Basel Ramsis desde Egipto: "No es un golpe de Estado ni Morsi ha sido elegido en elecciones democráticas"

Basel Ramsis desde Egipto: "No es un golpe de Estado ni Morsi ha sido elegido en elecciones democráticas"

AHMED KHALED

El cineasta egipcio afincado en Madrid, Basel Ramsis, está harto de repetir lo que para él es obvio sobre la caída de Mohamed Morsi después de que el Ejército de su país haya intervenido para apartarle del poder: "No es un golpe de Estado ni Morsi ha sido elegido en elecciones democráticas".

Un año después de ganar unas elecciones presuntamente democráticas, el presidente de un país es defenestrado por el Ejército, que se hace con las riendas del país. Técnicamente, huele a golpe de Estado y así se apresura a etiquetarlo la prensa. En la fórmula egipcia entran, sin embargo, otros factores clave por los que Ramsis no duda en rechazar el término.

"Unas fuerzas democráticas -el movimiento Tamarod, que se traduce como Rebeldía- llevan meses recogiendo firmas en un documento en el que no se reconoce a este presidente. En esos papeles había unos objetivos determinados: acabar con Morsi, disolución del Parlamento, y derogación de la Constitución islamista hecha a espaldas del pueblo egipcio hace meses. A partir de ahí han marcado una hoja de ruta que establece que el presidente del Tribunal Constitucional tomará el poder hasta la redacción de una nueva Constitución o su modificación, y hasta que se celebren unas elecciones parlamentarias democráticas. Firmaron 22 millones de personas, mientras que Morsi ganó por 14 millones de votos". Las Fuerzas Armadas lo que están haciendo, según él, es asegurar que se cumpla esa hoja de ruta diseñada por el pueblo, le guste más o menos.

Las manifestaciones de estos días precipitaron la postura del Ejército, que según el cineasta, "hasta ahora estaba por la continuidad del poder de Morsi, en línea con las presiones de la Administración de Obama". Los días previos al 30 de junio se sucedieron las manifestaciones, pero la del domingo fue masiva: "Salieron casi 30 millones de egipcios, según distintas fuentes; unas cantidades impresionantes en todo el país, las mayores en la historia de Oriente Próximo", explica Ramsis, que estuvo en las que en 2011 derrocaron a Hosni Mubarak y cree que no son comparables.

Sobre la segunda parte de su enunciado, la que se refiere a que Morsi no fue elegido democráticamente, sostiene que hubo compra de votos, que se usaron las mezquitas durante la campaña y se emplearon lemas religiosos, como que "quien vota a Morsi va al paraíso", dirigidos a un pueblo religioso y analfabeto. Denuncia, además, que impidieron a muchos cristianos y mujeres votar, se falsificaron papeletas y la Administración de Obama presionó a favor de Morsi.

INTERVENIR PARA EVITAR UNA GUERRA CIVIL

"El Ejército se ha visto obligado a participar para evitar un enfrentamiento que estaba a punto de llegar a una guerra civil", afirma, y aclara que personalmente no se fía de los generales y especialmente del jefe de las Fuerzas Armadas, Adbel-Fattah el-Sissi, un hombre de los servicios secretos que pertenecía a la cúpula militar de Mubarak y al Consejo militar que gobernó el país tras su caída.

En los últimos días, continúa Ramsis por teléfono, la violencia estaba en escalada: milicias islamistas armadas cortaban carreteras, una bomba estalló en una manifestación fuera de El Cairo, comandos de Al Qaeda se han hecho fuerte en el Sinaí, e incluso grupos armados de los años 80 y 90, aupados a puestos de poder en el Ejecutivo islamista, anunciaron un baño de sangre si derrocaban a Morsi. Hubo decenas de muertos y heridos en las protestas. Así las cosas, el Ejército decidió intervenir, pero como dice el cairota y bloguero de El HuffPost: "Quienes hablan de golpe de Estado no conocen Egipto o repiten lo que dice la Administración Obama".

"El manifiesto que ha leído el jefe del Ejército es la hoja de ruta de la campaña Tamarod, y lo leyó en presencia de la jefatura religiosa, y con Mohamed ElBaradei como representante principal de las fuerzas democráticas, junto a representantes de la campaña y de todas las fuerzas revolucionarias. El Ejército ha dicho que no va a tomar el poder y lo ha cedido por completo al presidente del Tribunal Constitucional". Ramsis insiste en que estamos ante una victoria de las fuerzas populares, y que los militares "han esperado a ver qué pasaba y se han subido al carro ganador". En los años que vienen el trabajo de las fuerzas laicas será limitar su poder, una misión que prevé complicada ante una institución asentada, respetada, y que controla el 30% de la economía del país.

EL FIN DE MORSI

Incompetencia, ineficacia, empeoramiento de la economía, intervención de la religión en asuntos sociales... Las causas del fin de Morsi, un año después de ganar las elecciones, es una combinación de muchos elementos: "Los islamistas han intentado imponer su modelo religioso, han tratado de jugar con conflictos sectarios, han creado problemas internacionales, y han propiciado un desastre económico y social: hay falta de gasolina, cortes de electricidad, ha subido el precio de productos básicos como el pan". "Ha sido como una mafia nueva que ha intentado tomar el país después de la mafia de Mubarak, y el resultado ha sido un desastre impresionante", resume Ramsis.

"La victoria de ayer no es solamente en el sentido de la continuidad de la revolución, de haber conseguido nuestros objetivos y haber acabado con el régimen de Morsi, y los planes de EEUU para Egipto y la región. Hay otros aspectos: es el final del proyecto islamista de los Hermanos Musulmanes, que empezó hace 80 años, y algo mucho más importante, el principio del final de todo proyecto político basado en la religión, no solo en Egipto, sino en todo Oriente", opina. Por primera vez él ha visto cómo el debate sobre la separación de la religión de la política, economía y sociedad ha bajado a la calle y ya no se limita a los ámbitos intelectuales.

Cuando se convoquen nuevas elecciones algunos miembros de los Hermanos Musulmanes estarán presentes, cree, pero no con ese nombre: "Están en su derecho, mientras no hayan cometido crímenes".

NUEVO ESCENARIO

En medio de un país sumido en la celebración del fin de un régimen, no hay todavía un calendario definido para la hoja de ruta que el Ejército se ha propuesto ejecutar. Lo más inmediato será la formación de un Gobierno de tecnócratas y la convocatoria de elecciones, que no cree que lleguen antes de un año.

La agenda política inmediata estará marcada por dos aspectos, según Basel Ramsis: "Solucionar problemas políticos y de seguridad muy graves (las milicias armadas islamistas, la presencia de Al Quaeda en El Sinaí, y las tensiones en la frontera con Israel)". A largo plazo, "el objetivo final será tener una sociedad justa, libre y democrática", como volvía a reclamar la plaza Tahrir con su lema de hace dos años: Pan, Libertad, Justicia Social. "Es una batalla de años", no se engaña.

La noche del miércoles "el ambiente era demasiado festivo". "Yo prefiero que seamos menos festivos, que sigamos atentos", dice Ramsis, que reconoce que la celebración es normal dada la magnitud de la victoria y la acumulación de récords conseguidos: millones de firmas y manifestantes, y dos regímenes derrocados en dos años, este último, en 4 días. "Prefiero que organicemos nuestras filas para seguir presionando y para que nadie se aproveche de esto: ni los que quedan del régimen de Mubarak, ni el Ejército, ni el Ministerio de Interior", avisa.