No todo es ébola: los otros virus más temidos por las autoridades sanitarias
"Aquel que causando una enfermedad grave en el hombre supone un serio peligro para los trabajadores, con muchas probabilidades de que se propague a la colectividad y sin que exista generalmente una profilaxis o un tratamiento eficaz". Así es como se definen legalmente en España los llamados agentes biológicos del grupo 4, los mayores enemigos públicos de las autoridades sanitarias. La actual crisis del virus del ébola nos ha recordado que conocemos en este planeta un puñado de feroces microorganismos contra los que aún no hemos desarrollado armas adecuadas, y que requieren de complejas infraestructuras tanto para su manipulación como para aislar y tratar a los pacientes infectados. Popularmente se habla de estos patógenos como de nivel P4, en referencia a las exigencias de bioseguridad que deben cumplir los laboratorios de investigación y diagnóstico. Sin embargo, el jefe del Servicio de Protección Radiológica y Bioseguridad del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), Fernando Usera, aclara: "En España lo correcto es hablar de Nivel de Contención Biológica 4 o NCB4, la P está tomada del francés".
España dispone de un marco legal que clasifica estos organismos y define las especificaciones de seguridad necesarias, todo ello trasponiendo la directiva que afecta a los países de la Unión Europea. En nuestro país, la norma comunitaria se adoptó a través del Real Decreto 664/1997 de 12 de mayo, que regula la protección de los trabajadores contra el riesgo biológico. La tabla completa de bacterias, virus, parásitos y hongos peligrosos, clasificados en sus niveles del 1 al 4, está recogida en el anexo II de esta ley, modificado al año siguiente para incorporar las últimas novedades aportadas entonces por la investigación.
Los organismos que la ley española clasifica en el grupo 4 tienen algo en común: todos son virus. La falta de medicamentos de amplio espectro contra esta clase de patógenos, al estilo de los antibióticos para las bacterias, dificulta la lucha contra estos parásitos que colonizan las células del hospedador y hackean su maquinaria en beneficio propio. La crisis del ébola ha puesto de manifiesto la necesidad de ampliar los recursos destinados a combatir estas gravísimas amenazas contra la salud pública, tanto desde los laboratorios de investigación como desde las infraestructuras sanitarias, y tanto en los países desarrollados como en los lugares de origen de estos brotes. En España se puede tratar a los enfermos, pero no se puede investigar con estos patógenos, ya que no existe en nuestro país ninguna instalación NCB4. Circula popularmente la idea de que existe un laboratorio de nivel 4 en el Centro de Investigación en Sanidad Animal de Valdeolmos (Madrid), pero en realidad se trata de un 3+.
Sin embargo, Usera, que ha participado en la implantación de los protocolos de bioseguridad para el tratamiento del ébola en el Hospital Carlos III, justifica históricamente esta carencia: "Es discutible que necesitemos un NCB4 en España; hasta ahora no hemos tenido agentes patógenos del grupo 4 en nuestro territorio y son instalaciones tremendamente caras que además suelen tener una actividad discontinua, porque hay pocos proyectos que requieran su uso". De hecho, el experto en bioseguridad cuestiona la proliferación de laboratorios de nivel 3 en España: "En la época de las vacas gordas se construyeron muchos NCB3 porque cada comunidad autónoma necesitaba el suyo de referencia, y muchos no son necesarios". "También son muy caros incluso si no se utilizan; es mejor tener pocas instalaciones que funcionen bien", añade.
Tampoco es necesario un laboratorio NCB4 para el diagnóstico del ébola u otros patógenos del grupo 4, ya que, según explica Usera, para extraer el ARN viral de cara a las pruebas se añade a las muestras de los pacientes un detergente que degrada el material vivo, eliminando el riesgo biológico. "Las pruebas se hacen en el laboratorio de nivel 3 del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, pero las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) dicen que basta con un NCB2 con práctica de nivel 3", detalla Usera.
Pero aunque Usera matiza que "ahora tal vez sí" vayamos a encontrarnos con más casos de un patógeno de nivel 4 dentro de nuestras fronteras, no es la posibilidad de otro pequeño brote casual la que juzga más preocupante, sino otra situación bien distinta: "No estamos a salvo de un posible ataque bioterrorista, y para esto sí sería recomendable disponer de una pequeña instalación de nivel 4". Este planteamiento contempla una instalación de carácter militar, pero Usera reconoce que es difícilmente compatible con los recortes en los presupuestos de defensa.
De hecho, el temor a una ofensiva con virus como armas no es infundado. Algunos de los patógenos que se exponen a continuación, los incluidos por la legislación española en el grupo 4 de riesgo biológico, han sido investigados y producidos con fines bélicos por potencias como EEUU y la antigua Unión Soviética. La URSS y después Rusia produjeron grandes cantidades de virus del ébola, marburg, lassa y arenavirus del Nuevo Mundo (Junín y Machupo) hasta 1992. La secta japonesa Aum Shinrikyō (Verdad Suprema), responsable del ataque con gas sarín en el metro de Tokio en 1995, intentó sin éxito producir virus del ébola como arma biológica.
1. VIRUS DEL ÉBOLA
¿Qué decir a estas alturas del microorganismo que ha puesto patas arriba los ministerios de Sanidad en medio mundo? El español medio que haya seguido las informaciones publicadas en los meses recientes probablemente sabe ya más de este virus africano que de la propia gripe, en lo que se refiere a vías de contagio, síntomas, períodos de incubación y posibles tratamientos. Mientras los países occidentales se enfrentan a nuevos casos de contagio en sus territorios, la epidemia crece sin control en los países de África occidental donde surgió, sobre todo en Sierra Leona, Liberia y Guinea. Los últimos datos publicados esta semana por la OMS y el Centro para el Control de Enfermedades de EEUU (CDC) hablan de casi 9.000 casos y 5.000 muertes desde el comienzo del brote. El virus del ébola pertenece a la familia de los filovirus, caracterizados generalmente por producir gravísimas fiebres hemorrágicas. En el caso del ébola, afecta a humanos y otros primates, pero es asintomático en los murciélagos frugívoros, los animales en los que se ha localizado el reservorio del virus.
2. VIRUS DE MARBURG
En agosto y septiembre de 1967, varios trabajadores de la planta industrial de Hoechst, en la ciudad alemana de Marburgo, cayeron enfermos tras manipular tejidos de monos verdes importados de Uganda. El brote llegó hasta Fráncfort y Belgrado, capital de la antigua Yugoslavia. En total se registraron 31 casos, falleciendo siete de ellos. El agente responsable de la infección es un filovirus pariente del ébola y semejante a este aproximadamente en un 50% de sus genes. Estos virus, cuya familia fue designada por su aspecto filamentoso, poseen un genoma formado por ARN. Desde el brote inicial en Alemania, se han registrado hasta 11 apariciones más de la enfermedad, todas ellas en África a excepción de dos accidentes de laboratorio en la antigua Unión Soviética, cuando esta potencia trataba de convertir el virus en arma biológica. El marburg tiene un pariente próximo perteneciente a la misma especie llamado virus de Ravn.
La última aparición del marburg hasta ahora se ha producido este mismo año y, por desgracia, aún no está cerrada. El pasado septiembre, un trabajador sanitario de Uganda falleció de fiebre hemorrágica. Tras practicarle los exámenes pertinentes, las autoridades del país confirmaron a la OMS el pasado 5 de octubre que se trataba de marburg. Según este organismo, 11 de las 146 personas identificadas que habían tenido contacto con el sanitario han desarrollado síntomas, pero los primeros tests han sido negativos en todos los casos, aunque habrá que esperar a las segundas pruebas antes de dar el brote por concluido.
3. VIRUS DE JUNÍN
Las fiebres hemorrágicas también tienen sus versiones americanas. En 1943, varios lugareños de La Pampa cercana a Buenos Aires comenzaron a enfermar de lo que entonces se dio por llamar simplemente "la fiebre". La dolencia fue reconocida como vírica en 1955, y en 1958 la prensa la bautizó como "mal de O’Higgins", en referencia al nombre de la localidad bonaerense donde parecía originarse una epidemia que afectó a unas 265 personas con un índice de mortalidad del 19%. El virus responsable recibió su nombre de la ciudad más próxima. El junín pertenece a un creciente grupo de virus englobados en el género Arenavirus y que infectan crónicamente a ciertos roedores, saltando ocasionalmente a los humanos. A diferencia de los filovirus, los Arenavirus no son filamentosos sino esféricos. Su nombre procede de su aspecto arenoso al microscopio electrónico, lo que se debe a los restos de material celular presentes en el virus.
El contagio de los Arenavirus suele producirse por contacto con material infectado, como las secreciones de los animales. Aunque también pueden transmitirse por aerosoles, el contagio de persona a persona se considera raro. El junín se esconde en un pequeño roedor suramericano llamado ratón maicero (Calomys musculinus), emparentado con los hámsters y los lemmings. Debido a que este ratón es abundante y a que sus secreciones corporales transmiten el virus, la zona central de Argentina continuó padeciendo cientos de casos al año de este “mal de los rastrojos” hasta que, a finales de la década de 1980, el desarrollo de una vacuna y su administración a gran parte de la población en riesgo redujeron drásticamente su incidencia.
4. VIRUS DE MACHUPO
El machupo es básicamente la versión boliviana del junín. O sería más exacto decir una de ellas, ya que en 2008 se identificó un nuevo Arenavirus boliviano al que se bautizó como chapare y que ya causó una muerte unos años antes, pero que aún no ha sido incorporado a la lista española.
El machupo se aisló en 1963 en la provincia de Beni, donde provocaba una fiebre hemorrágica conocida también como tifus negro. Tanto la enfermedad que provoca como las vías de transmisión son similares a las del junín. En el caso del machupo, el vector es otro roedor, la laucha campestre (Calomys callosus). Aunque periódicamente surgen nuevos casos de fiebre hemorrágica boliviana, la vacuna desarrollada contra el junín también reacciona con el machupo, por lo que podría ser utilizada para prevenir la infección por este virus. En el tratamiento de los Arenavirus se está empleando ribavirina, un antiviral que causa mutaciones letales en estos patógenos.
5. VIRUS DE GUANARITO
El pasado marzo, la prensa venezolana informó de nueve casos nuevos de fiebre de Guanarito, la versión llanera de la fiebre hemorrágica, descubierta en 1989 y que en 2013 afectó a un total de 17 personas. Como en sus parangones argentino y boliviano, el hecho de que el vector del virus sea un roedor mantiene el número de casos bajo pero incesante, ya que la transmisión entre personas es rara, mientras que el contacto con orina o excrementos de los ratones es relativamente frecuente entre la población agrícola de los llanos. En este caso el animal transmisor es el ratón de la caña de azúcar (Zygodontomys brevicauda).
Una noticia inquietante sobre este virus se difundió en marzo de 2013, cuando el presidente de la University of Texas Medical Branch, David Callender, informó de la desaparición de un vial de guanarito del Laboratorio Nacional de Galveston, una instalación de nivel 4 de referencia en EEUU. La cantidad perdida era inferior a "un cuarto de cucharadita de té", según Callender. Se ignora cuál fue el destino del vial.
6. VIRUS DE SABIÁ
Terminamos el recorrido por los Arenavirus del Nuevo Mundo con su representante brasileño. En 1990, una mujer de la localidad de Sabiá, cercana a Sao Paulo, enfermó y murió de una enfermedad que en un primer momento fue diagnosticada como fiebre amarilla. El posterior hallazgo de este nuevo Arenavirus casi le cuesta la vida a un técnico de laboratorio implicado en el descubrimiento, que contrajo la enfermedad. En 1994, un virólogo de la Universidad de Yale (EEUU) resultó infectado cuando centrifugaba unas muestras, una de las cuales dejó escapar parte de su contenido. El científico fue tratado exitosamente con ribavirina.
7. VIRUS DE LASSA
Los Arenavirus no son exclusivos del Nuevo Mundo. En 1969 se descubrió en el norte de Nigeria el virus de Lassa, el primero de este género endémico en África. El artífice del hallazgo fue el médico nacido en Viladrau (Girona) Jordi Casals-Ariet, fallecido en 2004 a los 92 años y considerado una gran figura de la epidemiología en su país de adopción, EEUU, a donde emigró al comienzo de la Guerra Civil española. Mientras trabajaba en la Universidad de Yale, Casals aisló el lassa de la sangre de tres enfermeras misioneras estadounidenses, dos de las cuales habían fallecido. En aquellos tiempos apenas había nacido la preocupación por la bioseguridad, y Casals contrajo el virus. Estando al borde de la muerte, los médicos decidieron inyectarle el plasma de la tercera de las enfermeras, que había sobrevivido a la infección, y sus anticuerpos le salvaron la vida. Por desgracia, poco después falleció de la enfermedad un técnico de su laboratorio, Juan Román. El caso del lassa impulsó la adopción de nuevas medidas de bioseguridad en los laboratorios de investigación, algo a lo que entonces también contribuyó la publicación de la novela de Michael Crichton La amenaza de Andrómeda (1969), en la que se narraba una epidemia causada por un virus letal.
El CDC estima que el lassa afecta hasta a 300.000 personas cada año, causando unas 5.000 muertes anuales. Su territorio original comprende los países afectados por el actual brote de ébola —, Sierra Leona, Guinea y Nigeria—, pero en los últimos años parece haberse extendido también a Mali, Burkina Faso, Ghana, Costa de Marfil, Togo y Benín. En abril se registró el caso de un estadounidense afectado al regresar de su viaje a África occidental. Los hospedadores naturales del virus son las ratas del género Mastomys. Como el resto de fiebres hemorrágicas provocadas por Arenavirus, la enfermedad se contrae sobre todo por el contacto con orina o excrementos de las ratas infectadas, aunque también se puede transmitir de persona a persona.
El lassa no es ni mucho menos el único Arenavirus africano. Actualmente el CDC registra 25 de estos virus en América y 14 en el Viejo Mundo, casi todos en África. Según este organismo, cada tres años se descubre un nuevo Arenavirus, por lo que estos agentes biológicos se cuentan entre los virus emergentes de mayor importancia. Sin embargo, el lassa era el único Arenavirus africano claramente patógeno en humanos hasta 2008, cuando un virus hasta entonces desconocido infectó a cinco personas en Zambia y Sudáfrica, matando a cuatro de ellas. El responsable, denominado virus de Lujo (LUsaka y JOhannesburgo), aún no ha sido incorporado a la tabla de la legislación española.
8. VIRUS DE LA FIEBRE HEMORRÁGICA DE CRIMEA-CONGO
Entre 1944 y 1945, unos 200 soldados soviéticos destacados en la Península de Crimea enfermaron de fiebre hemorrágica aguda. Después de aislarse el virus responsable, se demostró que se trataba del mismo hallado varios años antes en el Congo Belga. El agente responsable es un Nairovirus, perteneciente a la familia de los bunyavirus. Este patógeno encuentra reservorios en diversos mamíferos y aves, y se transmite a los humanos por la picadura de garrapatas, aunque puede contagiarse de persona a persona o contraerse del ganado infectado a través de los fluidos corporales. Su tasa de mortalidad se sitúa entre el 10 y el 40%. Como los Arenavirus, se trata con ribavirina, y aún no hay una vacuna disponible de uso general.
Su nombre revela la gran dispersión geográfica del virus, que se encuentra presente desde India y China hasta el Mediterráneo oriental y África. En España no se había detectado hasta 2011, cuando un equipo del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) encontró el virus en garrapatas capturadas en una población de ciervos del oeste de Cáceres. Según los investigadores, la cepa es de origen africano, por lo que podría haber llegado a España con las migraciones de aves o el ganado de importación. Hasta hoy no se conoce ningún caso de la enfermedad en nuestro país.
9. VIRUS VARIOLA (VIRUELA)
Este gran clásico entre los virus peligrosos para el hombre fue erradicado de la naturaleza en 1979 gracias a una campaña global de vacunación emprendida por la OMS, después de que la enfermedad, altamente contagiosa, acosara a la humanidad durante miles de años causando masivas epidemias letales. Con la viruela nació la primera vacuna, descubierta por el británico Edward Jenner en 1796, pero jamás se encontró una cura para la infección. La OMS estima que en el mundo existe ahora una reserva de entre 570 y 720 millones de dosis de vacuna contra la viruela.
Sin embargo, y aunque hoy el virus de la viruela haya desaparecido de la población, no se ha extinguido, ya que se conservan muestras destinadas a investigación al menos en el CDC de EEUU y en el Centro de Investigación Estatal de Virología y Biotecnología (VECTOR) en Rusia. En la década de 1990 se suscitó un intenso debate sobre la conveniencia de destruir las muestras, pero algunos expertos argüían que, en caso de que existan más cepas en poder de grupos hostiles, sería conveniente disponer del virus de cara al desarrollo de nuevas vacunas y tratamientos. Otros alegan que es precisamente la persistencia de estas muestras la que puede ponerlas en manos de grupos terroristas. El debate prosigue bajo la atenta mirada de la OMS, que vigila de cerca las cepas conservadas, pero no todo está bajo control: en julio de este año, el CDC de EEUU informó del sorpresivo hallazgo de varios viales de virus vivo en una caja de cartón situada en un almacén en desuso de un laboratorio cercano a Washington. Los viales fueron trasladados a una instalación segura y, presuntamente, destruidos.
En la tabla de la ley española figura también una variante del virus conocida como whitepox, aislada en 1978 de los riñones de un chimpancé, un mono y dos roedores del entonces Zaire, en una zona donde se habían producido siete casos de personas infectadas por la viruela de los monos. Las cepas resultaron ser indistinguibles del virus de la viruela.
10. MORBILLIVIRUS EQUINO (HENDRA)
Uno de los últimos incorporados a la lista española del nivel 4 debutó en 1994 matando de neumonía a 13 caballos y un entrenador en el barrio de Hendra, en Brisbane (Australia). Los investigadores identificaron la causa de la enfermedad como un virus emparentado con el género Morbillivirus, al que pertenece, por ejemplo, el sarampión. Posteriormente el hendra fue clasificado en un género nuevo, Henipavirus, y se descubrió que está presente en los murciélagos de la fruta, los cuales lo transmitieron a los caballos. Como el ébola, el contagio de humanos es accidental y requiere contacto con fluidos corporales. En Australia se han detectado hasta 50 pequeños brotes, sobre todo en caballos, en los que la letalidad del virus se estima en un 75%, frente a un 60% en humanos. Más recientemente se han descubierto otros virus relacionados en Asia y África.