la Universidad de Pennsylvania. Fueron cuatro años en los que más que a estudiar, se dedicó a beber.
Finalmente consiguió licenciarse en finanzas por la Universidad de Pennsylvania y, tras tomarse un año sabático en el que se dedicó a cazar y a pescar en Aspen, Colorado, entró en la empresa familiar. Y ahí empezó a parecerse cada vez más al líder estadounidense. Donald Jr., como la mayoría de sus hermanos, ha estado siempre muy cerca de su padre, ayudando en el negocio Trump, desarrollando el programa de televisión 'The Apprentice' ('El aprendiz') u organizando un concurso de belleza en Moscú en 2013.
Ahora, a sus 39 años, está casado desde hace más de diez con la ex modelo Vanessa Haydon, con quien tiene cinco hijos. A todos quieren inculcarles su amor por el campo, como hizo con él su abuelo. No quiere que sean "chicos de ciudad", según dijo a la revista New Yorker.
Lo que no ha cambiado en él es su capacidad para generar polémica. Tal y como reconoció en marzo a The New York Times, "no soy alguien que tome precauciones (...) digo las cosas como son".
Durante la campaña electoral llamó la atención por su discurso agresivo en la convención republicana de Cleveland de junio de 2016, también indignó al escribir un tuit (ya borrado) en el que comparó el recibimiento de refugiados sirios con bombones envenenados.
El mes pasado, durante una audiencia en el Congreso del exdirector del FBI James Comey, potencialmente crítica para su padre, salió a la palestra con varios tuits fustigando a los medios y destacando todo lo que podía exonerar al presidente.
Y este mes de julio el hijo mayor del presidente estadounidense se ha visto inmerso en la trama rusa que tiene en jaque la todavía joven presidencia de Donald Trump. Cuando parecía que su situación estaba cada vez más comprometida, Donald Jr. no dudó en reaccionar con sarcasmo y desprecio, en circunstancias en las que otros se hubieran refugiado en declaraciones cuidadosamente redactadas por sus abogados.
¿Qué se le reprocha exactamente a Donald Trump Jr. quien, al contrario que su hermana Ivanka, no acompañó a su padre a Washington y gestiona con su hermano Eric los negocios inmobiliarios de la Trump Organization? Presuntamente aceptó, en plena campaña electoral para las presidenciales del año pasado, reunirse el 9 de junio con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya. Desde el diez de julio, cuando se supo la noticia, modificó varias veces su versión del encuentro en la Trump Tower de Nueva York.
En un principio afirmó que no sabía quién era esa abogada rusa y que aceptó reunirse con ella porque un conocido le había dicho que podía tener información comprometedora de Hillary Clinton. "Evidentemente, soy la primera persona de un equipo de campaña en haber participado en una reunión para escuchar informaciones sobre un oponente", ironizó antes de retuitear un artículo titulado "El informe de The New York es para bostezar". El diario neoyorquino afirma que el primogénito del presidente recibió un correo electrónico avisándole que la abogada tenía información del Kremlin.
Sin embargo, ante el aumento imparable de la presión, decidió divulgar en Twitter los mensajes sobre el tema. En ellos Trump Jr. explica que estaría 'encantado' obtener datos perjudiciales para Clinton suministrados por el gobierno ruso.
Este gesto desafiante ha hecho que el Senado le haya llamado a declarar por la trama rusa. Ahora cuenta con el asesoramiento del abogado neoyorquino Alan Futerfas para enfrentar las investigaciones del Congreso y del FBI sobre la injerencia rusa en las presidenciales.
Para partidarios del presidente estadounidense como Ronald Kessler, un experiodista del The Washington Post, queda claro que Trump Jr. era un novato en política. "Aprobar esa reunión cuando no sabía siquiera quién era esa mujer, no fue evidentemente una buena idea, fue una cosa de aficionado, pero eso no es delito", ha estimado, según la agencia Afp.
Trump Jr. ha vuelto a cruzar la línea. Y esta vez puede que no le salga bien.