Se busca estrategia para combatir el populismo
Nadie conoce las sorpresas que aguarda el 2017, pero dadas las sacudidas que el populismo ha propiciado a ambos lados del Atlántico en el 2016, como el voto británico para salir de la Unión Europea o la victoria de Trump en Washington, el próximo curso político en Europa estará marcado por el reto de los partidos del sistema para tratar de salvar el orden liberal vigente en este continente desde la II Guerra Mundial. Se conoce la naturaleza de la amenaza y las fechas electorales clave en que se librará la batalla, pero las elites europeas no tienen clara cuál es la mejor estrategia para ganar.
El combate contra el populismo se librará en al menos tres asaltos, quizás cuatro.
En marzo se celebrarán elecciones legislativas en los Países Bajos y las encuestas sitúan al Partido por la Libertad en cabeza. Su líder, Geert Wilders, cultiva su popularidad a base de repetir discursos anti europeos y contra la inmigración, con toques de indisimulada xenofobia. Su reciente condena por un tribunal holandés por discriminación racial – sin pena de cárcel - no parece haber frenado sus aspiraciones de convertirse en primer ministro o formar parte de un futuro gobierno.
Se da por descontado que Marine Le Pen pasará a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, algo que su partido, el Frente Nacional, ya logró en 2002. Entonces los votantes progresistas salvaron a la República de las manos de Jean Marie Le Pen (fundador del Frente Nacional y padre de Marine) al votar al candidato del Partido Conservador, Jacques Chirac. Las horas bajas que viven los socialistas tras cinco años de presidencia de François Hollande apuntan de nuevo a una segunda vuelta dominada por los conservadores – que han elegido a François Fillon – y Le Pen. Dado el actual clima global tan propicio para el populismo, no está tan claro que en esta ocasión la República francesa – y la Unión Europea - se vayan a librar del Frente Nacional entrando por las puertas del Palacio del Elíseo. La primera vuelta de las presidenciales francesas será el 23 de abril y la segunda el 7 de mayo.
En otoño se celebrarán elecciones generales en Alemania y su incombustible canciller, Angela Merkel – la líder europea que más tiempo lleva en el gobierno (desde 2005) – ha anunciado que optará de nuevo a la reelección. Esta vez habrá un nuevo y peligroso competidor, Alternativa por Alemania, cuya musculatura no ha dejado de crecer desde la crisis del euro y sobre todo desde la llegada de más de un millón de refugiados a Alemania en 2015. Su líder, Frauke Petry, ha sugerido en alguna ocasión que habría que disparar a los refugiados en la frontera para evitar su llegada y recientemente ha responsabilizado a Merkel del atentado en un mercado de navidad en Berlín. Es poco probable que Alternativa para Alemania gane las elecciones, pero sí es posible que ejerza una influencia creciente sobre el gobierno alemán. Sin fecha todavía precisa, las elecciones serán en el otoño.
La salida del poder de Matteo Renzi ha abierto la posibilidad a que se celebren elecciones anticipadas en Italia en el curso de 2017 (la inestabilidad de la política italiana ha propiciado hasta 64 gobiernos distintos desde 1946). Si hubiera una convocatoria electoral, el populista Partido Cinco Estrellas liderado por el cómico Beppe Grillo, que combina anti europeísmo con denuncias contra la élites del país, tendría posibilidades reales de ganar de alcanzar el poder.
¿QUÉ PLANEA BRUSELAS?
“Cualquiera que piense que la eterna cuestión de la guerra y la paz en Europa ha desaparecido podría estar muy equivocado: los demonios no se han desaparecido, sólo están durmiendo”. La reflexión pertenece al actual presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker y la compartió con un periodista de Spiegel en 2013 cuando todavía era primer ministro de Luxemburgo. Se refería naturalmente a la amenaza de los partidos populistas y el reflejo que evocan de la pesadilla fascista vivida en este continente en los años 30, con unos resultados sobradamente conocidos.
Para la Comisión Europea el principal instrumento de combate del populismo es la reactivación de una economía que no termina de arrancar desde el inicio de la crisis en 2009. El llamado Plan Juncker, la iniciativa estrella del presidente de la Comisión, acaba de ser reforzado, tanto en su extensión (al menos hasta 2020) como en la cantidad de dinero que se propone movilizar (de los 315.000 millones de euros inicialmente previstos hasta los 500.000 millones).
Pero el abandono de la austeridad económica - dogma sagrado que ha marcado la respuesta de la crisis económica en Europa y que se identifica con los fuertes costes sociales que nutren al populismo - que ensaya la Comisión Europea choca con la voluntad de algunos Estados fuertes, liderados por Alemania. Recientemente el francés Pierre Moscovici, comisario al frente de asuntos económicos, presentó al Eurogrupo un plan para tratar de estimular la recuperación económica a través de una expansión presupuestaria de hasta un 0,5% del PIB de la Eurozona, lo que representarían unos 50.000 millones de euros, con la idea de que los Estados que tienen más margen gasten más e inyecten oxígeno en la economía europea. La propuesta no salió adelante.
EL PAPEL DE LA CULTURA FRENTE AL POPULISMO
El rearme de las sociedades liberales europeas frente al populismo no lo podrán llevar a cabo los políticos del establishment por sí solos. La cultura europea pide paso y recientemente hizo un llamamiento a la acción en unas jornadas organizadas por el Instituto Goethe en Bruselas. Su presidente, Klaus-Dieter Lehmann, inició su discurso inaugural con una declaración de intenciones: “Como artistas e instituciones culturales tenemos una responsabilidad especial en estos aterradores momentos”. Y concluyó con tono severo evocando los años 30 , “aprendimos una cosa del pasado: nunca más”.
Para algunos analistas, la crecida populista en Europa está directamente relacionada con las horas bajas que viven los partidos socialdemócratas. “La izquierda perdió interés en la gente corriente, los trabajadores”, afirmó en la misma conferencia Didier Eribon, influyente filósofo francés. “Aquellos que antes votaban a los comunistas y socialistas, están votando ahora al Frente Nacional de Marine Le Pen. Los líderes progresistas se han vuelto tecnócratas, burgueses… no les interesan los problemas de la gente corriente. A día de hoy, es la extrema derecha quien repite con éxito que son los legítimos representantes de los trabajadores”.
La pesca de votantes tradicionalmente de izquierdas por parte del populismo conservador es particularmente exitosa en Reino Unido. Al calor del debate en torno al referéndum de salida de la Unión Europea, el xenófobo UKIP ha sabido lograr el apoyo de muchos votantes de clase trabajadora que en el pasado apoyaron al Partido Laborista. El dilema laborista no es sencillo: ¿cómo tener en cuenta las demandas de sus votantes que observan preocupados la inmigración sin caer en las políticas discriminatorias que poco tienen que ver con sus valores internacionalistas?
“Te puede hacer sentir bien llamar a la gente ignorante y racista, pero sirve de poco para combatir el populismo”, afirmó el escritor holandés Paul Scheffer, también ponente en el foro del Instituto Goethe, en relación a la tentación de las elites liberales de menospreciar a los votantes de los partidos populistas en Europa. Según Scheffer, el ciudadano medio europeo es menos cosmopolita de lo que creen sus representantes y está seguro de que sin analizar a fondo esta realidad sociológica no se podrá ganar la batalla contra el populismo. “Si los liberales continuamos con la idea de que no deben existir las fronteras, terminarán ganado los que quieren cerrarlas”, resaltó escéptico Scheffer.
La tarea no será fácil para este curso político europeo: comprender y responder a las preocupaciones legítimas de los votantes a los que la crisis ha golpeado al tiempo que denunciar las soflamas populistas que con éxito ensayan Le Pen y compañía. La primera prueba llegará en marzo en las elecciones en los Países Bajos.