Por qué los madrugadores suelen estar más sanos (y qué deben hacer los trasnochadores)
A quien madruga, Dios le ayuda; y, ayudas divinas aparte, quienes madrugan también consumen más vegetales, frutas y proteínas, según un análisis de los datos de más de 850.000 usuarios de todo el mundo del monitor de actividad UP de Jawbone.
En un estudio sobre sueño y nutrición que lanzó en exclusiva para The Huffington Post, Jawbone llegó a la conclusión de que los usuarios que se acostaban pronto todas las noches —antes de las once de la noche— registraban menos calorías y consumían alimentos más nutritivos.
En cambio, los trasnochadores —los que se iban a la cama entre las once de la noche y las tres de la madrugada— tendían a consumir mayores cantidades de cafeína, alcohol, azúcar refinado, carbohidratos procesados, carne procesada y grasas saturadas que los madrugadores. Todo ello podría tener consecuencias en el sueño y el peso.
"Irse a la cama una hora antes, si se es perseverante durante un año, en teoría, podría suponer una pérdida de unos dos kilos sin realizar ningún tipo de cambio en la actividad física", explicaba al HuffPost la doctora Kirstin Aschbacher, científica de Jawbone.
La acepción de "trasnochador" a la que se refieren en Jawbone solo está basada en la hora de irse a la cama, no en la cantidad de horas que se duermen. En otras palabras, en esta categoría están incluidas tanto las personas con horarios cambiados como aquellas que simplemente se acuestan tarde pero se levantan a una hora normal.
La investigación realizada por Jawbone encaja con la literatura científica existente sobre la hora de irse a la cama y el bienestar. La relación entre dormir más y tomar mejores decisiones alimentarias está ampliamente documentada. Según un estudio publicado el año pasado en The American Journal of Clinical Nutrition, las personas que dormían más tendían a consumir menos grasas saturadas que aquellas que no disfrutaban de tantas horas de sueño. Además, un estudio realizado en 2015 por la Universidad de California (en Berkeley) llegó a la conclusión de que los adolescentes que se acostaban más tarde tenían más probabilidades de ganar peso a lo largo de un periodo de cinco años.
Los trasnochadores se preguntarán qué sacan ellos de todo esto. Por lo general, tienden a consumir alimentos menos nutritivos y más calorías que los madrugadores.
Cuanto más tarde se acostaban los participantes del estudio, más calorías registraban al día siguiente.
Pero no todo son malas noticias, aclara Aschbacher, que también forma parte del club de los trasnochadores. Si eres de esas personas que se acuestan tarde y se levantan tarde y duermen, por tanto, una cantidad estándar de horas, tienes la oportunidad de aprovechar los beneficios de irte a la cama antes de lo que sueles hacerlo. Según la doctora Aschbacher, si los trasnochadores quieren perder algunos kilos lo que tienen que hacer es centrarse en el periodo previo a su hora de acostarse, el momento en el que son más propensos a picar.
La investigación que ha llevado a cabo Jawbone se basa en registros de alimentos aportados por los usuarios de aplicaciones como MyFitnessPal (teniendo en cuenta que los datos aportados por los propios usuarios no siempre son fiables y que es probable que el tipo de personas que registran los alimentos que consumen sean más cuidadosas con su dieta que la media). Mediante la recogida de datos y la identificación de tendencias, la empresa pretende fomentar un cambio conductual que se traduzca en dormir mejor y llevar una dieta más saludable.
El doctor Mitesh Patel, profesor adjunto de la Perelman School of Medicine de la Universidad de Pensilvania, afirma que los monitores de actividad pueden ser herramientas muy útiles para el cambio conductual, pero "la dificultad reside en cómo diseñar una intervención basada en la percepción del aparato".
"Que haya notificaciones emergentes en la aplicación es un buen comienzo", explicaba Patel al HuffPost, "pero entonces los monitores también tendrán que evaluar el impacto de las notificaciones".
Con ese fin, el análisis de datos realizado por Jawbone pasa prácticamente en tiempo real a una "función de entrenamiento" incluida en la aplicación que hace sugerencias basadas en conductas saludables que aparentemente funcionaron a otros usuarios. Aschbacher aclaró que las percepciones sobre el sueño y la nutrición, por ejemplo, se habían traducido en una recomendación de mantener una hora de acostarse más estable. Para ella, el siguiente paso de Jawbone es evaluar esas intervenciones.
Según Patel, supondría un desafío desentrañar la relación causa-efecto entre el sueño y la nutrición. "Es posible que haya un tercer factor que influya en ambos", explicaba. "O que la relación se invierta, es decir, que la gente que come menos se duerma antes".
Aschbacher afirma que ambas posibilidades son factibles: tanto que haya un tipo de personas que se centren más en dormir y comer de manera saludable como que la cantidad de horas de sueño afecte de manera directa al consumo de comida del día siguiente.
"Para Jawbone la segunda opción es la más relevante, ya que así tenemos más posibilidades de ayudar a la gente a cambiar", explicaba al HuffPost.
La doctora mencionó mecanismos biológicos que podían explicar esa posibilidad y destacó que "se sabe que dormir poco produce cambios en la secreción de hormonas —como la leptina y la grelina— que hacen que una persona se sienta más hambrienta".
Lo que ocurre en muchos casos es que nos olvidamos de irnos a dormir cada noche más o menos a la misma hora porque, obviamente, mamá y papá ya no están ahí para llevarnos a rastras a la cama. Pero quizá la vibración de una pulsera de actividad nos pueda servir de recordatorio.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero