'Melodrama' o cómo Lorde retuerce el pop para llenarlo de emotividad
Cuatro años después de 'Pure Heroine', la artista neozelandesa publica su segundo disco.
Han pasado cuatro años desde que Pure Heroine salió al mercado, y si bien esto no quiere decir mucho cuando pensamos en bandas o artistas consagrados que se reúnen una vez cada eclipse y juegan con los sentimientos de sus fans, habría que pensar que cuando Lorde sorprendió al panorama del pop internacional con ese disco solo tenía 16 años. Si algo llamó poderosamente la atención de la crítica en aquel momento, fue el hecho de que nadie con esa edad hacía nada parecido en el mundo de la música. Ese nicho de edad estaba reservado para los niños prodigio o las bandas adolescentes, pero la neozelandesa no tenía la mirada puesta en ese futuro. Ni muchísimo menos.
Pure Heroine es un disco sumamente autoconsciente y sincero, que habla sobre su vida en los suburbios rodeada de todo menos de glamour y toda la parafernalia que suele acompañar a las estrellas del pop adolescente. Canciones como Team o la archiconocida Royals no son exactamente reivindicaciones del ghetto, pero sí una exaltación de una forma de vida más auténtica y más propia que la configuró como persona y como artista. Sigue siendo un disco tremendamente adolescente, pero, al contrario de lo que la novela juvenil y el cine nos han enseñado, ser adolescente no significa necesariamente ser imbécil.
Pero ahora Lorde ha crecido, y su música, aunque a priori no lo parezca, también. Entre los 16 y los 20 años hay un auténtico abismo. Durante todo ese tiempo ella se mantuvo en silencio, alejada una vez más de la clase de vida que acostumbra a rodear a una debutante con tales hits a sus espaldas. De cómo sonaría su siguiente trabajo no sabíamos nada, y ni siquiera sus primeros adelantos hacían sospechar cómo sería Melodrama, porque este álbum, entendido en su plenitud, cuestiona los mismos cimientos del pop para dar lugar a algo nuevo y sorprendente. No será el trabajo más maduro imaginable, pero Lorde demuestra ser valiente al arriesgar con el sonido y, al mismo tiempo, resultar tan familiar como siempre con sus letras.
Aquí tienes cinco razones por las que Melodrama es un trabajo pop de lo más valiente y sorprendente, tanto a nivel lírico como sonoro, y que, con algo de suerte, podría marcar el futuro de un género del que se ríe al mismo tiempo que lo reivindica.
Si Pure Heroine era un disco de dream-pop especialmente austero y minimalista hasta el extremo, la apuesta de Melodrama es mucho más arriesgada, y casi parece querer oponerse diametralmente a sus pretensiones originales: abrazar directamente el pop en su forma para criticarlo y manipularlo a su antojo desde el interior. Canciones energéticas y perfectas para cualquier pista de baile encierran una serie de recursos inesperados que costaría imaginarse incluso en una electrónica mucho más dura. Lejos de quedar como un disco conformista con algún que otro toque marca de la casa, este álbum quiere jugar con los propios tropos del pop para llamar la atención sobre su propia vaciedad y así, quizá, imbuirlo con algo más de corazón y de cabeza.
Lorde vuelve a abordar asuntos personales en sus canciones, y si bien esto no siempre significa necesariamente madurar, lo cierto es que su forma de enfocar temas como la ruptura (como hace en Green Light) es muy particular y propia. Sober sigue caminando esa fina línea entre una profundidad adulta y una despreocupación adolescente, tanto en un sentido musical como lírico. Además, encontramos a una Lorde particularmente intimista en Liability, cuando canta sobre sentirse una carga para las personas que antes la amaban. Es probablemente la canción más pura que Lorde ha hecho, la más limpia de artificiosidad, y todavía queda espacio para canciones como Perfect Places, que cierra el álbum. A pesar de ser un tema, como la propia Lorde dijo, "completamente pop y obvio", encierra elementos muy personales y casi íntimos de la artista, que consigue conjugar así un tema poderoso y esperanzador a pesar de ciertas partes de su letra; una reivindicación de una edad adulta que aún conserva muchas trazas de inmadurez, pero no se representan como fallos sino como marcas de un crecimiento aún en progreso.
Melodrama fue realizado por varios productores distintos (entre ellos Lorde), que utilizan elementos instrumentales y otros giros vocales a los que la artista ya nos tenía acostumbrados en su debut. Asimismo, este nuevo álbum tiene más cuerpo que lo que hasta ahora conocíamos de ella, más color y elementos en juego. Constantemente queda patente su intención de trastocar a su paso tantos manierismos y vicios del pop como pueda, porque no hay mejor manera de hacerlo saltar por los aires que desde dentro. Hay arreglos compuestos por múltiples capas de melodía dulce y disonancia agresiva y casi chirriante nos devuelven a los beats agresivos del debut, pero llaman aún más la atención las canciones más desnudas y puras que encontramos aquí.
La cantante se sirve esta vez de recursos como la utilización de coros o los versos extremadamente rítmicos y complejos como trabalenguas a los que ya nos tenía acostumbrados en su debut, pero los mezcla con una melodía suave y dulce y una entonación que por momentos casi parece emular con gesto paródico lo edulcorado de las canciones vagamente románticas de tantas voces del género. Lorde no tiene miedo de utilizar su voz, cuidada pero no convencional, de modos especialmente atrevidos, pero sin por ello perder calidad.
La fiesta es uno de los temas de las letras de Melodrama y aparece representada de diversas maneras: desde el feliz embotamiento del inicio hasta que vuelven a encenderse las luces, pasando por todo lo que ocurre entre medias. Solo cuando comienza a disiparse la niebla de la ignorancia, el glamour y la fama empieza a comprenderse lo que ha ocurrido, pero mientras tanto la mente lo exagerará todo. Para Lorde, eso es el melodrama.
Sin embargo, los momentos más autobiográficos llevan consigo una carga de realidad sin adulterar difícil de encontrar en otros álbumes del estilo, y eso lo hace único. Melodrama no es el disco más maduro posible, pero creo que esto ocurre, sencillamente, porque Lorde tampoco lo es. Sin embargo, al igual que la propia artista, este trabajo es plenamente consciente de cuánto tiempo, esfuerzo y experiencia se requiere para poder decir que se ha cambiado de verdad. Estas once canciones no miran con condescendencia ni sus temas ni a su público, pero tampoco castigan sus errores porque no lo necesitan.