Donald Trump y Twitter: la historia del pájaro loco

Donald Trump y Twitter: la historia del pájaro loco

EL HUFFINGTON POST

En cinco meses, Donald Trump ha dado una sola rueda de prensa y ha publicado 366 tuits. Ese es el descompensado balance del presidente electo de EEUU desde su triunfo —el 8 de noviembre— hasta el día en el que se dignó a responder a las preguntas de los periodistas, el 11 de enero. Un lapso de tiempo inédito hasta ahora en la política estadounidense y, sin duda, toda una declaración de intenciones sobre la que será su estrategia de comunicación.

Trump utiliza su cuenta de Twitter, que abrió en marzo de 2009 y en la que cuenta con más de 20 millones de seguidores, como altavoz para comunicar decisiones, insultar, marcar objetivos, insultar, responder a acusaciones e insultar. Sobre todo insultar, un vicio al que está enganchado como a una droga. El diario estadounidense The New York Times recopiló en noviembre los insultos que había publicado en la red social desde que el magnate anunció su intención de luchar por la Casa Blanca, allá por el mes de julio: 289 improperios a personas, cosas y sitios.

Algunos biempensantes defendían el día en el que se impuso a Hillary Clinton que el estilo de Trump iba a cambiar al convertirse en presidente electo, tanto en su vertiente real como en la virtual. Olvidaron que Trump es Trump. Nada ni nadie le cambia. Su actividad en Twitter es un ejemplo de este monolitismo: desde el día de su elección hasta esta semana ha insultado a 31 personas, instituciones o colectivos, desde The New York Times, CNN y Buzfeed, pasando por el casting de la obra de teatro Hamilton, el programa de televisión Saturday Night Live, China, la cadena NBC, la revista Vanity Fair, Bill y Hillary Clinton, la ONU, Corea del Norte, Obama, General Motor, Toyota, Arnold Schwarzenegger, Meryl Streep o las agencias de inteligencia del país que va a dirigir los próximos cuatro años.

El uso que le da Trump a Twitter ha obligado a los medios a habituarse a este tipo de comunicación y, cada vez que estalla una polémica, ya no esperan un comunicado oficial del equipo del presidente. Sencillamente consultan su timeline hasta que cae el tuit de Trump. Porque que nadie lo dude: el tuit siempre llega. Prueba de ello es cómo fue la actividad de Trump la semana pasada: cada acontecimiento importante que tuvo lugar en Estados Unidos estuvo acompañado del correspondiente tuit del presidente electo.

El lunes respondió al crítico discurso con su persona de la actriz Meryl Streep durante los Globo de Oro:

"Meryl Streep, una de las actrices más sobrevaloradas de Hollywood, no me conoce pero anoche me atacó en los Globos de Oro. Ella es una..."

El martes menospreció el informe sobre la supuesta información con la que Rusia le podría chantajear:

Todas las noticias son falsas, ¡se trata de una caza de brujas!

El miércoles siguió negando la autenticidad del informe:

Rusia nunca ha tratado de usar nada contra mí. NO TENGO NADA QUE HACER CON RUSIA - NI ACUERDOS, NI PRÉSTAMOS, NADA!

El jueves se dedicó a menospreciar a la cadena CNN, que publicó los datos del informe:

La @ CNN está en un colapso total con sus NOTICIAS FALSAS porque sus calificaciones están tanking desde la elección y su credibilidad pronto se ha ido!

Y el viernes, a altas horas de la madrugada, elogió el papel de sus elegidos para ser su equipo, menospreció a Hillary Clinton e insistió en que acabará con el Obamacare tan pronto asuma el cargo de presidente.:

¡La desastrosa Obamacare pronto será historia!

QUÉ VA A PASAR CON SU CUENTA

Twitter no es una plataforma más de comunicación para Donald Trump. Es LA plataforma. Y así seguirá a partir del 20 de enero, cuando sea designado oficialmente el presidente número 45 de Estados Unidos.

Hasta ese momento, la gran duda que ha planeado las últimas semanas está relacionada, cómo no, con Twitter. Al igual que al ser designado presidente debe cambiar su residencia de Nueva York a la Casa Blanca, el nuevo cargo le debería obligar a abandonar su cuenta @RealDonaldTrump para utilizar la oficial del presidente: @Potus. Pues no.

El magnate ya ha confirmado al diario londinense The Times que No Way. Según el medio británico, Trump sopesó dejar de utilizar su cuenta personal, pero reculó al darse cuenta de que su alcance era “muy grande” y porque así podría seguir diciendo lo que quisiera. Por otro lado, según la periodista Kelly O´Donnell, de la cadena de NBC News, Trump no manejará directamente @POTUS, sino que lo hará su equipo. Es decir, una cuenta personal y otra oficial.

Fuentes del equipo de transición me confirman que Trump pretende seguir usando su cuenta personal y que no cambiará a @Potus

La decisión sólo va a enfurecer más a no pocos estadounidenses ya cabreados de por sí… Al menos a los que participaron en la encuesta de la Universidad de Quinnipiac en la que 2 de cada 3 admitieron que preferiría que el presidente cerrase su cuenta personal.

En una cosa lleva razón Trump: su cuenta en Twitter es un arma de destrucción masiva demasiado poderosa como para cambiarla. Son miles de ojos de todo el mundo los que potencialmente leen sus mensajes, una cifra que se multiplica por varios millones más al hacerse eco los medios de comunicación —prensa, radio, televisión— de esos tuits. Y, cada vez más, son miles de compañías, e incluso países a los que les entra sudores fríos cada vez que el perfil del presidente electo anuncia que hay un nuevo tuit.

Uno de los países más afectados, hasta el momento, por la furia tuitera de Trump ha sido México. No sólo sus habitantes, sino también sus empresarios saben que un mensaje de Trump en el que incluya el nombre de su país no puede ser, nunca, bueno. De ahí que algunos traders hayan especulado en las últimas semanas, según la agencia económica Bloomberg, con la idea de comprar directamente Twitter para cerrar la cuenta de Trump ipso facto. La adquisición les saldría a cuenta. A finales de año, Trump publicó en la red social los planes de inversión de Fiat Chrysler en Estados Unidos, y apuntó a una salida del fabricante de México. El peso bajó, sólo con ese tuit, un 0,70%. Pocos días después, el magnate criticó a General Motors por fabricar parte de sus vehículos en el país centroamericano. Ford reaccionó anunciando que que cancelaba su inversión de 1.600 millones de dólares en una fábrica en México y que, en su lugar, destinaría 700 millones de dólares en una planta de Michigan.

No es sólo México: empresas estadounidenses también han sufrido las consecuencias de un tuit de Trump. En diciembre, el presidente electo envió un mensaje criticando el elevado coste que suponía para EEUU producir un avión Air Force One. Las acciones de la compañía cayeron cerca de un 2% en las horas inmediatas.

Ese temor empresarial a cada tuit de Trump ha propiciado la aparición de aplicaciones como Trigger Trump, que alerta a los usuarios cuando el presidente electo de EEUU, Donald Trump, tuitea sobre una empresa cotizada en la que han invertido. De hecho, cada tuit de Trump activa miles de algoritmos informáticos.

RADIOGRAFÍA DEL TUITERO TRUMP

Pese a lo que se puede deducir, Trump no es un tuitero compulsivo. Desde el 5 de marzo del año pasado hasta el lunes de esta semana ha publicado una media de diez mensajes al día (10,9), hasta los 3.200. Su récord diario lo alcanzó el 20 de octubre de 2016, cuando envió 89 mensajes. El 14 de noviembre y el 19 de diciembre se los tomó libre: esos días no se registró actividad alguna en su cuenta.

Lo que queda claro es que el futuro presidente de Estados Unidos utiliza Twitter de un modo unidireccional: manda un mensaje y desprecia interactuar con las respuestas que se le dan. De hecho, en este periodo apenas se ha dignado a replicar seis veces, lo que supone un 0% de las veces. Lo suyo en esta red social no es un diálogo, sino un monólogo.

Eso no obsta para que haga el amago de conversar, una acción que en Twitter se lleva a cabo mencionando a un usuario en concreto. Trump ha utilizado este recurso casi 1.400 veces. El 4% de sus intervenciones en Twitter ha sido para hacer un retuit de un contenido que, por un motivo o por otro, el magnate ha considerado destacable. Y, claro, siendo como es no es de extrañar que la persona más retuiteada por Donald Trump haya sido… el equipo de campaña de Trump, @teamtrump. El segundo más favorecido ha sido su hijo Eric. Todo queda en casa.

Lo tercero más retuiteado por Trump (9 veces) ha sido el medio de comunicación Drudge Report, un medio ultraconservador favorable al presidente electo. En este periodo de tiempo Trump se ha retuiteado a sí mismo tres veces. Un ejercicio de egolotatría que se dispara cuando se trata de citar a un usuario: el tuitero más citado por Donald Trump es, por supuesto, Donald Trump (206 veces). La cadena ultraconservadora Fox es la tercera más mencionada y la tercera es Megan Kelly, presentadora de esa cadena muy crítica con el magnate y con el que se enfrentó abiertamente en varias ocasiones.

Porque, en Twitter, una mención de Donald Trump puede suponer un respaldo —que muchas veces es un caramelo envenenado— o un ataque furibundo. Por ejemplo, ha mencionado a la cadena CNN 76 veces y al diario The New York Times 57. Lo más bonito que ha dicho de ellos es que son unos mentirosos.

Donald Trump, que ha presumido varias veces que no necesita dormir más de cinco horas para completar con ánimos una de sus extenuantes jornadas laborales, es constante a la hora de tuitear. En el periodo analizado se refleja cómo escribe mensajes todos los días de la semana, siendo el martes el día más activo (el 19% de los tuits) y los jueves el que menos se acerca por la red del pajarito: el 12,2% de sus textos los lanzó ese día.

Esa constante la mantiene respecto a las 24 horas de los que consta el día: sólo hay una hora sagrada en la que jamás ha tuiteado: las cinco de la mañana. En el resto ha caído, de un modo u otro, algún tuit:

El magnate utiliza fundamentalmente dos plataformas para hacer escuchar su voz en Twitter: la aplicación para iPhone (1.500 mensajes) y para Android (1.394). 22 de sus mensajes han salido de un iPad y 279 de un ordenador. Sólo una vez recurrió a Periscope para tuitear.

Guste más o menos, Trump es un grande en las redes sociales. Sus tuits se retuitean con fervor —tanto por partidarios como por detractores— y los favoritos le caen casi a la misma velocidad que los ataques que lanza en cualquier comparecencia. Pero incluso en este aspecto tiene su gran exitazo, el tuit salido de la cuenta de Trump más exitoso (por el momento):

Y el mensaje con más me gustas:

Tuit por aquí, tuit por allá, lo cierto es que el uso que le da Trump a Twitter es todo menos inocente. De ahí que se haya repetido muchas veces cómo es posible que una persona incapaz de controlarse en una red social sea el poseedor del dedo que activa el botón nuclear.

Poca broma.