25 años de la gran huelga general de 1988, un éxito difícilmente repetible hoy en día (FOTOS, VÍDEOS)
En la noche del 13 al 14 de diciembre de 1988, la emisión de TVE se apagó. Justo a las 00:00, en plena tercera edición del Telediario, los espectadores vieron que primero desaparecía el sonido, luego había un fundido a negro y, finalmente, aparecía la carta de ajuste.
En una época en la que únicamente existía la cadena pública, los españoles se quedaron sin televisión. Era una señal clara de que la huelga general convocada por UGT y CCOO para aquel 14 de diciembre tenía muchísimos visos de ser un éxito. Se protestaba especialmente contra una reforma laboral impulsada por el Gobierno, encabezado entonces por Felipe González, que abarataba el despido y contra un plan de empleo juvenil que instauraba los 'contratos basura'.
Aquel día (del que este sábado se cumplen 25 años) acabó pasando a la historia como la mayor huelga celebrada en España. Más de ocho millones de trabajadores y tres millones de estudiantes no acudieron a sus puestos y más de un millón de personas se manifestaron ese día por las calles de decenas de ciudades y pueblos. El transporte público era prácticamente inexistente, por lo que la manifestación de Madrid se tuvo que celebrar dos días después. Asistieron cerca de 700.000 personas.
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Los sindicatos cifraron el seguimiento en un 90% de los trabajadores y el Gobierno en el 50%. El coste del paro se estimó en unos 400.000 millones de pesetas y dejó las calles de las grandes ciudades prácticamente vacías. Los titulares de los periódicos del día siguiente fueron rotundos: "La huelga general paralizó España", "Huelga general masiva" y "Triunfó la huelga general".
"EL PASTEL CRECÍA, PERO NO SE REPARTÍA"
"Aquello no se produjo de la noche a la mañana. Había profundas diferencias entre el Gobierno y el conjunto del movimiento sindical desde hacía tiempo. Ya en el 82 había reuniones con profundos desencuentros entre UGT y el Gobierno y eso se fue acentuando", relata en conversación telefónica con El Huffington PostNicolás Redondo, secretario general de UGT en aquel momento y uno de los grandes impulsores de la huelga.
Él mismo, junto a su mano derecha Antón Saracíbar, habían abandonado sus escaños en el PSOE un año antes como protesta por los Presupuestos Generales elaborados por el Ejectuvo de González. Entendían que el Gobierno debía poner en marcha una política basada en un reparto más justo de la riqueza y con mayor acento en lo social.
Esas políticas socioeconómicas del PSOE fueron la causa de la huelga de 1988, que supuso la primera gran ruptura entre el PSOE y UGT. Redondo resume la situación con una metáfora: "El pastel crecía y crecía, pero no llegaba nunca la hora del reparto. Había muchas ilusiones puestas en el PSOE porque el triunfo del 82 fue tremendo. Había muchas esperanzas en los logros que se iban a conseguir con aquel Gobierno".
EL PLAN DE EMPLEO JUVENIL, EL DETONANTE
Redondo recuerda que Felipe González salió de las elecciones del 82 "como un líder total y llevaba aparejada la ilusión sin límites de la izquierda y de los trabajadores, que se sacrificaron cuando se les exigían sacrificios y cuando llegaron los años de bonanza se les dijo que tenían que seguir sacrificándose".
El detonante para que los sindicatos convocaran la huelga fue, sin embargo, el Plan de Empleo Juvenil (PEJ) aprobado por el Gobierno, que fue rebautizado como Plan de Esclavización Juvenil. El plan creaba un nuevo contrato laboral para jóvenes de entre 16 y 25 años cuyo salario era el mínimo interprofesional, y las empresas tenían una bonificación del 100% de las cuota de la Seguridad Social en la parte de contingencias comunes.
La duración mínima de este tipo de contrato era de 6 meses y la máxima 18 meses. En España en aquel momento había 12 millones de trabajadores y tres millones de parados. "En ese momento habían pasado seis años de Gobierno socialista y las cosas no mejoraban en absoluto en lo social. Había hasta ministros que pensaban que la sociedad estaba mejor sin sindicatos y que el sindicato era una carga para el partido", reflexiona Redondo.
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LAS RAZONES DEL ÉXITO
Antón Saracíbar, secretario de organización de UGT en la época, resalta que el éxito total de aquella huelga no se debió a una sola razón. "Por un lado, el Gobierno socialista pensaba que la huelga no iba a salir, que era un brindis al sol del movimiento sindical. No lo vio venir y no estaba preparado para una huelga así", explica.
El líder sindical enumera más razones para aquel triunfo: "Se preparó muy bien. Hubo cientos de asambleas previas en todas las ciudades y, sobre todo, se preparó muy bien en el sector del transporte. Además, se acertó en las reivindicaciones. Fueron muy ajustadas a la realidad y llegaron muy claramente a la ciudadanía. Por otro lado, la ciudadanía estaba ya cansada de la deriva neoliberal de las políticas del Gobierno".
Tras la protesta, el Ejecutivo tuvo que admitir el éxito de la huelga. Manuel Cháves, entonces ministro de Trabajo, llegó a reconocer que había sido "un duro golpe para el Gobierno". "Fue un gran logro de la clase trabajadora. Carlos Solachaga [entonces ministro de Economía y Hacienda] me llamó y me dijo: 'Quiero proponer un acuerdo a los sindicatos'. Y fue entonces cuando conseguimos lo que conseguimos", recuerda Redondo.
¿SERÍA POSIBLE AHORA REPETIRLO?
Eso que se consiguió fue el llamado "giro social" del Gobierno de González: la retirada del plan de empleo juvenil, la creación de de las pensiones no contributivas, los derechos de los empleados públicos a la negociación colectiva, subida de las pensiones equiparándolas al Salario Mínimo Interprofesional, y subidas salariales adicionales del 2%. "No se consiguieron todas las reivindicaciones, pero sí las más importantes", asegura Saracíbar.
Los líderes sindicales ven, sin embargo, complicado que una huelga así se repita ahora en España. "Para repetir aquello hay que tener las ideas muy claras. Tienen que darse circunstancias, como que la gente se sienta bien representada y respaldada por los sindicatos, aunque con eso no digo que no lo estén. Quiero decir que la gente debe sentirse muy respaldada", subraya Nicolás Redondo.
Su mano derecha en el 88, Antón Saracíbar, apunta a la "campaña antisindical tremenda" que, a su juicio, existe ahora. "Los sindicatos son el último bastión para rechazar los políticas neoliberales. Por eso desprestigian a los sindicatos, para que no haya rechazo a sus políticas. Y eso hace que los sindicatos estén a la defensiva", asegura.
"HAY QUE CORTARLO CAIGA QUIEN CAIGA"
Sin embargo, Saracíbar también hace autocrítica y cree que la crisis "ha llegado también a los sindicatos y a la izquierda". "El movimiento sindical tiene altibajos, como los dientes de una sierra, y ahora no están en su mejor momento", admite. Por eso, cree que el movimiento sindical debe buscar "una relación de fuerza" con movimientos emergentes como el 15M y las mareas.
El ex número 2 de UGT tampoco elude hablar del escándalo de las facturas falsas que afecta al organismo. "Hay que denunciarlo, desactivarlo y poner remedio. Los sindicatos no están actuando con la rapidez y contundencia debida. Y eso hay que hacerlo caiga quien caiga. Caiga quien caiga", subraya.
"La crítica dentro del sindicato tiene que producirse porque si no se desprestigia el movimiento sindical. Los sindicatos no solo defienden los intereses de los trabajadores, sino que lo hacen desde la ética, la honestidad y la austeridad. Si eso falla, todo lo demás también falla".
El secretario Confederal de Organización y Comunicación de CCOO, Fernando Lazcano, también admite que los sindicatos no están en su mejor momento.
"En términos afiliativos no ha bajado la fuerza y en ese terreno no hemos perdido peso, pero hemos perdido en crédito social. Hay datos que indican que hemos perdido fuerza y capacidad de condicionar las políticas. Se ha aumentado notablemente la sensación de que vamos a lo nuestro y de que algo nos llevaremos", lamenta.
Aunque también denuncia una campaña orquestada contra los sindicatos, admite que ellos lo están poniendo fácil. "Si no se hubiesen dado ciertos casos, tendríamos más fácil defensa", reconoce.